Vuelve a quedar en libertad el hombre que maltrató a su familia durante años en Oviedo

La jueza del Juzgado de Instrucción número 1 de Oviedo en funciones de guardia prohibió ayer la entrada a Oviedo de R. M. R., el hombre que aceptó el martes dos años de prisión, además de una orden de alejamiento, por maltratar durante más de una década a su pareja y dos hijos, uno de ellos en común. Logró evitar su ingreso en prisión al carecer de antecedentes computables.

Y ayer volvió, por segunda vez, a sortear la cárcel después de que, presuntamente, quebrantase la orden de alejamiento impuesta hace cuatro días por la magistrada titular del Penal número 2 al presentarse en el lugar de trabajo del hijo de su expareja, el joven de 23 años Cristian García, quien interpuso la correspondiente denuncia.

R. M. R. no reconoció los hechos y el nuevo juicio quedó fijado para el próximo 26 de noviembre. Prestó declaración en sede judicial después de pasar la noche en los calabozos de la comisaría de la Policía Nacional. Según sus palabras, se tomó una cerveza en el establecimiento hostelero en el que trabaja García, pero «fue una casualidad», explicó a la jueza. Negó tener conocimiento alguno de que el hijo de su expareja trabajase allí.

García lo volvió a negar: «Fue allí para intimidarme, para demostrarme que no se ha ido ni se irá y que no piensa dejar a mi familia tranquila», aseguró ayer ante los juzgados. «Fue cinco minutos antes de que comenzase mi turno. No es ninguna casualidad, tiene controlados mis horarios de entrada y salida del bar», ahondó.

La acusación particular solicitó la prisión provisional para el hombre como última medida de protección, pero fue denegada en última instancia. Ante esto, la madre de García y víctima de malos tratos durante catorce años, María Estrella Berredo, contestó: «Cuando nos lleve por delante a mí y a mis hijos ya será tarde para encerrarle».

En declaraciones a EL COMERCIO, detalló que se siente «desprotegida». «Este hombre va a hacer lo que le dé la gana, entra por un lado y sale por el otro, y yo ya no puedo más. Me siento engañada», sentenció Berredo, para afirmar a renglón seguido que ella aceptó el pacto del martes porque pensaba que así iba a poder «dejar de vivir con miedo». «Me dijeron que si él incumplía uno solo de los puntos (orden de alejamiento y prohibición de comunicación, no delinquir durante tres años y el pago de una indemnización de 10.000 euros), entraría directamente en la cárcel». Pero lo cierto, concluyó la víctima, «es que solo le hicieron falta 48 horas para saltarse la orden, y ahora ha vuelto a quedar libre», lamentó.

Por su parte, García, que también prestó ayer declaración en el Juzgado de Instrucción número 1, reafirmó ese sentimiento de «desprotección»: «No salgo de casa más que para ir a trabajar porque tengo miedo, y sé que este hombre va a venir a por mí». «Tengo una pequeña de un año y no me gustaría perderme verla crecer o estar con mi mujer porque este hombre no termine de entrar en la cárcel», enfatizó.