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Hubo que arremangarse el tutú y bregar para llegar a buen puerto.

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Hubo que arremangarse el tutú y bregar para llegar a buen puerto. ALEX PIÑA

Trubia se reconcilia con sus aguas

Una veintena de valientes se echa al río para cumplir con el tradicional descenso | Una barca con un unicornio en la proa, una caja musical y tres orondos bebés completan el descenso folclórico

JUAN CARLOS ABAD

TRUBIA.

Domingo, 8 de julio 2018, 03:14

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Para bien o para mal «Trubia nos obliga a que nos guste el agua», señalaba ayer 'Pipi' Fernández, uno de los bomberos voluntarios de la localidad mientras apuraba que el operativo de seguridad del descenso folclórico del río estuviera listo. Del drama de las dos familias desalojadas de sus viviendas hace escasas semanas tras las torrenciales lluvias a la alegría de disfrutar del líquido elemento. Para bien o para mal.

La tarde acompañó pero la gente, menos. Hubo más mirones y aplausos que embarcaciones :tres. Y los participantes eran una veintena. Encaramados a sus bajeles de caucho y palés tuvieron que remar. El caudal del Trubia había bajado en las últimas horas dejando al descubierto guijarros y rocas que amenazaban naufragio. «Se va a complicar el descenso», resumió Alberto Sánchez antes de comenzar a flotar una gigantesca caja de música y a embarcar a una docena de pasajeros menudos que se dedicaron a lanzar globos de agua para refrescar al público. Alguno de ellos hasta tuvo algún reparo: «Como no frene acabamos en Pravia», afirmó.

Vídeo.

'Las chicas del unicornio', fueron las más raudas en completar una singladura en la que reinó el buen humor. Tuvieron la ventaja de haber construido su embarcación sobre algo parecido a una canoa hinchable de recreo.

Más tardaron Toño Huerta, Jesús Vizuete y Manuel Ayala que, atavíados de bebés y sobre una cuna flotante desafiaron las correderas con aplomo. «Mis compañeros llevan más años, desde que la tradición comenzó hace treinta, para mí es el cuarto descenso», recordó Huerta que tampoco veía claro el éxito de la empresa antes de lanzarse al río. «A ver si aguanta, eso quisiera saber yo», se preguntó.

Acerca de la escasa participación en el descenso folclórico Suárez explicó las razones: «La gente no se anima. La juventud no tiene ganas y eso que hemos subido los premios para animar a los chavales».

Quien sí quiso discurrir para armar su barco y mojarse en las frías aguas del río, se lo pasó en grande. El resto miró como bajo los puentes veinte trubiecos bregaban por mantener una simpática tradición organizada por la Asociación Cultural y que cuenta con el patrocinio de las empresas Química del Nalón, Rial Gestión Financiera e Industrias Doy.

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