Mi negocio en la calle: Arzobispo Guisasola

Una calle en Oviedo que aún recuerda la pandemia

Arzobispo Guisasola es la antigua calle de los Ángeles, que durante los inicios del siglo XX se comenzó a llamar Puerta Nueva Baja. El 5 de octubre de 1945, se resolvió rotular nuevamente tras varios cambios con el nombre de Arzobispo Guisasola. Ahora, es la milla de los comercios pese a su intento por mantener una seguridad que dicen ya no es lo que era.

Uno de los negocios más recientes en la calle es Astur Rey, una Cachopería Carnicería regentada por Jónathan Fernández. Con apenas quince días desde su apertura, el negocio ha superado expectativas, beneficiándose del flujo constante de peatones y la cercanía de un paso de cebra que facilita la visibilidad del local. «Reformamos el local y elaboramos cachopos de gran calidad», comenta Fernández. «Tenemos una oferta variada, con cachopos que cambiamos cada semana y que sobre todo los jóvenes demandan mucho», explica. Además, han incorporado postres artesanales, como una tarta de textura cremosa y bombones de matachana con dulce de manzana, todo con un rebozado crujiente que ha sido bien recibido por sus clientes.

El negocio también ha comenzado a aceptar encargos y prevé la apertura de una tienda 'online' en los próximos seis meses. «Nuestro objetivo es ampliar la clientela. Mientras tanto, las redes sociales se han convertido en una herramienta clave para la promoción y gestión de pedidos y nos permite mantener un contacto directo con los clientes y ofrecerles novedades constantes», afirma.

No todos los negocios de la calle corren con la misma suerte. La Administración de Loterías número 17 de Oviedo ha visto un declive significativo en la afluencia de clientes desde la pandemia. Su dueña, Isabel Eguiburu Arias, y su empleada, Pilar Bárcena, quien lleva 31 años trabajando en la calle, lamentan la falta de actividad. «Esta calle está muerta desde la pandemia», afirma Pilar, la trabajadora más veterana del barrio: «Soy la que más años lleva aquí, la más antigua de todo el barrio», asegura. A pesar de todas las dificultades que ve en una calle que «ya no es lo que era», seguirá en su puesto: «Aquí seguiré, además conozco ya a todo el mundo». Ambas confían en que la calle vuelva a ser como antes.

Otros comerciantes de la calle comparten una preocupación común: la seguridad. Antonio González, dueño del Estanco Oviedo 40, trabaja en el sector desde hace 31 años, los últimos 18 en esta ubicación. Según él, la situación ha empeorado: «Aquí abrimos por la noche también y vemos que el barrio no es lo que era. Hay gente que nos roba, incluso algo tan simple como chicles, y no miran para los comercios del barrio». Su petición es clara: más seguridad en la zona.

Ana González, con más de dos décadas al frente de Km 0, un restaurante emblemático en la ciudad dice haber «visto de todo, desde gente durmiendo en la puerta de mi local hasta personas que se han enfrentado a mí cuando vengo a abrir», relata. A pesar del tráfico de personas por la mañana, las tardes son más solitarias, y por la noche ya ni se plantea abrir, a diferencia de hace diez años. «Nos da miedo, y eso implica dejar de facturar lo que facturábamos», lamenta. Tras muchos años su reivindicación es clara: «Miran mucho por el centro, pero nosotros también existimos y esto cada vez va a peor», dice.

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