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Una vista de la calle Melquíades Cabal, mientras una de las ambulancias atendía a los heridos. E. C.
«Tuve que frenar bruscamente para evitar la colisión, el coche se cruzó»

«Tuve que frenar bruscamente para evitar la colisión, el coche se cruzó»

Quince pasajeros de un autobús urbano en Oviedo resultan heridos leves tras un frenazo | Los reflejos de la conductora, que también recibió asistencia sanitaria, evitaron el choque contra un vehículo en la calle Melquíades Cabal

ALBERTO ARCE

OVIEDO.

Jueves, 8 de agosto 2019, 01:45

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Los reflejos de una conductora de la línea C1 de un autobús urbano de TUA, la concesionaria del servicio municipal, evitaron ayer que ocurriese una desgracia en la calle Melquíades Cabal de Pumarín, cuando ante la presencia de un vehículo que le «se cruzó» por delante desde el carril izquierdo para acceder «a uno de los garajes de la calle», esta frenó en seco para evitar el golpe. El suceso tuvo lugar a las 16.15 horas de ayer. La rapidez de la maniobra sirvió para esquivar daños mayores. No obstante, con el frenazo varios de los pasajeros cayeron al suelo y quince de ellos resultaron heridos con carácter leve. La conductora, por su parte, sufrió daños, también leves, en cuello y cuádriceps, por el parón.

Fueron momentos de tensión, destacó la conductora, en declaraciones a EL COMERCIO. «Tuve que frenar bruscamente», manifestó. «Hay un garaje justo antes de la parada de Melquíades Cabal y un coche entró desde el carril izquierdo por delante del bus». En ese momento, relató, pisó el pedal de freno con todas sus fuerzas para «evitar la colisión», sentenció momentos después de ser atendida en el Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA).

Hasta el lugar se trasladaron varias patrullas de la Policía Local y un buen número de vehículos del servicio de Ambulancias, que trasladaron al hospital a los heridos que así lo requirieron.

A la hora del suceso, la calzada lucía mojada. Acaba de comenzar a llover, y en ese momento es cuando la carretera se vuelve más peligrosa, porque al mezclarse las primeras gotas de agua con el polvo, arenilla, gasoil, grasa, goma u otros restos que pudieran estar depositados sobre la calzada, se produce un barrillo que convierte al firme en una auténtica pista de patinaje con muy poca adherencia. El accidente congregó a numerosos curiosos en la zona.

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