San Mateo 2020 | León Benavente derrocha energía «en una visita especial a Asturias»

Más allá de la pose tiene que haber poso para que en un Auditorio medio vacío, encapotado tras la mascarilla que anonimiza el público se levante electrizado al primer acorde. La gente chilla y canta y comulga con la nueva normalidad. La música está ahí, lo decía Luis Rodríguez, guitarrista de León Benavente en la previa, pero falta todo lo demás: el sudor, las carreras al baño para no perderse la siguiente canción. Falta piel, queda la música. Magro consuelo para los 700 afortunados que ayer pudieron disfrutar del concierto de una de las bandas más sólidas y contundentes en directo del rock independiente español. León Benavente explota eso con el aplomo de llevar 30 años sobre los escenarios. Un show construido a cincel de batería, verso a verso, estrofa a estrofa, guitarrazo a guitarrazo.

Abrieron con la optimista y polisémica 'Siempre hacia adelante' -vendrá un gigante a destruir/ vendrá lo que tenga que venir /como la vida tienes que seguir /siempre hacia delante- para comenzar a repasar el grueso de su último álbum, ese 'Vamos a volvernos locos' que, estrenado el año pasado nada tiene de profético, afirman, y que los ha llevado a tener que lucirlo en este 2020 de frenopático durante una gira extraordinaria de apenas doce fechas y que cierran, precisamente hoy, en Zaragoza.

Así que ayer tenían ganas. La penúltima. Con 'Cuatro monos', con la que juegan a varias voces y con los 'sintes' llegó el primer subidón. Acertaron además con la iluminación -el Auditorio se presta a que un buen técnico de luces le saque partido, de acústica va sobrado y más para el escueto backline que precisa- y ya con la potencia de la 'La Ribera' no hubo barbijo que aguantara la respiración. De ahí, al 'Estado Provisional', un pequeño descanso para pisar a fondo por ese sendero plagado de baches y que no hay quien arregle que es 'Ánimo, valiente'. «Siempre recordamos las visitas a Asturias de forma especial por eso queremos que cantéis esta canción con nosotros a pleno pulmón», saludó Abraham. A los cuarenta minutos. Así fue.