Oviedo supera la decena de comercios y restaurantes con más de un siglo de historia
En manos familiares garantizan su supervivencia; la falta de sucesión es una de las principales causas del cierre de pequeños comercios en Asturias
El Ayuntamiento de Oviedo busca negocios de más 75 años con el objetivo de rendir homenaje a los establecimientos del municipio que han formado ... parte del tejido económico y social durante más de siete décadas. Bajo el título 'Toda una vida juntos', aquellos que cumplan los requisitos y quieran participar –serán valorados por una comisión creada ad-hoc– tienen de plazo hasta este lunes. Recibirán una placa conmemorativa que acredite su compromiso con la ciudad y trayectoria; un homenaje institucional; y quedarán incluidos en una campaña publicitaria y de visibilización promovida por el Consistorio.
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Más de 75 años, ciertamente, es toda una vida juntos. Y Oviedo puede presumir de acoger negocios que acumulan más de un siglo de historia. Negocios, como tiendas o establecimientos hosteleros, que han sorteado –hasta el momento– el relevo generacional y siguen en manos de las mismas familias fundadoras. Un hito teniendo en cuenta que, precisamente, la falta de sucesión es una de las principales causas de cierre de los pequeños comercios en Asturias –una región donde, según datos del Principado, más del 60% de autónomos del sector superan los 60 años y se estima que un 15% de los negocios podrían cesar su actividad en los próximos años–.
Aunque negocios centenarios siguen sobreviviendo en la capital –unos con más dificultad que otros–, esta semana Oviedo ha perdido un referente: Ultramarinos Sabiniano Clemente, que abrió sus puertas en la calle Mon, en pleno Oviedo Antiguo, en 1904. La muerte de las nietas de Sabiniano, Fina y Elvia, –prácticamente a la vez, con tan sólo 48 horas de diferencia–, obliga a cerrar la histórica y muy querida tienda. La hija de Fina, la doctora Marta García Clemente, lo explicó así a este diario: «Mi hermana y yo ya nos dedicamos a otras cosas. No podemos, vamos a cerrar». No hay, en este caso, relevo posible y la tienda será ya parte del pasado que no se puede olvidar de la ciudad.
En el mismo Oviedo Antiguo hay quien sigue luchando, quien sigue escribiendo día a día la historia de Oviedo, quien sigue abriendo cada mañana su negocio dando luz a las calles y contribuyendo al tejido económico.
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Diego Verdú, en la calle Cimadevilla, es uno de los mayores exponentes. En manos de la quinta generación, nació en 1878 –mismo año que este diario decano– y, aunque el tataranieto del fundador, Jesús, es quien lo dirige actualmente, tiene tan sólo 38 años y una larga vida laboral por delante, aunque avanza que el negocio de los helados y los turrones llegará a una sexta generación. Con casi 150 años y la continuidad familiar asegurada, no les resultará difícil, en su caso, cumplir dos siglos.
Quien no ve tan fácil seguir sumando historia es Arancha Sánchez González, de Casa Germán, fundada también en el siglo XIX: en 1890. Son casi también 150 años. Ella es la cuarta generación. Con 49 años, le queda mucho trabajo por delante, pero las actuales dificultades que está encontrando en la que es «la tienda de telas más antigua de España» teme que le hagan apearse antes de tiempo y echar la persiana antes de su jubilación. «Los proveedores fueron cerrando y no hay quien los sustituya. En España no hay quien teja, no hay quien fabrique», por lo que «compramos lo que podemos a España y lo que no, a Holanda». Aún hay más palos en la rueda: «Cada vez hay menos gente que cose. Nosotros estamos especializados en infantil, y desde la pandemia no se viste a los niños, los llevan con leguins, y después están las tiendas de cofección barata». Con estos mimbres, Casa Germán se siente «un dinosario en extinción» que resiste gracias a «las abuelas» que siguen cogiendo la aguja.
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Integrante de la Asociación del Comercio del Oviedo Antiguo, que trata de dinamizar los negocios, lamenta, dice, la falta del apoyo del Ayuntamiento, que «sólo apoya a la hostelería». Eso sin contar con que ahora le piden una ayuda que le dieron durante la covid. Todo suma, pero Arancha, rodeada de tantas telas que no sabe ni cuántas puede llegar a tener, sigue resistiendo en la calle Fierro. El relevo familiar tiene claro, con todo, que se ha acabado.
Tejidos El Mundo (1903), Camilo de Blas (1914), Librería Cervantes (1921) o Sombrerería Albiñana (1924) son ejemplos de negocios centenarios bien conocidos por todos. Pero no sólo el comercio escribe la historia de Oviedo. También se hace desde las mesas y manteles, desde la oferta gastronómica.
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Junto a Verdú, en plena Cimadevilla, está el conocido como Bar Sevilla, funcionando sin descanso desde 1882. Celestino Rodríguez Lafuente, su propietario, a pie de barra, cuenta con orgullo que «según la historia, es el más antiguo de Oviedo». Fue fundado por un sevillano, de ahí su nombre, que sigue manteniendo aunque ahora alargado a Sidrería El Antiguo-Bar Sevilla, tiene asegurados más años de puertas abiertas, aunque Rodríguez Lafuente apunta que, en el futuro, quizá sea en otras manos de fuera.
Siempre en la misma familia, en cambio, ha estado y permanece Casa Lobato, uno de los restaurantes más emblemáticos y el más antiguo de Oviedo dentro de la misma saga. Fundado en 1898, está cerca de festejar los 130 años. El negocio lo inició el abuelo de José Manuel Lobato, 'Cholo', y ahora está en manos de sus hijos Toni, Juan Luis y Marcos. Son la cuarta generación.
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El pasado año, Casa Fermín festejó su primer siglo. Fundada por Fermín García en 1924, la tercera generación y la cuarta trabajan unidas y con mucho futuro.
Casa Lobato y Casa Fermín son dos iconos, dos ejemplos de relevo generacional en familia. Dos negocios con mucha historia que hacen historia en Oviedo.
«Mi tatarabuelo llegó en 1878 y se puso a vender turrón en un portal»
Jesús Valdés López tiene 38 años y representa la quinta generación de Diego Verdú. Apasionado del turrón y formado como heladero, lleva el peso de los casi 150 años que atesora el negocio. «Gracias a Dios, trabajo no nos falta», dice, mientras cuenta la historia de Verdú, que en los últimos tiempos ha ampliado personal, tiene un obrador en Argame de 600 metros y nuevos puntos de venta. Su tatarabuelo, Diego Verdú Monerris, fue un jovencísimo emprendedor, en mayúsculas, y un valiente porque «tenía 16 o 17 años cuando decidió venir a Oviedo a vender turrón, como quien hoy va a Estados Unidos o a China a trabajar». Con las precarias comunicaciones de 1878, salió de su Jijona y vino a Oviedo a vender turrón. Era la temporada de Navidad de 1878. «El primer año se puso a vender en un portal en la esquina de Fruela con Pozos; el segundo en la calle Magdalena; y el tercero en Cimadevilla». Siempre lo hacía «en portales», «le fue bien la cosa, y fue comprando el bajo, el primero y el segundo» del edificio, donde sigue instalada la tienda madre.
Asturias lo atrapó. Ganó a Jijona, pero de allí también trajo el negocio del helado. Corría, aproximadamente, el año 1905. Era tan rudimentaria su elaboración y tan difícil de conservar, que «hacía unos 5 o 6 litros al día».
Diego Verdú es un referente en Oviedo. Un icono. «Supone un orgullo, gracias a mis antepasados y los que trabajaron duro en el negocio». En pleno siglo XXI innova, pero tiene muy claro que hay cosas que no puede cambiar «como el helado turrón» o los mazapanes, polvorones o almendras rellenas que siguen haciéndose a mano.
«Casa Germán es la tienda de telas más antigua de España»
Arancha Sánchez es «la cuarta generación» de Casa Germán, «la tienda de telas más antigua de España». Tras el mostrador del negocio de la calle Fierro cuenta los orígenes del negocio fundado en 1890. «Mi bisabuelo Germán Sánchez Espinosa, que fue socio fundador del Real Oviedo, le puso la tienda a mi bisabuela, Cándida de Lafuente Sanfeliz, cuando se casaron». De generación en generación, Casa Germán se hizo con un gran nombre en la ciudad. Tras una reforma «muy grande» en la tienda, que sigue conservando su historia, el negocio de venta de telas se ha convertido en una carrera contra muchos obstáculos, como la falta de proveedores y modistas.
«El Bar Sevilla lo fundó 'Pepiño', un sevillano, en 1882»
Celestino Rodríguez Lafuente es el dueño del bar «más antiguo de Oviedo, hay algún documento que lo acredita», afirma. Ahora se llama Sidrería El Antiguo-Bar Sevilla. Fue 'Pepiño', un sevillano de Alcalá de Guadaira «casado con una mujer de dinero de Oviedo», quien lo fundó en 1882 –además de otros dos negocios que se llamaban «La Torre del Oro y La Giralda» en el Oviedo Antiguo.
Son ya 143 años de puertas abiertas en la calle Cimadevilla, aunque no siempre estuvo en las manos de la misma familia. «Mi tío lo regentó unos sesenta años y luego lo alquiló a unas chicas» hasta que hace 23 años «cogí el traspaso. Es un orgullo para mí seguir con la trayectoria de la familia». Al tomar las riendas del negocio, rescató «unas vitrinas de castaño antiguas» que revelan la larga historia del establecimiento.
Aunque no habrá relevo generacional dentro de la familia de Rodríguez Lafuente, espera que el Sevilla siga haciendo historia por muchos años.
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