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La portavoz de UPyD, Rosa Díez.
De siglas emergentes a casi irrelevantes en un solo año

De siglas emergentes a casi irrelevantes en un solo año

IU y UPyD pasan de no tener techo electoral antes de las europeas a una intención de voto baja, como la previa a la crisis del bipartidismo

Alfonso Torices

Sábado, 25 de abril 2015, 07:45

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La meteórica irrupción de Podemos y Ciudadanos, que amenaza cuatro décadas de hegemonía de PP y PSOE, ha arrollado ya a los dos partidos que hasta hace solo un año estaban llamados a hacer sombra a los dos grandes o, como mínimo, a ser imprescindibles para que populares o socialistas pudiesen acceder a los gobiernos locales, autonómicos y nacional.

Izquierda Unida y Unión Progreso y Democracia acertaron en su pronóstico, pero es evidente que equivocaron su estrategia. Los dirigentes de ambas formaciones tenían toda la razón cuando en el otoño de 2013 contaban los meses para las elecciones europeas de mayo siguiente, que estaban convencidos de que serían las que evidenciarían el fin del bipartidismo de la transición, del oligopolio PP-PSOE, por lo que sus siglas, por primera vez, no tenían techo de crecimiento. En estos comicios, de hecho, la suma de los dos grandes partidos solo rozó el 50%, con una caída de 32 puntos sobre las anteriores europeas y de 24 sobre las generales de 2011, cuando, con el 73%, se inició el debilitamiento.

Sin embargo, de los casi cinco millones de votos que populares y socialistas se dejaron en las europeas, IU recogió casi un millón y UPyD solo medio. Podemos surgió de la nada y se llevó 1,2 millones y Ciudadanos logró casi otro medio millón en su estreno como partido nacional.

IU, que pudo tener a Pablo Iglesias entre sus candidatos, cosa que no ocurrió al negarse a someter a primarias el cabeza de lista, vio en seguida el toque de atención. Al día siguiente a los comicios propuso a Podemos una confluencia electoral y en pocos meses aceptó las primarias para elaborar las listas y colocó a Alberto Garzón, vinculado al 15M, como nuevo hombre fuerte y líder de futuro. Pero ya era tarde. En el verano y otoño de 2004 Podemos pasó en las encuestas de tercer partido nacional a segundo e incluso a primero y cerró la puerta a pactos con IU.

La dirección de UPyD ni lo vio venir, pese a que Podemos le relegó en la europeas a quinta fuerza y en pocos meses se hizo con todo el voto de los desencantados con el bipartidismo al que ellos aspiraban. Tampoco escuchó en el otoño de 2004 los avisos de los críticos y las negociaciones para el pacto electoral con Ciudadanos fracasaron. Solo cinco meses después, el partido de Albert Rivera es incluso alternativa de Gobierno en algunos sondeos y ya solo aspira a absorber a UPyD.

El resultado es que, tras el pinchazo de IU y UPyD en las andaluzas de marzo, y solo un año después de la esperanzadora campaña a las europeas, los últimos sondeos otorgan a la coalición de Cayo Lara un 5% de los votos y a las siglas de Rosa Díez un 2,5%, datos que, de confirmarse en mayo, les abocan a una situación de irrelevancia semejante a cuando PP y PSOE se alternaban en el poder y no necesitaban contar con nadie.

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