«Es una calle en la que estás, pero no estás»

La calle Coronel Bobes de Oviedo, con una longitud aproximada de 316 metros, obtuvo su nombre en el año 1963 y es una vía comercial que, a pesar de su proximidad al centro de la capital asturiana, no logra captar el flujo constante de clientes que desearían sus comerciantes. Sus negocios, de larga y corta trayectoria, coinciden en la necesidad de mayor atención para revitalizar la zona y hacerla más atractiva para quienes transitan por ella. Una dinamización en toda regla que convierta a este punto, a dos pasos del centro, en un lugar floreciente.

Mari Luz Faba, propietaria de Frutas La Carriecha, lleva más de una década al frente de su negocio. Ella es de El Bierzo y describe la situación con resignación: «Pasa gente, pero sólo de paso», comenta. La falta de interés en la calle, sumada a la necesidad de más limpieza, dificulta el día a día de los comercios. «Aguantamos los últimos años como podemos, pero no veo solución. Aquí al lado han montado Kuivi, que está muy bien, pero a mí no me afecta porque viene gente solamente a sus cosas y a conciertos, y eso no hace que compren», lamenta. Para ella, una posible mejora vendría de la mano de unas fiestas de barrio, algo que cree que podría animar la vida en el lugar. «Un poco de interés para el barrio, que quien corresponda mire por nosotros y haga unas fiestas, que eso atraería gente para que conozcan y sepan que también existimos como barrio», reclama.

Desde el ámbito inmobiliario, Ricardo Miguélez, propietario de la inmobiliaria del barrio desde 2001, también percibe las dificultades, aunque destaca un punto positivo: la cercanía con el centro de Oviedo ha permitido la revalorización de los pisos. «Estás, pero no estás», resume con una frase que refleja bien la situación de la calle.

Miguélez señala que la apertura del puente y el derribo de algunas naves de Almacenes Industriales supusieron mejoras, aunque aún queda camino por recorrer. A nivel personal, está próximo a ceder el testigo a su hijo Álvaro, quien ya está involucrado en la inmobiliaria. «Seguiré al frente, pero necesito descanso y dedicar tiempo a mi familia», comenta. A pesar de todo, sigue enamorado de su trabajo y de una calle y zona que le ha permitido conectar con su gente: «Es un empleo muy guapo porque todos los días son distintos. Aquí lo bonito también es que conozco bien el barrio y si vienen buscando algo, ya sé dónde está y lo que cada cliente necesita», comenta.

Eva María Cavero, propietaria de la tienda de ropa Devi, lleva sólo tres años en la calle, pero ya percibe que la falta de atractivo dificulta la llegada de clientes. «Hace falta un cambio. Quizás si se peatonalizara, el ambiente mejoraría», propone. En su opinión, la calle no invita a detenerse ni a mirar lo que hay alrededor. «La gente pasa, pero no nos ve», manifiesta con preocupación.

Para Pablo Caunedo, propietario de una tienda especializada en la venta de equipación motera, la situación es distinta. Su clientela no depende del tránsito de la calle, sino del boca a boca. «Nos conoce gente de todo el norte. Tenemos cuatro tiendas en Asturias y una en Bilbao, y hasta Madrid y Vigo no hay competencia porque no hay una tienda así», explica.

A pesar de que su negocio no sufre la falta de afluencia, sí destaca otro problema que afecta a la zona: la limpieza. «La calle mejoraría si limpiaran las alcantarillas, porque se ven ratas. Incluso una vez me entró una en la tienda desde la calle», denuncia.

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