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JUAN CARLOS ABAD
OVIEDO.
Viernes, 16 de agosto 2019, 01:58
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Mauricio Macri telefoneó a Alberto Fernández y los mercados calmaron su furia electoral sobre la Argentina. Un curro aquí es un trabajo y en lunfardo una estafa. Nada es lo que parece. Trascorrales crujió ayer más de allá que de acá. Como pedazo desgajado de un viejo barrio porteño cuando trescientos milongueros emigrados, por un día o por muchos, tomaron la ovetense plaza para arrimar tangos durante dos horas.
«Oviedo está en el mapa internacional del tango», explica Martín Almirón, gracias a la inciativa 'Oviedo Milonguero' que arrancó hace cuatro años. Profesor en la escuela La Bombonera de un baile que defiende como un «patrimonio social», Almirón, bonaerense, llegó a Asturias hace más de una década y al poco comenzó a a bailar regularmente y a enseñar lo aprendido.
La de ayer fue la cuarta gran cita del tango en Oviedo. Desde que arrancó Almirón con la escuela y 'Oviedo Milonguero', la red de fanáticos por el tango se ha ido ampliando hasta concitar parejas venidas de Francia, Bélgica, Portugal, Italia y prácticamente toda la geografía española.
«Ha ido creciendo y la gente que viene aquí lo hace exclusivamente por el tango, luego está la gastronomía y visitar la ciudad», agrega una de las colaboradoras de Almirón, Pepa Cayarga, que detalla el plan del día. «Ahora nos vamos a comer todos juntos y por la noche más». Bastante más. Bailaron, de nuevo, en los salones del hotel Santo Domingo hasta las tres de la madrugada.
Interrumpe la charla Javier, un joven colombiano que agradece a los organizadores. A su lado, Deborah Reis, portuense, relata el fluir del baile. «Hay muy buena onda y hemos bailado muy bien. Se baila estupendamente aquí», relata acerca de la «emoción» que a veces le produce el fluir de los pasos y cortes. «La buena onda es esa mística que se da en el tango», tercia Cayarga a lo que la bailarina lusa confiesa: «No me pongo maquillaje para bailar porque a veces se me escapan las lágrimas y lo estropearía».
Tras la foto de grupo de rigor, un nutrido grupo formado por castellonenses, granadinos, sevillanos, jerezanos... conversan al sol de la plaza. «Estamos locos por veni r hasta aquí solo para bailar», bromean al alimón. «El tango activa la zona del cerebro de la adicción a tocar a la gente, a abrazarte», resuelve Begoña Morcílla.
Juan José Moreno pregunta, al lado de María Jesús Rubio, que «¿qué 'hobby' en el mundo te va a permitir abrazarte a otra mujer sin que se enfade la tuya?». ¿Y viceversa? «No tanto», responde ella. Y sin que te lleven en cana.
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