
Pepe Reina
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Pepe Reina
Entra en los 45 años –cumple el 21 de abril– con más de media vida en la hostelería. Pepe Reina lleva veinticinco años en este ... mundo. «Ya ha llovido», recuerda, desde que comenzó en Ribadesella, en el pub La Esquina. «Fui por amor y al final me enamoré de la hostelería». También de la música, su gran pasión; le encanta pinchar. En su ciudad natal, su «Oviedín del alma», dio sus primeros pasos en la Taberna de Mahou. «Lo comenzamos a gestionar por las tardes, con mucha ilusión encartelábamos Rosal y Mon... y cuando acabábamos, sobre las diez, limpiábamos el local y lo se lo dejábamos a los dueños para abrir de noche». Ha pasado por el Badulake, el pub Radio, el Escondite.... y ahora gestiona el Mamy Blue, el Feroz y El Casto con sus socios del Grupo Genuina, y el Aguaducho con su hermano Borja, además de tener una empresa de eventos. De aspecto juvenil, vitalista y comprometido, el presidente de la Asociación de Bares de Copas de Oviedo (Abaco) ve con optimismo el futuro de la hostelería de Oviedo y dice, entre otras cosas, que el tardeo ha llegado para quedarse, y que la pandemia, época en la que lo pasaron francamente mal, ya es poco más que un mal recuerdo.
–¿Qué ha quedado de la etapa covid?
–Después de la covid la hostelería se asentó y bien; ha permanecido la gente más profesional. Eso sí, todavía estamos pagando otras secuelas.
–¿A qué se refiere?
–Si facturabas un poco más de lo que ellos habían catalogado, pues al autónomo se lo están cobrando. Justo me llamó hace unos días mi asesora y voy a tener que pagar unos excesos, cuantificaban hasta cierta cantidad y si te pasabas un poco tenías que devolver. No obstante, por fortuna todo ha pasado y ya tenemos cierta normalidad.
–Normalidad con cambio de hábitos.
–Claro, la gente se acostumbró a estar en las terrazas y da igual que llueva, truene, el frío... Hoy en día un local sin terraza sufre en algunos meses.
–Se define como un «enamorado de la hostelería». ¿Por qué le engancha tanto?
–Soy un animal social. Me gusta estar con gente, conocer a gente nueva.. Era un crío cuando empecé, veía a mis compañeros, ya con una edad, y me encantaba cómo trabajaban con la gente tras la barra, la profesionalidad... Y sobre todo me encantó siempre la parte de DJ, cómo un tipo animaba... era otra historia. A mí siempre me gustó más la noche que el día.
–La noche transforma más a la gente...
–Total. La noche de los años noventa era diferente a lo que es ahora, más dividida; con gente joven por un lado y mayor por el otro sin convivir. Antiguamente había locales que sí lo hacían, antes tenían como más personalidad y más marcado su estilo musical. Ahora es la era de lo latino, del reggaeton. Todos pinchamos esa música y es más impersonal.
–Lleva veinticinco años en hostelería, primero trabajando para otros y luego comenzó a emprender.
–Mi primer emprendimiento fue con Reche, Borja y Diego, un amigo. Era El Escondite, en la calle Oscura, una pasada de local. Pablo el del Badulake quería traspasarlo y le pagamos una millonada. La noche entonces era diferente, con lleno, y era muy difícil acceder a un local de copas. Hablamos de otro Oviedo, abríamos jueves, viernes, sábado... y entre semana vendías.
–¿Y ahora?
–Ahora viernes y sábado. El jueves si tienes algo de Erasmus... Sí que se ha añadido el tardeo.
–Ahora está de moda.
–La covid también aceleró esto. Nosotros abrimos el primer local de Oviedo, seguramente de Asturias, El Feroz, que se dedicó en exclusiva al tardeo y nos ha ido genial. El tardeo lo que permite es aprovechar el fin de semana de otra manera, de forma inteligente. Estás hasta las ocho, nueve o diez, y vuelves para casa y sales al vermú otra vez o vas al monte. Está calando y va a calar a tope. En Oviedo ya hay locales que se dedican solo al tardeo y eso era inimaginable hace diez años. Eso sí, un local de este tipo hay que focalizarlo mucho.
–¿Cómo?
–Los locales hay que prepararlos para la franja que quieres tocar. Ahí vas a tener un público adulto, saber cómo atenderlos, qué música le gusta... Es gente de más edad. Al crío de veinte años le gusta más la noche, es su caída natural.
–¿Le quitará protagonismo a la noche?
–La noche se va a quedar para gente más joven, de treinta para abajo, y el tardeo de treinta para arriba.
–En Oviedo se está diversificando la oferta con espacios como el Kuivi.
–Oviedo ha cambiado muchísimo, antiguamente las copas solo se tomaban en El Antiguo. Ahora la hostelería se está poniendo las pilas, con locales nuevos y gente muy profesional,
–Usted pasa prácticamente todo el día en El Antiguo.
–Es la mejor zona de Oviedo, es una pasada. Cualquier hostelero, si le preguntas, seguro que querría estar aquí. Es precioso, los locales son singulares y estás en el meollo.
–El fin de semana pasado hubo altercados. ¿Hay problemas de seguridad?
–Se han puesto cámaras de vigilancia y vemos mucha presencia policial. Leí que hubo una pelea y enseguida llegó la Policía Nacional. El Oviedo antiguo es seguro, aunque no puedes decir que una ciudad es 100% cuando mezclas alcohol con delincuencia, pero es seguro. Hablo con gente que viene del MIR y así lo ven. En mis locales hace muchísimos años que no sabemos de una pelea multitudinaria. Los robos están a la orden del día, de un móvil o una cazadora, o puede haber un altercado puntual, pero Oviedo es una ciudad muy segura.
–¿El botellón sigue siendo un problema?
–Hay mucho en días puntual, como en Carnaval, en San Mateo... un fin de semana normal diría que poco. Hubo peores épocas: antes los veías en el Campo, en El Campillín, el Paraguas... Ahora ha bajado la presión.
–¿Y cómo se llevan los hosteleros con los vecinos?
–Bien, cuando se cambió el horario a las cinco y media se acotó todo mucho. Nunca llueve a gusto de todos pero los hosteleros tenemos bastante cabeza. Si te das cuenta, El Antiguo está a tope dos días a la semana y los locales tienen sus porteros y sus medidas de seguridad para que no salga sonido y se moleste lo menos posible. Intentamos tener una convivencia sana con los vecinos. Todo ha cambiado mucho con respecto a los años ochenta o noventa, que era otra historia.
–El Ayuntamiento tiene un plan integral de recuperación para El Antiguo con propuestas, entre otros objetivos, para atraer vecinos. Si dependiera de usted, ¿qué medidas impulsaría?
–El Ayuntamiento está haciendo las cosas bien. Yo atraería a inversores de comercio y hostelería, daría facilidades con los permisos y licencias... Eso dinamizaría mucho.
–Vive en Martínez Marina, una de las calles que está previsto peatonalizar en la próxima fase. ¿Cómo lo ve?
–Lo último que se ha hecho en Pozos, Ramón y Cajal y Mendizábal es una de las mejoras cosas que se han hecho. La gente camina, puedes tomar algo y que los críos están jugando... y el turista está flipando.
–Gestiona el Aguaducho, el bar del Campo San Francisco.
–Es uno de los locales con más encanto de la ciudad y abrimos de marzo a noviembre. El Campo es el pulmón de Oviedo y todo turista pasa por ahí, hay mucho extranjero, turismo nacional... Lo gestionamos mi hermano Borja y yo, y es una pasada.
–¿Cómo se puede mejorar el Campo?
–Lo que se ha hecho ahí debería de ser como en el Aguaducho, con un tacto increíble para ese entorno natural. Que se haga todo con el mismo tacto, que se integre con el mismo mimo.
–En San Mateo hay alguna queja con la instalación de casetas.
–Son días puntuales. Las fiestas de San Mateo son en el centro y tiene que haber un enclave. Son un acierto, y si das un paseo antes y después de San Mateo, vuelve a ser lo que es. El Campo está muy bien, traes a una persona de fuera, le das un paseo y muy pocos parques de España están tan cuidados y tienen tanta vegetación. Es una joya en el centro de Oviedo.
–Hay varias zonas hosteleras en Oviedo: El Antiguo, Gascona, la Ruta de los Vinos, la avenida de Galicia... ¿Hay negocio para todos?
–Cada vez está creciendo más el turismo, ya no es estacional, y hay gente todo el año. Y luego el fútbol, que si subiera el Real Oviedo sería increíble para todos. Todo lo que sea sumar y de calidad, bienvenido sea. Oviedo incluso podría haber una o dos zonas más.
–En el Centro Cívico también habrá una nueva zona hostelera.
–Me parece buena idea. Aquí falta un mercado gastronómico bajo mi punto de vista, la gente respondería. Lo de El Fontán hubiera sido un puntazo pero lo entiendo, la gente que trabaja allí tendría que cerrar dos años.
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