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Los recreacionistas simulan el encendido del alto horno «El Volcán», que tuvo lugar en 1797, y tratan de fundir el mineral. FOTOS: MARIO ROJAS
Trubia retrocede a 1797 para encender su alto horno

Trubia retrocede a 1797 para encender su alto horno

Recreación. La plazoleta de la villa cañonera se convierte de nuevo en el escenario de la modernización de la industria española con la prueba de «El Volcán»

COVADONGA DEL NERO

Domingo, 31 de julio 2022, 00:33

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Trubia se remontó ayer 225 años atrás para celebrar una fiesta «novedosa y distinta» que rindió homenaje a aquella puesta en marcha de «El Volcán», uno de los altos hornos que la entonces llamada Real Fábrica de Municiones Gruesas de Trubia puso en marcha en 1797. Este fue el primer alto horno de nuestro país y trató, en julio de aquel año, realizar la primera colada de cok. Un acontecimiento que los vecinos trubiecos quisieron revivir con una recreación histórica que más bien parecía una auténtica obra de teatro en plena plazoleta de la villa cañonera.

El día, esperado desde hace meses, comenzó como una fiesta a mediodía con la música de las gaitas de la Banda Camín de Fierro, de Proaza, primer o, para después dar paso a los bailes del Grupo Xuno, de San Claudio. Un inicio festivo que no hizo más que presagiar lo que iban a vivir los presentes durante la tarde. Para comer, degustaron algunos platos creados para la ocasión, de esos que comían los vecinos de Trubia hace más de dos siglos. Tanto es así que la asociación El Volcán 1797, organizadora de este evento, elaboró un nuevo pastel que comparte nombre con el alto horno y la asociación.

La tarde comenzó con los estómagos llenos de los asistentes, ansiosos de ver la recreación de lo que es historia de su localidad. Pasadas las cinco de la tarde, decenas de personas, perfectamente ambientadas en trajes de la época, comenzaron una interpretación del que fue el primer intento de fundición utilizando cok y el inicio del desarrollo armamentístico de Trubia, así como el origen de su futura fábrica de armas. Un primer intento de la incipiente industria española.

Así, los primeros en llegar fueron los soldados, recién salidos de la propia fábrica de armas. Tras ellos, hasta la plaza, llegaron a la plazoleta en una calesa tirada por un caballo de color oscuro, Ignacio Muñoz de San Clemente, director de la entonces Real Fábrica de Municiones Gruesas de Trubia, junto al subdirector de la misma.

Allí, se toparon, en el centro de la plaza, con la chimenea del alto horno y con varios operarios que ultimaban los preparativos para ponerlo en marcha aquel día del 11 de julio de 1797. Director y subdirector de la fábrica, nerviosos, anduvieron de un lado para otro sabiendo «todo lo que se jugaban». Poco a poco, en calesa, también llegaron las máximas autoridades: los alcaldes de Oviedo y de Grado, con sus respectivas esposas; el obispo de Oviedo, don Juan de Llanoponte; y el ingeniero de Marinas Fernando Casado de Torres. Este último fue precisamente el creador e impulsor de ese alto horno denominado «El Volcán», denominado así «por las altas temperaturas que alcanzaba».

Tras las inspecciones pertinentes, observando cada detalle y comprendiendo la magnitud del alto horno, que sería, si todo salía como esperaban y como habían trabajado, el primer alto horno de España, tuvieron la 'visita' especial de los mineros encargados de extraer y transportar el mineral de hierro de Castañedo del Monte. Ellos, protestaron porque consideraban que debían seguir siendo quienes llevaran el mineral, participando en este proceso de evolución de la industria, para seguir llevando algo que comer a sus hogares.

Los espectadores aplaudieron con vehemencia, sobre todo con la entrada de cada uno de los personajes, entre los que también se encontró Gaspar Melchor de Jovellanos. No obstante, la historia es la que es. Los aplausos se tornaron en tristeza y desesperación entre los recreacionistas cuando, al intentar sacar el material fundido, observaron «que algo no había salido bien». Manos a la cabeza y cabizbajos ante un primer intento que, aunque fallido, presagiaría lo que ocurriría unas décadas después: el funcionamiento del alto horno.

Una recreación histórica cuidada hasta el más mínimo detalle gracias al trabajo de documentación e investigación a través de archivos nacionales e internacionales sobre aquel acontecimiento que situó, por primera vez, a Trubia en el mapa de la industria. Para terminar, la artista asturiana Covadonga de la Rúa cantó el himno a Trubia, creado para esta ocasión, y la Banda de Guerra del Regimiento Príncipe número 3 tocó cuatro piezas musicales, tras las cuales el himno de Asturias puso el broche de oro a una cita que ha venido para quedarse.

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