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Jorge Sánchez en El Jardín. Arnaldo García
«El último disco que suene en El Jardín lo voy a poner yo»

«El último disco que suene en El Jardín lo voy a poner yo»

Jorge Sánchez lleva una vida entera vinculado a la discoteca gijonesa, que este sábado y el próximo dice adiós para siempre

M. F. Antuña

Gijón

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Viernes, 15 de junio 2018, 12:49

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Mañana hay fiesta en El Jardín; y el sábado que viene, también. Serán las últimas. Ya no hay ni prórroga ni penaltis. El último disco sonará en la mítica discoteca gijonesa por la que han pasado un montón de generaciones y el encargado de hacer los tristes honores del adiós será Jorge Sánchez, 'Gillu', (Gijón, 1977). Tan mítico como la discoteca es este 'disc jockey' cuya vida ha ido pareja a la de la sala con sede en Somió.

–¿Mucha nostalgia?

–Buf. Se me ponen los pelos de punta.

–¿Se acuerda de cuándo fue por vez primera a El Jardín?

–Perfectamente. Iba con la pandilla, con mi hermano, que eran mayores que yo, como cualquier chaval. No tenía ni 16 años. Lo mío fue una historia de amor con la discoteca. La primera vez que entras te quedas impresionado.

–¿Y lo suyo con el universo 'dj' también fue amor?

–A mí siempre me gustó mucho la música, eso lo heredé de un hermano mayor. Y mi madre tenía en los 80 un bar de copas en la Ruta, me gustaba mucho el acid house de la época, siempre me llamó la electrónica. En el Jardín era amigo del que ponía la música, me metía allí, le decía 'déjame probar'. Me ponía yo a última hora y se colocaban delante todos mis amigos.

–Y poco a poco se convirtió en 'disc jockey'.

–Sí. Me acuerdo del día que aprendí a mezclar un disco con el otro. Se me soltó la cabeza y lo hice, y eso es como andar en bicicleta, ya no se olvida.

–Desde entonces no ha parado. Y el Jardín ha sido siempre su lugar en el mundo...

–Sí. O casi siempre. En el año 1999 inauguramos una sala de música electrónica. Luego hubo años en los que estuve en El Tik, El Rocamar, El Parque del Piles, pero acabé volviendo a El Jardín. Y desde finales de 2003 hasta hoy llevo gestionando El Jardín 2, y el Jardín 1 para algunas cosas. Desde entonces tengo ahí el alma.

–Eso es mucho decir...

–Me emociono. Es que el último disco que va a sonar lo voy a poner yo.

–Son varias despedidas. Dos fiestas este sábado y otra el próximo.

–Sí, este sábado es la última fiesta de música electrónica para siempre, y en El Jardín 1 hay una fiesta de universitarios. El 23 será ya la última última, en la que abre todo, y sonará música de los ochenta y noventa. Alberto Palacios y yo vamos a hacer un 'set' especial en el 2; en el 1 habrá pinchando mucha gente que estuvo vinculada a la discoteca.

–¿Ha decidido ya cuál será esa última canción que va a sonar en El Jardín?

–No lo tengo claro, porque me muevo por emociones, llevo X discos y, de repente, el que me apetece poner es uno en concreto. Y además, igual le digo uno, pongo ese, pero seguro que voy a tener que poner más, porque la gente me va pedir más y allí estaré hasta que me echen con la espátula.

–Ya veo que habrá lagrimón.

–Eso seguro. (Se le enrojecen los ojos).

–Y el sábado 23 la discoteca se va a venir abajo.

–Está todo agotado desde hace ya tres semanas. Va a ser apoteósico. Me da pena porque mucha gente no va poder ir.

–Vaya, que si hace dos fiestas las llena.

–Sí, totalmente. Pero no puede ser, porque el 25 ya no se puede abrir más.

–¿Ha vivido muy buenos momentos allí?

–Muy buenos. Noches bonitas, eventos grandes, buena gente, buena música, ha habido de todo.

–¿Cuál fue la mejor época de El Jardín?

–Para mí, 2005-2012, para el Jardín 2. Para el 1, los noventa. Había unas fiestas terribles, de tres mil y cuatro mil personas.

–¿Vale más por lo que calla que por lo cuenta?

–Sí.

–¿Muchos secretos guarda entonces?

–Bastantes. No puedo contar nada. Lo que pasa en El Jardín se queda en El Jardín y muere con El Jardín.

–¿Alguna anécdota?

–Los cierres, los últimos discos de las fiestas. Llegaba Fernando a cerrar y la gente le gritaba 'Fernando, Fernando'. Era muy cómico. También hubo despistes, uno que te cae en la cabina, otro que te pide una copa porque piensa que es la barra.

–¿Por qué se ha creado en Asturias tanto ambiente de música electrónica?

–No sé. Tenemos cultura de ello, hicimos un movimiento muy fuerte desde el ochenta y pico y noventa, la música que se ponía en El Tik y El Jardín siempre fue muy buena. Se fue creando ambiente. Y luego La Real, en Oviedo y en Gijón, hizo un buen trabajo.

–¿Y ahora cómo está la cosa?

–Hubo un parón, una burbuja generacional, todos a la vez dejamos de programar de seguido y partió. Pero fue lo que tenía que pasar para que ahora mismo resurja otra vez. Tiene que pasar tiempo. Pero vuelve el pequeño club porque las nuevas generaciones están descubriendo la electrónica.También está ahí el Aquasella, completamente consolidado.

–Oiga, ¿por qué mueren las discotecas?

–Porque las dejamos morir. Tienen que refrescarse. Funcionaron cuando eran algo innovador; el Jardín tiene 60 años, las otras, 40, 50... Yo estoy convencido de que haces una discoteca nueva y se llena.

–¿Gijón necesita una?

–Gijón necesita una discoteca como el comer. En los sitios de costa y de veraneo tiene que haberla. Además, hay una generación muy grande que viene detrás que no tiene dónde ir. Los jóvenes quieren discoteca, un sitio donde reunirse y encontrarse todos.

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