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Asistentes al Festival de la Sidra de Nava.
Duelo de culinos en el templo de la sidra

Duelo de culinos en el templo de la sidra

El próximo domingo se disputará en la plaza de Manuel Uría la prueba, enmarcada en el Festival de la Sidra

Lydia Is

Martes, 7 de julio 2015, 12:00

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Forman parte de la élite del escanciado de la sidra, un arte único en el mundo del que solo Asturias puede presumir. Susana Ovín, Loreto García, Henry González, Jeison Franco y Pablo Álvarez han saboreado las mieles del éxito en los últimos años proclamándose ganadores del Concurso Internacional de Escanciadores de Nava, una prueba puntuable para el Campeonato de Escanciadores de Asturias que se celebrará el próximo domingo, enmarcada en el XXXVIII Festival de la Sidra.

EL COMERCIO, diario oficial del campeonato, reunió a los cinco ganadores en la plaza de Manuel Uría, considerada un templo de la sidra. No en vano, en ella se da a conocer qué llagar ha elaborado el mejor caldo del año, pone a prueba a sus echadores y miles de gargantas la degustan, como marca la tradición, el segundo sábado de julio.

«Ganar en Nava da un prestigio incomparable», asegura Susana Ovín, de la sidrería local La Barraca y la primera mujer que se alzó con un campeonato regional de escanciadores. «Sin duda es la mejor plaza porque en el municipio hay mucha tradición del escanciado; además es un concurso muy mediático y que da mucho beneficio al negocio», explica. Y añade que «una vez ganas aquí, es como si lo hubieras ganado todo, como la Champions». Con tres campeonatos regionales a sus espaldas, Susana decidió abandonar la competición profesional y únicamente compite en Nava como local. «A pesar de todo, cuando me toca escanciar, me pongo nerviosa, como no estés dentro del ruedo de los concursos, cuesta mucho estar entre los primeros», apunta.

Pero Pablo Álvarez discrepa. «Que conste que a pesar de lo que dice, todos los profesionales tenemos miedo de que nos supere», corrige entre risas. Este joven ovetense es el campeón vigente en Nava y el año pasado no lo tuvo nada fácil para lograr la victoria. «Fue una puntuación muy ajustada y hacía mucho viento, tuve que repetir la prueba con otra botella porque me desvió completamente el chorro», recuerda.

Tampoco olvida la entrega del premio. «Ser el mejor aquí es un sentimiento único por todo lo que representa, significa demostrar ante los mejores que tú también eres bueno», rememora. En cuanto a sus rivales, Pablo destaca que «la curva de aprendizaje está muy alta y la mejora en la técnica es continua. Hay cosas sutiles que establece el jurado que beneficia a unos y perjudica a otros; pero en algún sitio hay que poner los baremos, es muy difícil establecer los criterios para decir quién es el mejor», señala.

Henry González, sin embargo, opina que «el nivel no aumenta; lo que pasa es que siempre participamos los mismos. Lo que queremos es que la gente se anime y ver caras nuevas en el campeonato». El dominicano acumula dos triunfos en Nava -2011 y 2013- y confía en que este será el año de sumar el tercero.

No será el único extranjero en el concurso. En los últimos años escanciadores latinoamericanos o incluso africanos, como el guineano Salvador Ondó, que actualmente se sitúa tercero en la clasificación general, se disputan los primeros puestos. El dominicano Jeison Franco es otro de los habituales. Trabaja en las sidrerías Madreñeru y Manolo Jalín, de Pola de Siero, y no tiene dudas acerca de la repercusión que tiene el concurso de Nava. «El público se implica mucho y sigue al ganador».

Su jefa, Loreto García, lo corrobora. «Para mucha gente, si ganas aquí es como si ganaras el campeonato de Asturias, es un sitio con mucha tradición donde el público vive la competición, se involucra y es muy exigente. Tanto si te sale bien como si no tienes un buen día, te lo hacen saber en seguida», apunta.

Cien centímetros cúbicos

El reto no es fácil. La perfección está en lograr seis culinos de cien centímetros cúbicos, escanciados con la mejor técnica, actitud y estilo. Por el momento, nadie lo ha conseguido. Todo cuenta para el jurado, muy meticuloso en su análisis.

Enrique Tuya es el coordinador del campeonato y asegura que «la normativa siempre tiene que ir por delante de los escanciadores; con el paso del tiempo todo están tan entrenados que hay que evitar que hagan trucos», señala. Entre las anécdotas, extremar la vigilancia de la inclinación de los vasos, que no deben tener logos para evitar que sirvan de referencia para las medidas de los culinos.

Del cuidado de todos estos aspectos se encargan, por lo general, tres personas. María José Cabeza es la responsable de controlar el brazo superior, la sujeción de la botella, la posición de la muñeca, el corte del chorro, la mirada del echador, la colocación de la etiqueta y el corcho. «El brazo debe estar bien estirado, hay que agarrar la botella desde la mitad hacia atrás, tener el corcho en la mano y terminar con un corte fino y elegante», resume.

Ricardo del Río, por su parte, se ocupa de la parte inferior del cuerpo. «Además de comprobar que el brazo que sujeta el vaso está bien estirado y en el centro del cuerpo, hay que observar los movimientos que se hacen de él, su inclinación y si la sidra al caer rompe en el borde o se machaca, que es de lo que más se penaliza», explica.

La «parte más poética», como él la define, le toca a Maximiliano Francisco. La postura, su actitud, su forma de vestir e incluso los movimientos son otras de las cuestiones a examen. «Debe haber una armonía en el cuerpo del escanciador, independientemente de su complexión, quien consigue el mismo chorro en los seis culinos es porque sabe mantener la muñeca en un equilibrio perfecto y puede decirse que es casi un semidiós», asegura. Ante la elevada cantidad de detalles a examen, añade que «el problema es que son todos buenísimos y tenemos que fijarnos en las pequeñas cosas».

Por otro lado, el tiempo de escanciado se mide con un cronómetro y la sidra escanciada con unas probetas. «Hay registrados dieciséis campeones de Asturias desde que el circuito es oficial, se merecen un espacio en el Museo de la Sidra porque no figuran en ningún sitio», reivindica Enrique Tuya, que está trabajando para presentar un proyecto que sirva de homenaje y recuerdo a los escanciadores.

Más de 1.700 euros en premios

En cuanto a los premios, la prueba de Nava es de las mejor dotadas, con 500 euros para el ganador. En total se reparten más de 1.700 euros y una veintena de trofeos. «El promedio de los participantes suele estar en treinta; no está mal porque estamos presentes en los principales eventos de Asturias, pero hace falta impulsar a los escanciadores locales», asegura.

Para fomentar su inscripción, la organización ha separado las clasificaciones en profesionales, donde pugnan quienes compiten en la clasificación general, y locales. «Es una forma de dar la oportunidad de lucirse a gente que también es buena pero que no participa en todas las pruebas», añade Tuya. Otra de las novedades de este año ha sido la creación de la categoría por equipos, en el que participan sidrerías.

Por otro lado, el campeonato cuenta con la colaboración del Consejo Regulador de la Denominación de Origen Protegida Sidra de Asturias y Caja Rural, pero Tuya echa de menos el apoyo de la Consejería de Agroganadería. «Es una tradición única que debemos proteger y fomentar, pero para eso se necesitan apoyos», asegura.

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