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Teatro romano de Mérida.
Diez motivos para acudir al Festival de Teatro Clásico de Mérida

Diez motivos para acudir al Festival de Teatro Clásico de Mérida

Cada año aumenta el número de espectadores, animados por la excepcionalidad de su programación, su ubicación y su historia

GUÍA REPSOL

Martes, 30 de junio 2015, 13:23

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El verano es sinónimo de festivales en España pero entre todos ellos hay uno que brilla con luz propia: el Festival Internacional de Teatro Clásico de Mérida. Su ubicación, su programación y su historia lo hacen excepcional y por eso cada año ve aumentar el número de espectadores. Asistir a una de sus representaciones es vivir el teatro en estado puro y, a la vez, disfrutar de una de las ciudades más bellas de Extremadura. Hemos seleccionado los diez motivos irrefutables por los que es imprescindible marcar este festival en nuestro calendario de eventos del verano.

Un teatro Patrimonio de la Humanidad. Poder asistir a una representación sobre un escenario construido entre los años 15 y 16 a. C., que ha sido declarado Patrimonio de la Humanidad, es una experiencia única. Hace más de 2.000 años, otros espectadores disfrutaban desde este mismo lugar de las mismas obras que ahora vemos.

Acústica sin igual. Si de algo sabía la civilización romana era de arquitectura e ingeniería, tal como demuestran las muchas obras que todavía hoy perduran. Por eso este teatro cuenta con una acústica especial que en pocos lugares podemos experimentar. La iluminación, a base de velas y antorchas, es otro valor añadido a la escena.

Obras maestras. Como el propio nombre del festival indica, aquí se representan las obras clásicas de la dramaturgia grecolatina, textos y temáticas no siempre accesibles en los circuitos de teatro convencionales. Obras como la Ilíada, La Odisea o Electra cobran un sentido diferente en un escenario como éste.

Fama internacional. Está considerado como uno de los festivales más importantes de Europa en su género, lo que le ha convertido en un gran reclamo del turismo cultural en nuestro país. Tener un tesoro así tan cerca y no aprovecharlo sería un pecado imperdonable.

No solo teatro. La programación varía y se amplía cada temporada de forma que ya no solo el teatro tiene cabida en este festival. Coreografías de danza, óperas, performances e incluso circo son algunas de las propuestas que pueden verse cada año.

Diversidad de escenarios. Es tal el abanico de propuestas que nos ofrece la programación del festival que el teatro de Mérida se queda pequeño. Por eso algunas de las propuestas se representan en otros dos escenarios como el templo de Diana, el Pórtico del Foro o el teatro romano de Medellín.

Inmejorable cartel. La fama cosechada por el festival a lo largo de su historia hace que actuar en él se considere todo un hito en la profesión. Cada año, algunos de los nombres más destacados del panorama interpretativo del país se suben a este escenario por el que han pasado grandes figuras como Nuria Espert, Mario Gas o Josep Maria Pou.

Augusta Emerita. Cualquier excusa es buena para disfrutar de esta hermosa ciudad cargada de historia. Además del teatro y el anfiteatro romanos, debemos visitar, entre otros, las termas de la calle Pontezuelas y el Pórtico del Foro, levantado en el siglo I. Un paseo a orillas del Guadiana, cruzando el puente de Lusitania, será sin duda el broche final perfecto para cualquier ruta por la ciudad.

La bella Cáceres. A poco menos de una hora del festival, nos espera otra impresionante ciudad: Cáceres. Su casco antiguo ha sido declarado Patrimonio Mundial y en él podemos ver tanto edificios de la Edad Media como del Renacimiento en un perfecto estado de conservación. Será mejor que preparemos una buena tarjeta de memoria para la cámara, la vamos a necesitar.

Una cocina de excepción. Mérida es una ciudad que deja siempre buen sabor de boca, no solo por su belleza sino también por su gastronomía. Las tapas son siempre un acierto en cualquiera de los muchos bares de la ciudad, donde también podemos probar los platos más tradicionales, como las migas, la caldereta de cordero, el gazpacho o el ajo blanco.

Fuente: Guía Repsol

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