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Episodio 2

La cerecina roja

Aquel balón rojo que le regaló su tío fue el primer gran tesoro de Quini, un chaval que creció en Llaranes, a donde se había trasladado su familia desde su Oviedo natal

Transcripción

CARLOS PRIETO: A mediados de los setenta pasaron muchas cosas en España, cosas importantes: la muerte de Franco, la coronación de Juan Carlos I, la Constitución… Bueno, y que Peret fue a Eurovisión…

Pero yo solo recortaba en el periódico las noticias del Sporting y, sobre todo,las de Quini.

En 1977 tenía 10 años; un niño. Cada tarde al llegar del colegio transformaba mi habitación en un campo de Primera División. Movía un par de muebles para ganar el espacio entre las porterías, un muñeco como portero rival y remataba a gol con la pelota de esponja. Como mi ídolo.

Pero claro, yo no tenía su puntería.

Suspiraba por hablarle, por conocerle y confesarle mi admiración, como muchos niños de mi época.

En varias ocasiones rocé el sueño de conocerlo y finalmente lo cumplí ese año, concretamente en junio de 1977, cuando presentó en Oviedo el libro 'Compañero Quini'. Me llevaron mis abuelos. La primera presentación había sido días antes en Gijón, pero mis padres trabajaban y no pude ir. El disgusto fue mayúsculo.

Esta vez fue en Galerías Preciados, en pleno eje comercial de la capital asturiana.

Menuda cola; bordeaba el centro comercial. Temí que mi abuelo Fermín, que encima era antifútbol diera la vuelta, pero aguantó. Y casi dos horas después ya veía a lo lejos a mi ídolo allí sentado, charlando con otros admiradores, con su eterna sonrisa.

Cuando me di cuenta ya estaba frente a él. Uff…

-«¿Qué quieres que te ponga en el libro?», me preguntó.

Enmudecí. Menos mal que mi abuelo salió al rescate y les explicó mi afición por el Sporting y, sobre todo, por Quini.

Solo logré decir 'por supuesto' cuando me preguntó si eso era verdad y mi nombre para la dedicatoria: 'Para el gran sportinguista Carlos Prieto, con todo nuestro afecto'.

Lo comparo en ilusión con un momento personal del Brujo. Su momento de mayor felicidad en su niñez.

Ese día paseaba por Oviedo con unos tíos y le llamó la atención algo en el escaparate de un bazar cerca del mercado de El Fontán.

QUINI: Quedé como un perro de caza, quedé clavado. Entonces mi tío Pepe, que en paz descanse el hombre, me dijo '¿qué miras?'. Y dije yo 'mira tito, parece una cerecina. Me la comía yo ahora esa'.

CP: Era un balón de fútbol. De color rojo.

QUINI: Esa cerecina que yo decía, y que con tanto cariño miraba en el escaparate, me la compraron mis tíos. Eso fue la mayor alegría que tuve yo en mi vida.

CP: Yo me sentí igual. Como cuando él tuvo entre sus manos esa cerecina roja.

Fue entonces cuando comprendí que Quini era patrimonio de todos los asturianos, porque ningún jugador recibía tanto cariño y firmaba libros en la ciudad del equipo rival, el Real Oviedo. Solo él lograba una hazaña así.

SUSANA NEIRA: EL COMERCIO presenta 'Ahora Quini'. Episodio dos: 'La cerecina roja'.

CP: Soy Carlos Prieto, periodista, y estamos escuchando la vida de un ídolo fuera y dentro del campo. Uno de los grandes pichichis del fútbol español, grande ante la portería y ante las adversidades. Un hombre con una manera especial de serlo. Una leyenda más allá del gol. Un amigo.

Para entender el carácter humilde y luchador de Quini, su cercanía, su capacidad de esfuerzo y de sufrimiento, por qué estaba hecho de una pasta especial, en este episodio retrocederemos a los años cincuenta en Asturias. A tiempos de dictadura, hambre y necesidad.

Ensidesa, hoy en día una de las grandes empresas de Asturias, abrió su planta en Avilés a mediados del siglo pasado. Se convirtió en un motor, un gran revulsivo económico.

JOSÉ MARÍA URBANO: Avilés pasa de ser una ciudad con 10.000 o 15.000 habitantes y en una década supera los 80.000.

CP: José María Urbano es periodista y vive en Avilés.

JMU: Es decir, aquello es un boom tremendo, donde viene gente de absolutamente toda España. Ahí había trabajo, había puestos de trabajo, se pagaba muy bien, era una empresa pública.. Entonces eso atrae a miles y miles de familias.

CP: Entre esas familias, los Castro González. Como muchas otras parejas, Enrique y María Elena seguían viviendo, ya casados, en casa de los abuelos en capital asturiana. Y allí, en esa casa con una huerta y gallinero, nació Quini. En Oviedo, el 23 de septiembre de 1949. Dos años más tarde vino al mundo su hermano Jesús, el portero, y una década después el pequeño Rafael, Falo.

Mudarse a Avilés, por tanto, era la gran oportunidad de los Castro para progresar.

JMU: El padre empieza a trabajar en Ensidesa y se van a vivir directamente al barrio de Llaranes. Es el primer barrio siderúrgico que construye Ensidesa para sus trabajadores.

CP: Llaranes, un poblado industrial, un barrio de Avilés con carácter paternalista.

JMU: Llaranes era como una pequeña ciudad dentro de la misma ciudad de Avilés, una pequeña ciudad porque lo tenía todo.Tenía hasta una plaza mayor que parecía hasta un ayuntamiento.

CARLOS: Una urbanización con iglesia, economato, parques...

JMU: Tenía absolutamente de todo y hasta piscina, que tú imagínate que en 1954 un barrio hubiera una piscina.

CP: Y colegio, equipos de fútbol…

JMU: Quini lo tiene todo. Tiene un barrio, tiene una buena casa con sus padres, tiene amigos, tiene un parque, tiene un buen colegio y tiene equipos de fútbol; primero los de los propios salesianos, que es donde empieza a trabajar.

CP: Los Castro se mudaron allí en 1954 en busca de estabilidad laboral. Los hermanos jugaban hasta el anochecer en la calle, con amigos del barrio, y eso marcó la personalidad de Quini; de Quinín, como le llamaban entonces.

ENRIQUE CASTRO: Hombre, evidentemente el crecer en un ambiente de gente trabajadora, gente humilde, pues al final es algo que van mamando desde pequeños. Bueno y al final, él, por ejemplo, ese camino nunca lo perdió.

CP. El delantero mantuvo la esencia del barrio. Allí regresó en muchas ocasiones. Con emoción, incluso con cierta nostalgia.

EC:Una de las veces que le acompañé yo hasta allí y todavía iba a picar a las vecinas, gente que vivía de aquella… es como si volviera a ser niño otra vez.

CP: La ilusión era mutua.

EC: Bueno, unos abrazos allí. Cómo me alegra que hayas venido... Y una cosa de un reencuentro como cualquier persona normal, sin pensar más allá de lo que haya sido él como deportista ni nada de eso. A mí la verdad que me gustó mucho.

CP: Todos reconocían rápido a ese hombre que llamaba a su puerta. Era Quinín, el niño moreno y delgado de pelo rizado que en los años cincuenta y sesenta jugaba al fútbol de día y de noche; que remataba sin parar la pelota contra la placa de la calle Río Piles.

La familia Castro vivía en un bajo de esa misma calle. Como si fuera el destino, porque el Piles es el río que pasa al lado del campo del Sporting, su otra casa de toda la vida. De eso hablaremos enseguida.

En ese barrio los hermanos Castro vivían por y para el fútbol. Jugaban en la calle, a todas horas, y si llovía, dentro de casa, con su madre haciendo de árbitro con la zapatilla.

QUINI: Juntábamos las dos camas y entonces jugábamos de cabeza, y de portero los dos.

CP: Soñaban con ser grandes porteros. Esa generación aún idolatraba a Ricardo Zamora, 'el divino'.

Además, sentían una gran admiración por su padre, un guardameta reconocido a nivel regional hasta que tuvo que dejarlo para formar una familia. Una familia que heredó esa afición. A los tres les apasionaba el fútbol, como si formara parte de su ADN.

JORGE CASTRO: Ya desde bien pequeños lo único que quieren es balón, balón, balón y balón. Y eso es una cosa que o se nace con ello. ,,

CP: Falo, el más pequeño, jugó al fútbol sala, fue internacional. En hierba sobresalían los dos mayores. El mediano, Jesús, era alto, muy espigado, con cuerpo atlético, con aptitudes, y enseguida destacó como portero. Jugó en el Sporting durante dieciocho años.

Al mayor, a Quini, no se le daba mal estar debajo los palos pero tenía menos altura y su padre siempre le decía 'Guaje, tú p' adelante, no puedes jugar de portero'.

Así es como Quini se distanció de la portería de su equipo pero no del fútbol. Ni mucho menos. Simplemente se centró en la portería contraria, en marcar gol. Practicaba el remate de cabeza y con el pie en el colegio, en la calle y en los campos cercanos a su casa como el de la Carbonilla, con carbón fino sobre la dura superficie, o en La Toba con el equipo en el que jugaba, el Bosco.

Practicaba una y otra vez. Y comenzó a marcar en todos los partidos, a llamar la atención en las sucesivas categorías en las que jugaba. Aquel niño tenía algo especial dentro del campo.

Todo iba viento en popa cuando se incorporó con trece años al equipo del Ensidesa, con una escuela de fútbol desde principios de los años sesenta.

JMU: La escuela de fútbol del Club Deportivo Ensidesa es la segunda de España, después de la de Bilbao. La primera que se hizo que se abrió fue la de Bilbao, de ahora en Lezama y luego la siguiente de Ensidesa.

CP: Una escuela con cinco campos de entrenamiento.

JMU: Llegó a tener cerca de mil críos con ficha. Aquello era espectacular.

CP: Pero vivir del deporte era complicado y Enrique Castro, el padre, preocupado por las malas notas en los estudios, tomó una decisión. Se acercó a la escuela de oficios de Ensidesa y los matriculó para aprender un oficio.

A los tres meses, Enrique Castro, el padre, fue a hablar con el profesor para interesarse por su rendimiento en el aula y salió con un enfado enorme.

EC: Salió la historia de que cuando los mandaban iban al colegio, los había mandado nuestro abuelo a estudiar a él y al hermano, a Jesús, y luego resulta que no los conocían.

CP: No habían pisado la clase. Solo les apasionaba el fútbol, y dentro del campo las cosas cada vez salían mejor.

Jesús fichó por el Sporting con 17 años y Quini, en el Ensidesa, estaba aliado con el gol. Ya siendo juvenil se coronó como el mayor goleador de España.

JMU: Este era un equipo que estuvo a punto de proclamarse campeón de España, también de aquella entonces Quini ahí ya sobresalía.

CP: Y lo llamó la selección. Era una estrella emergente, un delantero prometedor.

Pero en el fútbol, lo sabe cualquier deportista, hay altibajos. Es complicado mantenerse siempre en lo más alto, en buena forma física y anímicamente. Incluso para los mejores. Hay rachas de gloria pero también de estancamiento, de retroceso, de sequía ante el gol. Hasta de pensar en colgar las botas. Y Quini lo sufrió.

QUINI: Me vino una racha mala y estuve a punto de dejar de jugar al fÚtbol en en Ensidesa. Llegó un momento que no metía un gol y eso te comía un poco.

CP: Le ocurrió esto a punto de dar el salto al fútbol profesional. Su equipo estaba en Tercera División y no se entendía con el entrenador. Lo cambió varias veces de puesto, lo situó de extremo izquierda…. Y nada. Se sentía incómodo, como si hubiera perdido gran parte de sus cualidades. Pasó de ser decisivo a dejar de brillar. Y eso al de Llaranes le generaba una angustia tremenda. Se sentía fracasado y perdió la fe en sí mismo.

Así que un día en el verano del 68 tocó fondo. Llegó a casa y le anunció a su madre con lágrimas en los ojos que había tomado una decisión: abandonar el fútbol.

Por fortuna, su madre lo arropó y lo animó, y regresó con fuerza al campo. Lo explicó en varias ocasiones él mismo.

Quini recuperó la ilusión.

QUINI: Me animó mucho a seguir. Una madre qué va a decir a un hijo: 'Me decía eres el mejor, no decaigas…'. Y lo conseguí.

1968 fue, por tanto, un año decisivo. El equipo había cambiado de entrenador y José Luis Molinuevo, el míster y exportero del Athletic y del Sporting, le asignó el puesto de interior y el gol regresó. Así lo demostró en un partido en un campo de Gijón, en Los Fresno. Un encuentro que resultó ser un antes y un después en la carrera del Brujo.

El Atlético Gijón y el Ensidesa se enfrentaron en un simple amistoso. Mucha gente se acercó a ver a la estrella emergente, incluso ojeadores de otros equipos. La expectación era máxima.

Cada vez que cogía la pelota, siempre iba al gol. Aquel chaval del equipo morado fascinó a todos los espectadores. Era realmente bueno.

El Ensidesa ganó cinco a cero y él marcó cuatro goles. Los equipos enloquecieron con ese fenómeno y comenzó la competición por ficharlo.

Un año antes, el padre de Quini había rechazado una oferta del Real Oviedo, el eterno rival del Sporting, para que jugara en el Vetusta, el mismo equipo donde él había jugado de jóven. Pero el Sporting, escaso de puntería, tenía un acuerdo con el Ensidesa para el traspaso de jugadores.

JMU: Por eso hay una larga lista de jugadores del Sporting que son míticos pero que jugaron en el Ensidesa. Empezando por Quini y Castro, pero luego es que en el Ensidesa jugó Churruca, jugó Morán, jugó Jose Manuel, Mejido, Novo, Cundi, Esteban, Tati, quiero decirte que aquello era impresionante.

CP: Quini recibió una llamada de teléfono días después de ese partido. Al otro lado de la línea, el presidente del Ensidesa, Juan Muro de Zaro. Él le explicó que el Sporting necesitaba un delantero centro.

Había llegado su gran oportunidad. Un sueño

JMU: Quini ahí ya sobresalía. De hecho, yo creo que Quini entra en el primer equipo del Ensidesa en la temporada 66, me parece 66-67. Y al año siguiente, José Luis Molinuevo, que era el entrenador, se lo llevan ya para Gijón está hasta el final.

CP: El 8 de noviembre de 1968 firmó su primer contrato con el Sporting, que estaba en Segunda División.

JMU: Él llega a la élite del fútbol con el Sporting y encima en el Sporting empieza a marcar goles. Todo el mundo se empieza a fijar en él.

QUINI: Para mí fue la bomba, vas dando pasos en tu carrera deportiva y vas obteniendo resultados.

CP: Así se convirtió, primero, en el 8 del Sporting, y luego en el famoso 9 del club rojiblanco, el número que lució y le acompañó hasta el final de su carrera.

El propio Quini se repetía en esos primeros entrenamientos por qué estaba allí y qué tenía que hacer. Un lema con cuatro reglas básicas: no desanimarse, entrenar al máximo, sudar la camiseta en cada partido y buscar la suerte, que no llega sola.

En una de esas primeras sesiones de entrenamiento una persona le gritó desde la grada: 'chaval, yes más echáu p'alante que una navaya de a perrona' - 'yes un gallu'. Un gallu, un líder, un valiente. Eso le sonó bien. Fue una inyección de energía para su debut con el Sporting.

Fue el 22 de diciembre de 1968 en Sevilla, en el Benito Villamarín. Ahí debutó Quini, con 19 años. Contra el Betis. Ese día el Sporting perdió y curiosamente el gol del partido lo marcó Quino, otro jugador. Qué ironía.

Pero Quini salió contento de esos primeros minutos con la nueva camiseta, sintió buenas vibraciones, y una semana más tarde festejó su primer gol en El Molinón ante el Racing de Ferrol en la portería de Ezcurdia, la de Casa Aurora.

Por primera vez, sus compañeros de equipo se acercaron a abrazarle. Y en esa primera temporada, iniciada a medias, marcó quince goles. Una vez más,volvió a superar todas las expectativas.

JOSE MANUEL DÍAZ NOVOA: Sí se veía que era un jugador de allá goleador. Pero cómo vas a suponer que alcance el nivel que alcanzó dentro de la Selección y del Sporting. CP: Es José Manuel Díaz Novoa, jugador y exentrenador del Sporting.

JMDN: Tenía tanta ilusión, la gustaba tanto tirar a gol y rematar que era tremendo.

CP: El fútbol en España en los años cincuenta y sesenta ya era el deporte rey.

JMU: El fútbol era un poco el entretenimiento que se utilizaba en la dictadura. Por ejemplo, la dictadura española siempre se hablaba de fútbol y toros para entretener a la gente, para que no pensara en otras cosas.

CP: Aunque no era lo de ahora, un negocio que mueve masas, con contratos galácticos, millones de seguidores en redes sociales, Quini empezaba a ser muy conocido, a alcanzar una posición privilegiada.

JMU: El fútbol es un fenómeno social que yo creo que tiene un poder de movilización que no tiene absolutamente ninguna actividad en el mundo.

CP: Con sus primeros sueldos se compró su primer coche y formó una familia con Mari Nieves, vecina también de Llaranes y madre de sus cuatro hijos: Lorena, Enrique, Jorge y Oscar. Un amor iniciado en la adolescencia, de dos vecinos de puerta en esa misma calle río Piles.

JMU: Ahí conoce a su novia, la que luego iba a ser su mujer y la madre de sus hijos.

CP: Mari Nieves siempre ha estado con él, en las buenas y en las malas. De manera discreta, hasta el final, con el ídolo y con el hombre. Con sus rachas en lo más alto y ante los problemas económicos y de salud que abordaremos más adelante.

JORGE CASTRO: Siempre estaba donde tenía que estar y cuando tenía que estar. Y luego evidentemente al final el protagonista, por decirlo de alguna manera, de la película, era él entonces. Pero siempre estaba ahí, en su segundo plano, donde tenía que estar. Y cuando tenía que estar.

CP: Quini formó su propia familia pero en el mundo del fútbol los jugadores crean una paralela. Son muchos partidos, entrenamientos, vestuarios, viajes, vivencias… En estos primeros tiempos en el Sporting coincidió con grandes compañeros y futbolistas.

JOSÉ IGNACIO CHURRUCA: Es tan habitual que vives con él todo el tiempo. Parecíamos un matrimonio.

CP: Incluso hizo el servicio militar con José Ignacio Churruca, exjugador del Sporting y del Ensidesa.

JIC: Fuimos a la mili juntos, al Ferral, a hacer el campamento. Lo recogía yo en su vivienda en Avilés y íbamos juntos y volvíamos también. Todas esas son vivencias que te dejan sello.

CP: Quini siempre dejaba sello. Desde sus inicios, con sus goles, en todos los campos de España. Pero también por su calidad.

JMU: Quini siempre fue mucho Quini como futbolista. El futbolista, por supuesto, más importante que ha tenido el fútbol asturiano. Quini era un hombre sobresaliente en el fútbol español y a nivel internacional, lógicamente.

CP: Si fuera jugador en estos tiempos, sería una estrella mundial.

JMDN: Quini, que sabía mover, era un tipo lo más parecido que hay ahora yo diría que es Benzema.

CP: Y por su magia.

JIC: Para los compañeros era muy importante. Es muy importante porque confiábamos en él, confiábamos en que teníamos allí un talismán.

CARLOS: El talismán de un brujo, de un mago, una especie de hechicero en el campo.

El sobrenombre del Brujo lo acompañó desde esos inicios y por ese apodo se le conoció durante toda la vida. A excepción de los años en los que jugó en el Barcelona, donde algunos lo rebautizaron como Quinocho. Pero el Brujo siempre fue el Brujo.

JIC: No sé quién exactamente le sacó exactamente lo del Brujo, pero yo creo que era porque era espabilado, era hábil para muchas cosas. Hacía muchas cosas que era de habilidad y yo creo que era de optimismo que tenía.

CP: Pero el apodo del Brujo correspondía a su capacidad para acertar los resultados de los partidos en el vestuario. Antes de saltar al campo, incluso quién iba a marcar el gol o lo decía; o por predecir el orden de la tabla al acabar la temporada.

Un día nos encontramos en la calle, cerca del Molinón. Era el domingo 4 de abril de 2004. La temporada del Sporting era excelente, con un buen equipo dirigido por Marcelino García Toral y muchas posibilidades de subir el ansiado ascenso a Primera División. Le sacábamos cuatro puntos al cuarto. Ese día, el Sporting jugaba contra el Poli Ejido. Le dije 'Hoy Brujo, qué… ¿subimos, no? Y subiremos'. Y me contestó 'Hoy ganamos pero no subimos'. Notó mi incredulidad y me lo repitió una segunda vez: 'Carlos, hoy ganamos pero no vamos a subir'.

Ganamos con un gol de Bilic. Y al final de la temporada nos quedamos en segunda. El Brujo volvió a acertar.

Esa capacidad para predecir el futuro, según recuerdan sus hijos, también se extendía a otras facetas de su vida.

OC: En el resto se equivocaba poco, la verdad, tanto del tema deportivo como fuera.

CP: Un optimismo, una magia o un don que le falló en 1972, en un partido internacional con la Selección española. En ese encuentro, a miles de kilómetros, el hechizo falló. No vio venir a un contrincante con malas intenciones. Sufrió la mayor lesión de su vida y Quini pensó que no podría volver a jugar al fútbol. Lo contaremos en el siguiente capítulo.

Y así es como el niño de Llaranes, de un barrio y una familia humilde, arraigó su esencia y se convirtió en una estrella del fútbol por su tenacidad y especial habilidad para marcar goles. En un fenómeno en los años setenta, en los que nos regaló innumerables momentos de gloria.

Y así es como comenzó el mito. El fenómeno Quini. La leyenda de un hombre que causaba euforia dentro del campo, que marcaba los goles imposibles, que no se perdía un remate, que ocupaba las portadas de los periódicos y colgaban su fotografía firmada en bares de toda España. Que repartía abrazos a la afición y llamaba a la puerta de sus vecinos de toda la vida sin que la fama le cambiara su manera de ser.

CRÉDITOS

'Ahora Quini' es un podcast original de EL COMERCIO, resultado de una investigación periodística. Ha sido coordinado, escrito y dirigido por Susana Neira y Carlos Prieto, con la colaboración en los guiones de Verónica García-Peña y en las entrevistas de Javier Barrio y Alejandro Forcelledo. Coordinación técnica de Mónica Yugueros, Aida García, Carmen Muñiz y Diego Abejón. Diseño web, Samantha Acosta, Víctor Coto e Iker Barinaga, con ilustraciones de Daniel Castaño. Edición de Andrea Morán y Carlos García. Producción técnica, Iñigo Martín Ciordia. Diseño sonoro y mezcla, Rodrigo Ortiz de Zárate. Producción ejecutiva, José Ángel Esteban. Gracias a todas las personas que han colaborado con sus testimonios, a Pipo Prendes, Universal, Cadena Ser-Gijón, RTVE y RTPA.

Miércoles, 1 de marzo 2023, 18:00

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Soñó primero con ser portero, como su padre, aunque pronto desarrolló una facilidad innata para rematar a las mallas todos los balones que le llegaban. Y fichó por el Sporting, donde ya jugaba su hermano Jesús, y comenzaron a cumplirse sus sueños. En el equipo rojiblanco pronto se convirtió en un ídolo. En su segunda temporadaya ganó su primer trofeo Pichichi como máximo goleador de Segunda División y el Sporting logró el ascenso a Primera División.

Créditos

  • Ahora Quini es un podcast original del diario EL COMERCIO resultado de una investigación periodística

  • Coordinado, escrito y dirigido: Susana Neira y Carlos Prieto

  • Colaboración de guiones: Verónica García-Peña

  • Ejecución de entrevistas: Javier Barrio y Alejandro Forcelledo

  • Diseño web: Samantha Acosta, Víctor Coto e Iker Barinaga

  • Ilustraciones: Daniel Castaño

  • Edición: Andrea Morán y Carlos García

  • Coordinación técnica: Mónica Yugueros

  • Producción técnica: Íñigo Martín Ciordia, Aida García, Carmen Muñiz y Diego Abejón

  • Diseño sonoro y mezcla: Rodrigo Ortiz de Zárate

  • Producción Ejecutiva: José Ángel Esteban

  • Colaboradores: Pipo Prendes, Universal, Cadena Ser-Gijón, RTVE y RTPA

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La cerecina roja

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Episodio 2

La cerecina roja

CARLOS PRIETO: A mediados de los setenta pasaron muchas cosas en España, cosas importantes: la muerte de Franco, la coronación de Juan Carlos I, la Constitución… Bueno, y que Peret fue a Eurovisión…
Pero yo solo recortaba en el periódico las noticias del Sporting y, sobre todo,las de Quini.
En 1977 tenía 10 años; un niño. Cada tarde al llegar del colegio transformaba mi habitación en un campo de Primera División. Movía un par de muebles para ganar el espacio entre las porterías, un muñeco como portero rival y remataba a gol con la pelota de esponja. Como mi ídolo.
Pero claro, yo no tenía su puntería.
Suspiraba por hablarle, por conocerle y confesarle mi admiración, como muchos niños de mi época.
En varias ocasiones rocé el sueño de conocerlo y finalmente lo cumplí ese año, concretamente en junio de 1977, cuando presentó en Oviedo el libro 'Compañero Quini'. Me llevaron mis abuelos. La primera presentación había sido días antes en Gijón, pero mis padres trabajaban y no pude ir. El disgusto fue mayúsculo.
Esta vez fue en Galerías Preciados, en pleno eje comercial de la capital asturiana.
Menuda cola; bordeaba el centro comercial. Temí que mi abuelo Fermín, que encima era antifútbol diera la vuelta, pero aguantó. Y casi dos horas después ya veía a lo lejos a mi ídolo allí sentado, charlando con otros admiradores, con su eterna sonrisa.
Cuando me di cuenta ya estaba frente a él. Uff…
-«¿Qué quieres que te ponga en el libro?», me preguntó.
Enmudecí. Menos mal que mi abuelo salió al rescate y les explicó mi afición por el Sporting y, sobre todo, por Quini.
Solo logré decir 'por supuesto' cuando me preguntó si eso era verdad y mi nombre para la dedicatoria: 'Para el gran sportinguista Carlos Prieto, con todo nuestro afecto'.
Lo comparo en ilusión con un momento personal del Brujo. Su momento de mayor felicidad en su niñez.
Ese día paseaba por Oviedo con unos tíos y le llamó la atención algo en el escaparate de un bazar cerca del mercado de El Fontán.
QUINI: Quedé como un perro de caza, quedé clavado. Entonces mi tío Pepe, que en paz descanse el hombre, me dijo '¿qué miras?'. Y dije yo 'mira tito, parece una cerecina. Me la comía yo ahora esa'.
CP: Era un balón de fútbol. De color rojo.
QUINI: Esa cerecina que yo decía, y que con tanto cariño miraba en el escaparate, me la compraron mis tíos. Eso fue la mayor alegría que tuve yo en mi vida.
CP: Yo me sentí igual. Como cuando él tuvo entre sus manos esa cerecina roja.
Fue entonces cuando comprendí que Quini era patrimonio de todos los asturianos, porque ningún jugador recibía tanto cariño y firmaba libros en la ciudad del equipo rival, el Real Oviedo. Solo él lograba una hazaña así.
SUSANA NEIRA: EL COMERCIO presenta 'Ahora Quini'. Episodio dos: 'La cerecina roja'.
CP: Soy Carlos Prieto, periodista, y estamos escuchando la vida de un ídolo fuera y dentro del campo. Uno de los grandes pichichis del fútbol español, grande ante la portería y ante las adversidades. Un hombre con una manera especial de serlo. Una leyenda más allá del gol. Un amigo.
Para entender el carácter humilde y luchador de Quini, su cercanía, su capacidad de esfuerzo y de sufrimiento, por qué estaba hecho de una pasta especial, en este episodio retrocederemos a los años cincuenta en Asturias. A tiempos de dictadura, hambre y necesidad.
Ensidesa, hoy en día una de las grandes empresas de Asturias, abrió su planta en Avilés a mediados del siglo pasado. Se convirtió en un motor, un gran revulsivo económico.
JOSÉ MARÍA URBANO: Avilés pasa de ser una ciudad con 10.000 o 15.000 habitantes y en una década supera los 80.000.
CP: José María Urbano es periodista y vive en Avilés.
JMU: Es decir, aquello es un boom tremendo, donde viene gente de absolutamente toda España. Ahí había trabajo, había puestos de trabajo, se pagaba muy bien, era una empresa pública.. Entonces eso atrae a miles y miles de familias.
CP: Entre esas familias, los Castro González. Como muchas otras parejas, Enrique y María Elena seguían viviendo, ya casados, en casa de los abuelos en capital asturiana. Y allí, en esa casa con una huerta y gallinero, nació Quini. En Oviedo, el 23 de septiembre de 1949. Dos años más tarde vino al mundo su hermano Jesús, el portero, y una década después el pequeño Rafael, Falo.
Mudarse a Avilés, por tanto, era la gran oportunidad de los Castro para progresar.
JMU: El padre empieza a trabajar en Ensidesa y se van a vivir directamente al barrio de Llaranes. Es el primer barrio siderúrgico que construye Ensidesa para sus trabajadores.
CP: Llaranes, un poblado industrial, un barrio de Avilés con carácter paternalista.
JMU: Llaranes era como una pequeña ciudad dentro de la misma ciudad de Avilés, una pequeña ciudad porque lo tenía todo.Tenía hasta una plaza mayor que parecía hasta un ayuntamiento.
CARLOS: Una urbanización con iglesia, economato, parques...
JMU: Tenía absolutamente de todo y hasta piscina, que tú imagínate que en 1954 un barrio hubiera una piscina.
CP: Y colegio, equipos de fútbol…
JMU: Quini lo tiene todo. Tiene un barrio, tiene una buena casa con sus padres, tiene amigos, tiene un parque, tiene un buen colegio y tiene equipos de fútbol; primero los de los propios salesianos, que es donde empieza a trabajar.
CP: Los Castro se mudaron allí en 1954 en busca de estabilidad laboral. Los hermanos jugaban hasta el anochecer en la calle, con amigos del barrio, y eso marcó la personalidad de Quini; de Quinín, como le llamaban entonces.
ENRIQUE CASTRO: Hombre, evidentemente el crecer en un ambiente de gente trabajadora, gente humilde, pues al final es algo que van mamando desde pequeños. Bueno y al final, él, por ejemplo, ese camino nunca lo perdió.
CP. El delantero mantuvo la esencia del barrio. Allí regresó en muchas ocasiones. Con emoción, incluso con cierta nostalgia.
EC:Una de las veces que le acompañé yo hasta allí y todavía iba a picar a las vecinas, gente que vivía de aquella… es como si volviera a ser niño otra vez.
CP: La ilusión era mutua.
EC: Bueno, unos abrazos allí. Cómo me alegra que hayas venido... Y una cosa de un reencuentro como cualquier persona normal, sin pensar más allá de lo que haya sido él como deportista ni nada de eso. A mí la verdad que me gustó mucho.
CP: Todos reconocían rápido a ese hombre que llamaba a su puerta. Era Quinín, el niño moreno y delgado de pelo rizado que en los años cincuenta y sesenta jugaba al fútbol de día y de noche; que remataba sin parar la pelota contra la placa de la calle Río Piles.
La familia Castro vivía en un bajo de esa misma calle. Como si fuera el destino, porque el Piles es el río que pasa al lado del campo del Sporting, su otra casa de toda la vida. De eso hablaremos enseguida.
En ese barrio los hermanos Castro vivían por y para el fútbol. Jugaban en la calle, a todas horas, y si llovía, dentro de casa, con su madre haciendo de árbitro con la zapatilla.
QUINI: Juntábamos las dos camas y entonces jugábamos de cabeza, y de portero los dos.
CP: Soñaban con ser grandes porteros. Esa generación aún idolatraba a Ricardo Zamora, 'el divino'.
Además, sentían una gran admiración por su padre, un guardameta reconocido a nivel regional hasta que tuvo que dejarlo para formar una familia. Una familia que heredó esa afición. A los tres les apasionaba el fútbol, como si formara parte de su ADN.
JORGE CASTRO: Ya desde bien pequeños lo único que quieren es balón, balón, balón y balón. Y eso es una cosa que o se nace con ello. ,,
CP: Falo, el más pequeño, jugó al fútbol sala, fue internacional. En hierba sobresalían los dos mayores. El mediano, Jesús, era alto, muy espigado, con cuerpo atlético, con aptitudes, y enseguida destacó como portero. Jugó en el Sporting durante dieciocho años.
Al mayor, a Quini, no se le daba mal estar debajo los palos pero tenía menos altura y su padre siempre le decía 'Guaje, tú p' adelante, no puedes jugar de portero'.
Así es como Quini se distanció de la portería de su equipo pero no del fútbol. Ni mucho menos. Simplemente se centró en la portería contraria, en marcar gol. Practicaba el remate de cabeza y con el pie en el colegio, en la calle y en los campos cercanos a su casa como el de la Carbonilla, con carbón fino sobre la dura superficie, o en La Toba con el equipo en el que jugaba, el Bosco.
Practicaba una y otra vez. Y comenzó a marcar en todos los partidos, a llamar la atención en las sucesivas categorías en las que jugaba. Aquel niño tenía algo especial dentro del campo.
Todo iba viento en popa cuando se incorporó con trece años al equipo del Ensidesa, con una escuela de fútbol desde principios de los años sesenta.
JMU: La escuela de fútbol del Club Deportivo Ensidesa es la segunda de España, después de la de Bilbao. La primera que se hizo que se abrió fue la de Bilbao, de ahora en Lezama y luego la siguiente de Ensidesa.
CP: Una escuela con cinco campos de entrenamiento.
JMU: Llegó a tener cerca de mil críos con ficha. Aquello era espectacular.
CP: Pero vivir del deporte era complicado y Enrique Castro, el padre, preocupado por las malas notas en los estudios, tomó una decisión. Se acercó a la escuela de oficios de Ensidesa y los matriculó para aprender un oficio.
A los tres meses, Enrique Castro, el padre, fue a hablar con el profesor para interesarse por su rendimiento en el aula y salió con un enfado enorme.
EC: Salió la historia de que cuando los mandaban iban al colegio, los había mandado nuestro abuelo a estudiar a él y al hermano, a Jesús, y luego resulta que no los conocían.
CP: No habían pisado la clase. Solo les apasionaba el fútbol, y dentro del campo las cosas cada vez salían mejor.
Jesús fichó por el Sporting con 17 años y Quini, en el Ensidesa, estaba aliado con el gol. Ya siendo juvenil se coronó como el mayor goleador de España.
JMU: Este era un equipo que estuvo a punto de proclamarse campeón de España, también de aquella entonces Quini ahí ya sobresalía.
CP: Y lo llamó la selección. Era una estrella emergente, un delantero prometedor.
Pero en el fútbol, lo sabe cualquier deportista, hay altibajos. Es complicado mantenerse siempre en lo más alto, en buena forma física y anímicamente. Incluso para los mejores. Hay rachas de gloria pero también de estancamiento, de retroceso, de sequía ante el gol. Hasta de pensar en colgar las botas. Y Quini lo sufrió.
QUINI: Me vino una racha mala y estuve a punto de dejar de jugar al fÚtbol en en Ensidesa. Llegó un momento que no metía un gol y eso te comía un poco.
CP: Le ocurrió esto a punto de dar el salto al fútbol profesional. Su equipo estaba en Tercera División y no se entendía con el entrenador. Lo cambió varias veces de puesto, lo situó de extremo izquierda…. Y nada. Se sentía incómodo, como si hubiera perdido gran parte de sus cualidades. Pasó de ser decisivo a dejar de brillar. Y eso al de Llaranes le generaba una angustia tremenda. Se sentía fracasado y perdió la fe en sí mismo.
Así que un día en el verano del 68 tocó fondo. Llegó a casa y le anunció a su madre con lágrimas en los ojos que había tomado una decisión: abandonar el fútbol.
Por fortuna, su madre lo arropó y lo animó, y regresó con fuerza al campo. Lo explicó en varias ocasiones él mismo.
Quini recuperó la ilusión.
QUINI: Me animó mucho a seguir. Una madre qué va a decir a un hijo: 'Me decía eres el mejor, no decaigas…'. Y lo conseguí.
1968 fue, por tanto, un año decisivo. El equipo había cambiado de entrenador y José Luis Molinuevo, el míster y exportero del Athletic y del Sporting, le asignó el puesto de interior y el gol regresó. Así lo demostró en un partido en un campo de Gijón, en Los Fresno. Un encuentro que resultó ser un antes y un después en la carrera del Brujo.
El Atlético Gijón y el Ensidesa se enfrentaron en un simple amistoso. Mucha gente se acercó a ver a la estrella emergente, incluso ojeadores de otros equipos. La expectación era máxima.
Cada vez que cogía la pelota, siempre iba al gol. Aquel chaval del equipo morado fascinó a todos los espectadores. Era realmente bueno.
El Ensidesa ganó cinco a cero y él marcó cuatro goles. Los equipos enloquecieron con ese fenómeno y comenzó la competición por ficharlo.
Un año antes, el padre de Quini había rechazado una oferta del Real Oviedo, el eterno rival del Sporting, para que jugara en el Vetusta, el mismo equipo donde él había jugado de jóven. Pero el Sporting, escaso de puntería, tenía un acuerdo con el Ensidesa para el traspaso de jugadores.
JMU: Por eso hay una larga lista de jugadores del Sporting que son míticos pero que jugaron en el Ensidesa. Empezando por Quini y Castro, pero luego es que en el Ensidesa jugó Churruca, jugó Morán, jugó Jose Manuel, Mejido, Novo, Cundi, Esteban, Tati, quiero decirte que aquello era impresionante.
CP: Quini recibió una llamada de teléfono días después de ese partido. Al otro lado de la línea, el presidente del Ensidesa, Juan Muro de Zaro. Él le explicó que el Sporting necesitaba un delantero centro.
Había llegado su gran oportunidad. Un sueño
JMU: Quini ahí ya sobresalía. De hecho, yo creo que Quini entra en el primer equipo del Ensidesa en la temporada 66, me parece 66-67. Y al año siguiente, José Luis Molinuevo, que era el entrenador, se lo llevan ya para Gijón está hasta el final.
CP: El 8 de noviembre de 1968 firmó su primer contrato con el Sporting, que estaba en Segunda División.
JMU: Él llega a la élite del fútbol con el Sporting y encima en el Sporting empieza a marcar goles. Todo el mundo se empieza a fijar en él.
QUINI: Para mí fue la bomba, vas dando pasos en tu carrera deportiva y vas obteniendo resultados.
CP: Así se convirtió, primero, en el 8 del Sporting, y luego en el famoso 9 del club rojiblanco, el número que lució y le acompañó hasta el final de su carrera.
El propio Quini se repetía en esos primeros entrenamientos por qué estaba allí y qué tenía que hacer. Un lema con cuatro reglas básicas: no desanimarse, entrenar al máximo, sudar la camiseta en cada partido y buscar la suerte, que no llega sola.
En una de esas primeras sesiones de entrenamiento una persona le gritó desde la grada: 'chaval, yes más echáu p'alante que una navaya de a perrona' - 'yes un gallu'. Un gallu, un líder, un valiente. Eso le sonó bien. Fue una inyección de energía para su debut con el Sporting.
Fue el 22 de diciembre de 1968 en Sevilla, en el Benito Villamarín. Ahí debutó Quini, con 19 años. Contra el Betis. Ese día el Sporting perdió y curiosamente el gol del partido lo marcó Quino, otro jugador. Qué ironía.
Pero Quini salió contento de esos primeros minutos con la nueva camiseta, sintió buenas vibraciones, y una semana más tarde festejó su primer gol en El Molinón ante el Racing de Ferrol en la portería de Ezcurdia, la de Casa Aurora.
Por primera vez, sus compañeros de equipo se acercaron a abrazarle. Y en esa primera temporada, iniciada a medias, marcó quince goles. Una vez más,volvió a superar todas las expectativas.
JOSE MANUEL DÍAZ NOVOA: Sí se veía que era un jugador de allá goleador. Pero cómo vas a suponer que alcance el nivel que alcanzó dentro de la Selección y del Sporting. CP: Es José Manuel Díaz Novoa, jugador y exentrenador del Sporting.
JMDN: Tenía tanta ilusión, la gustaba tanto tirar a gol y rematar que era tremendo.
CP: El fútbol en España en los años cincuenta y sesenta ya era el deporte rey.
JMU: El fútbol era un poco el entretenimiento que se utilizaba en la dictadura. Por ejemplo, la dictadura española siempre se hablaba de fútbol y toros para entretener a la gente, para que no pensara en otras cosas.
CP: Aunque no era lo de ahora, un negocio que mueve masas, con contratos galácticos, millones de seguidores en redes sociales, Quini empezaba a ser muy conocido, a alcanzar una posición privilegiada.
JMU: El fútbol es un fenómeno social que yo creo que tiene un poder de movilización que no tiene absolutamente ninguna actividad en el mundo.
CP: Con sus primeros sueldos se compró su primer coche y formó una familia con Mari Nieves, vecina también de Llaranes y madre de sus cuatro hijos: Lorena, Enrique, Jorge y Oscar. Un amor iniciado en la adolescencia, de dos vecinos de puerta en esa misma calle río Piles.
JMU: Ahí conoce a su novia, la que luego iba a ser su mujer y la madre de sus hijos.
CP: Mari Nieves siempre ha estado con él, en las buenas y en las malas. De manera discreta, hasta el final, con el ídolo y con el hombre. Con sus rachas en lo más alto y ante los problemas económicos y de salud que abordaremos más adelante.
JORGE CASTRO: Siempre estaba donde tenía que estar y cuando tenía que estar. Y luego evidentemente al final el protagonista, por decirlo de alguna manera, de la película, era él entonces. Pero siempre estaba ahí, en su segundo plano, donde tenía que estar. Y cuando tenía que estar.
CP: Quini formó su propia familia pero en el mundo del fútbol los jugadores crean una paralela. Son muchos partidos, entrenamientos, vestuarios, viajes, vivencias… En estos primeros tiempos en el Sporting coincidió con grandes compañeros y futbolistas.
JOSÉ IGNACIO CHURRUCA: Es tan habitual que vives con él todo el tiempo. Parecíamos un matrimonio.
CP: Incluso hizo el servicio militar con José Ignacio Churruca, exjugador del Sporting y del Ensidesa.
JIC: Fuimos a la mili juntos, al Ferral, a hacer el campamento. Lo recogía yo en su vivienda en Avilés y íbamos juntos y volvíamos también. Todas esas son vivencias que te dejan sello.
CP: Quini siempre dejaba sello. Desde sus inicios, con sus goles, en todos los campos de España. Pero también por su calidad.
JMU: Quini siempre fue mucho Quini como futbolista. El futbolista, por supuesto, más importante que ha tenido el fútbol asturiano. Quini era un hombre sobresaliente en el fútbol español y a nivel internacional, lógicamente.
CP: Si fuera jugador en estos tiempos, sería una estrella mundial.
JMDN: Quini, que sabía mover, era un tipo lo más parecido que hay ahora yo diría que es Benzema.
CP: Y por su magia.
JIC: Para los compañeros era muy importante. Es muy importante porque confiábamos en él, confiábamos en que teníamos allí un talismán.
CARLOS: El talismán de un brujo, de un mago, una especie de hechicero en el campo.
El sobrenombre del Brujo lo acompañó desde esos inicios y por ese apodo se le conoció durante toda la vida. A excepción de los años en los que jugó en el Barcelona, donde algunos lo rebautizaron como Quinocho. Pero el Brujo siempre fue el Brujo.
JIC: No sé quién exactamente le sacó exactamente lo del Brujo, pero yo creo que era porque era espabilado, era hábil para muchas cosas. Hacía muchas cosas que era de habilidad y yo creo que era de optimismo que tenía.
CP: Pero el apodo del Brujo correspondía a su capacidad para acertar los resultados de los partidos en el vestuario. Antes de saltar al campo, incluso quién iba a marcar el gol o lo decía; o por predecir el orden de la tabla al acabar la temporada.
Un día nos encontramos en la calle, cerca del Molinón. Era el domingo 4 de abril de 2004. La temporada del Sporting era excelente, con un buen equipo dirigido por Marcelino García Toral y muchas posibilidades de subir el ansiado ascenso a Primera División. Le sacábamos cuatro puntos al cuarto. Ese día, el Sporting jugaba contra el Poli Ejido. Le dije 'Hoy Brujo, qué… ¿subimos, no? Y subiremos'. Y me contestó 'Hoy ganamos pero no subimos'. Notó mi incredulidad y me lo repitió una segunda vez: 'Carlos, hoy ganamos pero no vamos a subir'.
Ganamos con un gol de Bilic. Y al final de la temporada nos quedamos en segunda. El Brujo volvió a acertar.
Esa capacidad para predecir el futuro, según recuerdan sus hijos, también se extendía a otras facetas de su vida.
OC: En el resto se equivocaba poco, la verdad, tanto del tema deportivo como fuera.
CP: Un optimismo, una magia o un don que le falló en 1972, en un partido internacional con la Selección española. En ese encuentro, a miles de kilómetros, el hechizo falló. No vio venir a un contrincante con malas intenciones. Sufrió la mayor lesión de su vida y Quini pensó que no podría volver a jugar al fútbol. Lo contaremos en el siguiente capítulo.
Y así es como el niño de Llaranes, de un barrio y una familia humilde, arraigó su esencia y se convirtió en una estrella del fútbol por su tenacidad y especial habilidad para marcar goles. En un fenómeno en los años setenta, en los que nos regaló innumerables momentos de gloria.
Y así es como comenzó el mito. El fenómeno Quini. La leyenda de un hombre que causaba euforia dentro del campo, que marcaba los goles imposibles, que no se perdía un remate, que ocupaba las portadas de los periódicos y colgaban su fotografía firmada en bares de toda España. Que repartía abrazos a la afición y llamaba a la puerta de sus vecinos de toda la vida sin que la fama le cambiara su manera de ser.
CRÉDITOS
'Ahora Quini' es un podcast original de EL COMERCIO, resultado de una investigación periodística. Ha sido coordinado, escrito y dirigido por Susana Neira y Carlos Prieto, con la colaboración en los guiones de Verónica García-Peña y en las entrevistas de Javier Barrio y Alejandro Forcelledo. Coordinación técnica de Mónica Yugueros, Aida García, Carmen Muñiz y Diego Abejón. Diseño web, Samantha Acosta, Víctor Coto e Iker Barinaga, con ilustraciones de Daniel Castaño. Edición de Andrea Morán y Carlos García. Producción técnica, Iñigo Martín Ciordia. Diseño sonoro y mezcla, Rodrigo Ortiz de Zárate. Producción ejecutiva, José Ángel Esteban. Gracias a todas las personas que han colaborado con sus testimonios, a Pipo Prendes, Universal, Cadena Ser-Gijón, RTVE y RTPA.

Fue en la localidad inglesa de Hull y ante Irlanda del Norte. Los graves incidentes entre el Ejército británico y el IRA habían trasladado ese partido al estadio Boothferry Park

Y al final vistió de azulgrana. Tenía 31 años. Se fue con miedo a no triunfar. Pero vaya si lo hizo. Llegaron los goles y los títulos. Alguno amargo, como la final de la Copa del Rey ante su Sporting

La vida después del fútbol no fue fácil para Quini. Primero sufrió la trágica muerte de su hermano, ahogado en la playa de Pechón cuando rescataba a unos niños. Le destrozó

Un podcast sobre la vida del mito del fútbol español

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