«Le pegaba y tenía amenazado a medio barrio, intuíamos este final»
Vecinos de Vallobín relatan el historial de agresiones que sufrió la mujer asesinada por su hijo la pasada madrugada del sábado
J. C. A.
OVIEDO.
Lunes, 21 de diciembre 2020, 00:47
Los vecinos de la calle Maximiliano Arboleya, donde el pasado sábado un hombre de 54 años, Vicente F. G. acabó con la vida de su madre, Nuria González, de 88, asestándole tres puñaladas recibieron la noticia sin asombro. Todos sabían de las andanzas del presunto asesino. Tanto que ayer, un día después del suceso, los bares por los que paraba abrieron con una normalidad inusitada para el vermú. «Iba con navaja, tenía amenazado a medio barrio y a ella le pegaba, se podía intuir este final», explicó María González preguntándose dónde están los Servicios Sociales y la Policía e incluso los vecinos que asistían al lamentable espectáculo de un hijo toxicómano agrediendo a su madre.
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Lo cierto es que la Policía estaba habituada a acudir a Vallobín para lidiar con Vicente y muchos vecinos se jugaron el tipo para proteger a la anciana. El último, Rubén, que lo denunció cuando arrastraba a su madre hasta al cajero bajo coacciones. Tuvieron un juicio rápido contra el presunto asesino hace unas semanas. «Estaba sacando a la madre de casa para llevarla al cajero a la fuerza», rememora. «Yo salía un domingo de casa y vi como la llevaba. Llamé a la Policía y lo detuvieron», rememora.
El barrio recuerda con cariño a los padres de familia. Él, jubilado del metal falleció hace años, ella matrona, se desempeñó en el Hospital Universitario Central de Asturias. Tuvieron tres hijos y los tres acabaron en las garras de la droga. «Ellos eran muy queridos y respetados en el barrio una pareja ejemplar», recuerdan los vecinos, «pero tuvieron la mala suerte de que la droga se cruzara en el camino de sus hijos».
«Vicente era caco. Nunca había agredido a nadie, pero robaba. Y todo el mundo lo sabía. Cumplió diez u once años de condena y salió. Fue cuando empezamos a verle por aquí otra vez», rememora el dueño de una de las sidrerías de Vallobín. Con el hijo mayor muerto por la heroína y el segundo preso, adicto y supuesto asesino de su madre, el tercero «está colgado por ahí», añade.
A los problemas con las drogas, según varios testigos Vicente F. G. ya no consumía heroína y estaba medicado, se sumaron los del confinamiento. «Algo cambió hace unos meses se le veía más huraño y se encaraba con la gente», explican otros parroquianos molestos con que el barrio vuelva a ocupar las páginas de la crónica negra de la ciudad.
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Los hechos ocurrieron en la medianoche del viernes al sábado. Vicente, presuntamente tras un altercado con su madre por dinero le asestó tres puñaladas. Dos en el pecho y otra en el abdomen. Mortales de necesidad para la anciana. En su ataque se llevó también la vida del perro que tenía la mujer. De inmediato, llamó a la policía para confesar y aguardó a que los efectivos se personaran en la vivienda.
Cuando los agentes y los equipos de emergencias legaron al lugar sabían lo que había. El historial de denuncias les puso en antecedentes. Los equipos médicos trataron de reanimar a la mujer cuya vida pendía de un hilo pero no pudieron obrar el milagro. La anciana acabó falleciendo una hora después mientras su hijo era detenido y trasladado a las dependencias de la Jefatura Superior desde donde se espera que hoy pase a disposición judicial.
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