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Los acusados, durante la vista celebrada este lunes en la Audiencia Provincial de León. R. F.
Los acusados de fotografiar a jugadoras del club ovetense de fútbol Grisú dicen que «todo era un juego»

Los acusados de fotografiar a jugadoras del club ovetense de fútbol Grisú dicen que «todo era un juego»

El acusado, con una «mentalidad fetichista e infantil», ha afirmado en la sala que no tomó conciencia de la gravedad de la situación hasta la intervención de la Guardia Civil | Confiesa que tenía material pedófilo y que fue tratado por una adicción por llamadas a teléfonos eróticos

rubén fariñas

León

Lunes, 18 de noviembre 2019, 11:29

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Todo era un «juego» entre la propia pareja. Sobre ese eje ha girado este lunes la declaración en la Audiencia Provincial de León de quien fuera segundo entrenador del club de fútbol Grisú Femenino, P. M. F., y su pareja, exjugadora del equipo, A. F. G. Ambos están acusados de fotografiar, presuntamente, al resto de jugadoras desnudas en los vestuarios durante la temporada 2016-2017, una acción que ha servido de base formalizar acusación por captación de menores, posesión de pornografía infantil, vulneración del derecho a la intimidad y utilización de menores con fines pornográficos.

Tras descartarse en esta jornada por parte de la acusación una rebaja en la pena por escrito de conformidad P. M. F. ha insistido en un juego sexual entre la pareja al mismo tiempo que ha admitido que en su poder había material pedófilo que nunca llegó a distribuir y que obtuvo a través de diferentes páginas web.

El acusado, con una «mentalidad fetichista e infantil», ha advertido en la sala que no tomó conciencia de la gravedad de la situación hasta la intervención de la Guardia Civil, remarcando que nunca tuvo relaciones con las jugadoras del equipo a excepción de su pareja. Igualmente ha remarcado que el «juego de pareja» jamás se difundió, insistiendo en que su adicción sexual ya se evidenció tiempo atrás cuando le llevaron a un especialista porque llamaba a teléfonos eróticos. Un tratamiento que tuvo que repetir en este caso por depresión.

En esta primera jornada de testificales también han declarado tres jugadoras del Grisú quienes han recordado que la pareja les parecía «normal» y que incluso tomaban «cañas juntos» considerando que a la hora pedir fotografías explícitas se hacía «por afinidad».

Mientras, los efectivos de la Guardia Civil han insistido en las evidencias localizadas a la pareja así como el interés de la mujer por realizar un borrado de datos.

En este caso, la Fiscalía solicita penas que oscilan entre los 29 años y tres meses para el varón y los 7,5 años que solicita para la mujer, vecina de Villablino.

Según el escrito de la acusación pública, los hechos se remontan a octubre de 2016 cuando los dos acusados iniciaron una relación amorosa que surgió fruto de la relación profesional que mantenían en un equipo de fútbol Grisú de Oviedo en la que ella jugaba y él era segundo entrenador y delegado.

Sin que ni equipo ni directiva tuvieran conocimiento de la relación, el acusado solicitó a la joven fotos de sus compañeras de equipo en el vestuario, bien desnudas o con ropa interior, entre las que se encontraba una menor, tal y como declaró la acusada ante la Guardia Civil.

Un año después la joven accedía y enviaba al acusado imágenes comprometidas de sus hermanas menores que grababa mientras las cuidaba en su residencia en Villablino. Paralelamente, la pareja contactó con una menor de Guipúzcoa haciéndose pasar por promotores musicales que, con la excusa de grabar un videoclip, la engañan para lograr imágenes con contenido sexual explícito.

No conforme con ello, el acusado incluso intentó mantener relaciones sexuales con la menor, que denunció los hechos ante la Policía Nacional. Fruto de esta denuncia, se abre una investigación que permite localizar al acusado, hallando en el registro de su domicilio numeroso material pedófilo destinado para el uso personal, sin que se tengan constancia de que fuese compartido o tuviese como fin el envío a terceros.

El Ministerio Fiscal entiende que los hechos son un delito de captación de menores, posesión de pornografía infantil y vulneración de la intimidad de los que son autores los dos acusados a lo que se suma un delito de distribución de pornografía infantil que atribuye exclusivamente al varón, que se enfrenta a 29 años y tres meses de cárcel.

Pero esta es solo la punta del iceberg de una trama orquestada por el principal acusado y materializada gracias a la ayuda de su compañera sentimental que destapó más delitos de índole sexual. Entre ellos, que la procesada llegara a fotografiar a sus propias hermanas, una con una discapacidad psíquica severa y la otra, una niña de tan solo tres años, en posturas explícitamente sexuales. Pero la supuesta escalada de depravación de los dos imputados no acabó ahí. Todo se destapó con la denuncia de una menor de 14 años, natural de San Sebastián, que acusó al exentrenador del Grisú tras intentar convencerla para que mantuvieran relaciones sexuales después de que este y su pareja engatusaran a la niña haciéndose pasar por productores musicales.

A raíz de esta denuncia y tras la investigación que llegó tras ella, la imputada confesó todo a la Guardia Civil de Villablino, de donde es vecina, de ahí que la Audiencia Provincial de León juzgue a los dos acusados en una vista oral que se celebrará el próximo lunes y martes en la ciudad castellana. La Fiscalía de León pide para el exentrenador del Grisú 29 años de cárcel y para su pareja y exjugadora del equipo, siete años y medio.

Los hechos se remontan a la temporada 2016-2017. La acusada, A. F. G., entró como jugadora en el Grisú Femenino en septiembre de 2016. A los pocos meses comenzó una relación sentimental con el segundo entrenador del equipo, P. M. F., ambos de 36 años por aquel entonces. Más tarde el hombre comenzó a pedirle que le facilitara fotografías de sus compañeras de equipo mientras se duchaban y cambiaban en los vestuarios. La mujer se las ingenió para tomar las imágenes con su teléfono móvil sin que las afectadas se percataran de ello. Realizó fotografías a un total de trece jugadoras, una de ellas, menor de edad por aquel entonces. Todas las imágenes se las pasaba a su novio para uso personal, ya que según la investigación no hay constancia de que este material fuera compartido con terceros.

Al año siguiente de estos hechos, el principal acusado instigó a su pareja para que continuase realizando fotografías y vídeos de carácter sexual, en este caso, a las propias hermanas de la procesada. La mujer accedió aprovechando los momentos que se quedaba al cuidado de ellas en la casa familiar donde residían, en Villablino, León. Una de ellas sufre una discapacidad psíquica severa y la otra, en 2017 cuando sucedieron los hechos, contaba con tan solo tres años. La mujer las obligaba a mirar a cámara realizando poses de contenido «explícitamente sexual» hasta el punto de llegar a mostrar sus genitales. La mujer enviaba las fotos y los vídeos a su pareja a través de Whatsapp, donde ambos comentaban las imágenes.

La denuncia y la confesión

La trama se complicó aún más cuando los dos acusados se hicieron pasar por productores musicales con el objetivo de convencer a una menor de edad, de 14 años, natural de San Sebastián para que les enviase fotos de contenido sexual con la promesa de «hacerla famosa». Tanto el segundo entrenador del Grisú como la jugadora contactaron con la joven a través de las redes sociales. Las proposiciones fueron más allá, hasta el punto de que el acusado llegó a proponer a la joven que mantuvieran relaciones sexuales.

Fue esta proposición lo que hizo saltar las alarmas a la menor denunció los hechos ante la Policía. Fruto de la denuncia se abrió una investigación que permitió identificar y localizar al acusado con domicilio en Oviedo, en concreto en la calle Jovellanos. Allí se realizó un primer registro en el que se le incautó «numeroso material pedófilo», entre fotografías y vídeos sin que se haya podido acreditar, ya que no hay pruebas, que se haya distribuido esos contenidos a otros pedófilos o fuesen compartidos a terceros.

Fue este registro el que precipitó que su pareja acabara confesando todo el entramado orquestado, supuestamente, por su compañero sentimental. La jugadora del Grisú decidió presentarse voluntariamente en las dependencias del puesto que la Guardia Civil tiene en Villablino, León, de donde es natural. La mujer, que ahora tiene 39 años, relató todos los detalles además de facilitar el acceso a las cuentas de los correos electrónicos y todas las conversaciones que mantuvo con su entrenador.

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