«Estas personas si no se mueren de coronavirus, lo hacen de hambre»

En el número 23 de la calle Uría, en la esquina con Independencia, las hermanas Siervas de Jesús continúan, pese al confinamiento, repartiendo cada día el desayuno a los más desfavorecidos del municipio. Sin embargo, desde el cierre de los establecimientos cercanos, que donaban regularmente sus excedentes, la despensa de las religiosas comienza a escasear. Por eso, han hecho un llamamiento a la «generosidad» de la ciudadanía para poder seguir con su labor. «A estas personas hay que ayudarlas, porque si no se mueren del coronavirus, lo hacen de hambre», advirtió la madre superiora, Sor Milagros González.

«Estamos repartiendo unas setenta bolsas de desayuno cada día», advirtió la hermana. «Estos días tenemos menos voluntarios con nosotras y todavía, gracias a las donaciones, no nos ha faltado de nada, a los usuarios les damos bocadillos y un litro de leche o chocolate para que puedan pasar el día», señaló, «pero a veces la leche no nos alcanza», lamentó.

Así, entre las ocho y las nueve y media de la mañana, cada día, se sucede un goteo de personas que acuden a por su primera comida del día. «Vienen unas veinte personas menos al día, muchos sin techo ya están acogidos en otros lugares, pero se está notando», señaló González.

Los propios voluntarios ya han comenzado a compartir a través de las redes sociales las necesidades del comedor junto al número de cuenta de las hermanas para las donaciones. Y es que las Siervas de Jesús necesitan, entre otros perecederos, mortadela, jamón york, tortillas, queso, leche, yogures, batidos, chocolate, dulces y magdalenas, parte de la carta de alimentos que compone los desayunos solidarios.