De vuelta al terruño con el violín al hombro
Activa. Violinista de formación clásica, se fue del hogar para experimentar con el jazz, ahora toca el violín eléctrico y triunfó con el Circo del Sol. Vive a caballo entre Madrid, donde germinó su grupo Proyecto Electronic Firefly, y Oviedo, donde da clases en la Escuela de Música
Como tantos jóvenes se reinventó para triunfar. Dedicada, tenaz, decidida, una persona que se piensa mucho las cosas pero que actúa. Independiente y capaz, ha sobrepasado los límites de su carrera clásica de violín para experimentar y salir del encorsetamiento de las partituras para volar libre por el camino del jazz y otros ritmos. Pero siempre con el violín en el hombro, aunque desde hace unos años más eléctrico que clásico.
Silvia Carbajal Sánchez (Oviedo, 1987) es licenciada superior en violín. Vive a caballo entre Oviedo y Madrid. En Oviedo ocupa desde septiembre y temporalmente la plaza vacante de su maestra y amiga Amaya Rodríguez, «que falleció hace tres años, una enfermedad se la llevó muy rápido». Los ojos se le llenan de lágrimas al recordarlo. Lo de Madrid es un gran periplo que ha culminado en un proyecto conjunto con su pareja Carlos. Una unión de la que ha nacido una hija, Álida. El dúo es un grupo, él toca el violonchelo, denominado Proyecto Electronic Firefly.
El caso es que Silvia estudió en la Escuela de Música y luego en el Conservatorio con el violín. La afición musical se la inculcó su padre Lorenzo, bombero jubilado, acordeonista y saxofonista, que junto a su madre Mónica, enfermera, le metieron dentro el veneno de la música y aunque el acordeón paterno tiraba mucho, «más a mi padre que a mí», terminó escogiendo el violín». «Cuando acabé los estudios generales y los de música y violín pasé una época regular, en esa época fui camarera del Planeta Tierra para ganar un dinero', porque no sabía por dónde tirar hasta que me encontré con el jazz, el mundo de la improvisación musical» lejos de lo pautado de la interpretación clásica. De ahí al violín eléctrico fue un paso. Se trasladó a Madrid «para ir a formarme más» y comenzó una carrera musical muy completa que ha pasado por diversos estadios hasta que hace tres años volvió a la Escuela de Música de Oviedo. «Me gustó el jazz y esa manera de vivir la vida sin tanta presión como con el violín clásico al que hay que dedicar muchas horas de esfuerzo porque ahí el 90% es esfuerzo y el 10% talento»
Silvia ha tocado en un crucero para animar las veladas de gente que viajaba por los mares del Mediterráneo, ha trabajado en una agencia «tocando el violín eléctrico en fiestas, y eventos de una marca comercial». También ha participado en musicales como 'West side story' o en algunos con Silvia Marsó y ha tocado con cantantes tan de moda como Pablo López o el grupo Taburete. Pero la culminación la alcanzó cuando se convirtió en violín de una orquesta femenina que el Circo del Sol organizó en Malta denominado Fieri. «Fue muy importante para mí porque reunió artistas y mejores profesionales del mundo. Seguramente es el top de mi carrera profesional».
Ahora ha vuelto a poner un pie en Asturias después de buscarse la vida fuera y espera poner los dos aunque antes tenga que solucionar problemas domésticos. Mientras tanto, toca y toca.