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A. ARCE
oviedo.
Lunes, 1 de junio 2020, 01:30
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El escritor Rafael Álvarez Avello (Madrid, 1969) es «más asturiano» que madrileño. Atiende a EL COMERCIO por teléfono para charlar sobre su última obra, 'Quién sujeta el cielo', «un testamento» para sus dos hijos que narra el momento en el que encontró a Dios, tras ser padre. «Creía que había que ganarse el cielo, pero no», dice.
-Afirma haber descubierto la idea de Dios tras ser padre.
-Mis hijos fueron mi conversión porque me considero un converso. Un día cualquiera me di cuenta de que Dios me mira como yo los miro a ellos y, desde entonces, toda mi fe cambió.
-¿Por qué?
-Pienso que el mensaje principal del Cristianismo es ese: Dios es Padre. Si entiendes la transcendencia de esa frase tan repetida, y a mí me pasó al tener hijos, te das cuenta de que no venimos a ganarnos el cielo a golpe de sacrificios, ¿se los pedirías a tus propios hijos como condición para quererlos? Lo único que quiere un padre es que sus hijos sean felices, es decir, que se sientan queridos y encuentren un sentido a su vida. El cristianismo se basa en unas creencias, desde luego, pero también es una forma de vida.
-¿Quién sujeta realmente el cielo?
-Siempre me he alejado de cualquier mundo milagroso o esotérico. Defiendo que se puede sentir a Dios a través de nuestros propios sentimientos y que podemos descubrirlo en nuestra vida cuando miramos hacia atrás. Incluso, al hacerlo, nos parece evidente: haber conocido a una persona con la que luego compartes tu vida, elegir una profesión y no otra, haber nacido en una determinada familia, en un determinado país, en un determinado momento...
-Se ha declarado converso...
-Sí, no es fácil de describir. Es una seguridad que aparece en tu mente y te sorprende de alguna manera, pero te tranquiliza. Sabes que no ha venido de ti porque no es solo una idea, un pensamiento, es más íntimo, quizá más parecido a un sentimiento o, quizá, a una presencia. No hablo de apariciones sino de lo que sientes cuando te encuentras con alguien al que quieres. Además es muy distinto a la imaginación o a la sugestión porque te conoces y, además, sabes que se apagan enseguida.
-¿La España de ahora está falta de fe?
-No es solo España, es todo occidente. Nuestra cultura ya es global y las personas piensan de la misma forma. La vida occidental, y también pasa en España, lleva a vivir en una gran superficialidad, a no entrar en contacto con tu espíritu.
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