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Alfredo González, en una imagen promocional E. C.
«Quería ser escritor de libros y me quedé en escritor de servilletas»

«Quería ser escritor de libros y me quedé en escritor de servilletas»

El intérprete turonés pone música a los versos de Ángel González junto a Pablo Moro y Pablo Texón en un concierto en la plaza del Paraguas de Oviedo

josé luis gonzález

Viernes, 14 de septiembre 2018, 03:41

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Alfredo González (Turón, 1981) siempre admiró la poesía de Ángel González. Estuvo incluso en varios de sus recitales, pero nunca se atrevió a acercarse al genio de las letras. Lo ha hecho de otra manera. Hace unos años, la Universidad se planteó ponerle música a los versos del maestro, un proyecto que acabó en las manos de Alfredo González y de su amigo Pablo Moro. Junto a ellos, como hilo conductor, el escritor Pablo Texón. Los tres estarán esta noche en la plaza del Paraguas de Oviedo (23 horas) para mostrar el resultado de su trabajo.

-¿A qué suena Ángel González?

-Es un poeta muy musical, porque a él le gustaba muchísimo la música, la ranchera, los tangos y se nota en lo que escribió. No es un poeta especialmente fácil de musicar, porque es muy de verso libre, pero sí que las melodías que desprenden sus poemas hacen que a los que osamos ponerle música nos facilite un poco las cosas.

-¿Cómo se elige el traje musical para sus poemas?

-Las canciones las hicimos por separado; Pablo hizo cuatro y yo, otras cuatro. Creo que los dos nos fuimos dejando llevar. Había puesto música a otros poetas antes, sobre todo a poetas en asturianu, y creo que Pablo también hizo algo parecido. Yo suelo ponerme con los libros delante y me dejo llevar. Si lo estamos haciendo bien, al final el poeta acaba reflejado en el estilo que tiene el cantautor previamente. Como dijo Pablo Texón, Pablo Moro y yo hemos hecho artefactos pop con los versos de Ángel González.

-¿Hace suya esa frase?

-Ojalá sí. Intenté que fuera mía, era una cuestión muy complicada porque sintiendo tanta admiración por los versos de Ángel González, cuando alguien se pone delante de los textos de una persona tan conocida y tan leída por nosotros es meterse en un berenjenal importante. Mi máxima aspiración era que sonara una canción, pero no que no sonara a un poema con música.

-Empezó en la música de bien pequeño. ¿Cómo lo recuerda?

-Mis padres me regalaron un piano de juguete cuando tenía cuatro o cinco años. Se ve que lo golpeaba y decidieron mandarme a clases de piano y al final todo fue dejarme seguir y mucha ilusión. En mi casa siempre ha habido mucha música y mucha literatura.

-¿Hubo mucha resistencia en la familia?

-La hubo y la hay. Es normal. No soy padre, pero si lo fuera querría egoístamente que mi hijo tuviera un trabajo estable y la música es cualquier cosa menos estable. Mi madre, en algunas comidas, siempre me recuerda que por qué no vuelvo a presentarme a una oposición. Es una resistencia pasiva, que siempre está ahí, aunque mi familia siempre me apoya.

-¿Cómo define su estilo?

-Hace años la gente te preguntaba si estabas de acuerdo con la etiqueta de cantautor, porque estaba muy denostada. Yo siempre decía que sí, pero que sobre todo era escritor de servilletas, porque a mí las canciones siempre se me ocurrían cuando estaba tomando un café en un bar. Lo mismo hago pop que puedo hacer folk, una ranchera... Escribo lo que me pasa. Soy alguien que quiso ser escritor de libros y se quedó en mero escritor de servilletas.

-¿Ahora ya puede decir que es cantautor sin que le miren raro?

-Cambió mucho el concepto. Hay muchos cantautores y muy distintos. Antes estaban los seguidores de Silvio y Aute, y los de Bob Dylan y Tom Waits. Ahora eso está diluido y la gente joven viene mucho más formada de lo que venían antes. No se denosta tanto el término, pero la cosa está cambiando bastante y ya se puede decir con orgullo que eres cantautor.

-Con orgullo lleva ser de Turón y allí dice que no se habla otra cosa que asturiano. ¿Qué hacemos con él?

-Con el asturiano, lo que tenemos que hacer es oficializarlo ya. Primero porque es cultura y quien no defienda la cultura, que se prepare para su propia muerte. Soy un defensor a ultranza de la oficialidad.

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