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Calzada de las Foces del Pino y puente de traza romana del "Pasaeru". CARMEN PIÑÁN
La calzada de las Foces del Pino

La calzada de las Foces del Pino

En los montes alleranos se escucha ahora la berrea de venados a plena luz del día

BERNARDO CANGA / CARMEN PIÑÁN

Viernes, 6 de octubre 2017, 06:35

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Por el concejo de Aller cruzaban cinco calzadas romanas de cierta importancia: La Carisa, Piedrafita, altos de San Isidro y Vegarada (con dos ramales: uno por El Pino y otro por Rioaller). Pocos municipios españoles pueden presumir de contar en su territorio con nada menos que cinco caminos históricos, romanos o medievales (y también prehistóricos), como los montes alleranos; tanto por su zona central, como delimitándolo con otros municipios. Esto último puede ser un dato importante pues los concejos (cuando se definieron) se solían marcar sus límites geográficos partiendo de una línea de cumbres o un río y, sobre todo, de una calzada importante. Este es el caso de La Carisa entre los actuales concejos de Lena y Aller; o del Camino de Wamba y puerto San Isidro, entre Caso y Aller. Pero a esas dos calzadas alleranas, acondicionadas y mejoradas en la época romana o medieval, hay que añadir otras también muy antiguas, como son la del puerto de Piedrafita y la del alto Vegarada. Esta última en realidad son dos ramales en la zona asturiana: el que baja por el pueblo y Foces de Rioaller a Casomera y el que desciende por Caniecha (Caniella) y Foces del Pino, que posiblemente es el más importante y el que actualmente tiene más vestigios, con largo empedrado y puente romano incluido, 'El Pasaeru'.

Entre el pueblo del Pino y la majada (mayáu) de Caniecha hay muchos restos de la vieja calzada (acondicionada posteriormente, en un kilómetro, la última vez hace casi un siglo), tanto antes de las Foces del río Pinos (o Valmartín), como al cruzar las mismas por camino empedrado y en la subida a Caniecha (aunque en parte tapada por la vegetación). Asimismo se pueden ver aún contrafuertes y un puente de traza romana en pleno desfiladero (puente El Pasaeru) y el famoso Mollón de La Corralá, de Pola del Pino.

En la parte leonesa, cerca de La Vecilla y Vegarada, es notable la abundancia de puentes romanos o medievales. También hay restos de 'corros' al estilo de las que jalonaban las Ruta de La Plata (en tierras asturianas es el Camín Real de La Mesa el ramal más importante de esa vía). Los 'corros' son de tipo castreño, o extremeño, según los pastores trashumantes; y tienen forma circular, con falsa bóveda, el dintel de la puerta de forma dolmítica y 'tapines' vegetales sobre el techo. Por ejemplo en Caniecha.

Para llegar a este lugar hay varios caminos: uno desde La Paraya, por las Foces de Rioaller (unas 5 horas se tarda entre este lugar y Pino, con sus foces hermanas). Por el puerto de Vegarada, en descenso también por las Foces del Pino, en unas 4 horas, pisando muchos tramos empedrados de la citada calzada. Y por el pueblo de Pino subiendo lentamente desde el 'Molino de Peón', por un 'caleyón' hasta las verdes camperas de Caniecha, donde nace el río Pinos. Aunque ya nos parece un buen paseo el subir desde el Pino, a las 'foces' del miso nombre, por la majada de Cobes y fuente de Les Gavilanceres, cruzando los puentes de Pinos y El Pasaeru (de traza romana), a unos 700 metros de cota. El puerto de Vegarada y ·La Caniecha están a unos 1500 metros de cota. Toda la zona cuenta con frondosos bosques, refugio de lobos, corzos, rebecos, jabalíes y venados. Y, ahora, a estos, a plena luz del día (y si está nublado mejor) se les puede escuchar en su famosa berrea».

Dice la canción popular: «Entre la Pola y el Pino hay una piedra redonda, donde se sienten los mozos cuando vienen de la ronda». En la carretera que asciende hasta el puerto de San Isidro (AS-253) están estos dos bellos pueblos (Pino y Pola del Pino); y cerca de ellos las Foces del Pino. Esa piedra redonda bien podría ser el llamado Mollón de La Corralá que actualmente se encuentra en la Pola, pero que antaño pudo ser un mojón señalizador de la calzada; aunque los lugareños aseguran que son dos piedras distintas. Y para los amantes del mundo romano, en las Foces del Pino aún hay restos (de un kilómetro de longitud), del empedrado de una antigua vía romana.

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