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Arrimadas, tras conocerse los resultados electorales.
Inés Arrimadas, una líder de la oposición con pareja independentista y fan de Guardiola

Inés Arrimadas, una líder de la oposición con pareja independentista y fan de Guardiola

Esta «catalana, andaluza, española y europea» lee novela histórica y biografías, la poesía de Neruda y Benedetti, y escucha música rock. «Y soy ‘runner’, me encanta correr, la desconexión y la libertad, ese algo que genera y te deja una sensación brutal. Y ya está, soy una persona muy normal»

Isabel ibáñez

Miércoles, 30 de septiembre 2015, 14:51

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Siempre fue muy del Barça, pese a haber nacido y pasado la mayor parte de su vida en Andalucía. Su padre incluso la llevó alguna vez, de chavala, a recibir al equipo cuando se acercaba por Cádiz a jugar. Y si salía Guardiola en la tele dando una rueda de prensa, subía el volumen, especialmente si contestaba en catalán: «Me encantaba», dice ella sobre la sonoridad de aquel idioma en labios del culé. Quién le iba a decir a Inés Arrimadas García (Jerez de la Frontera, 1981) que años después serían adversarios en el juego político. No deja de ser una recién llegada y ya se ha convertido en la nueva líder de la oposición en Cataluña, adonde emigró en 2008, gracias a los excelentes resultados de Ciutadans en las elecciones del domingo. De hecho, según una encuesta del CIS realizada días antes, el 70% de los catalanes ni había oído hablar de esta mujer de 34 años, menuda pero implacable en el enfrentamiento dialéctico.

Su entrada en política fue por casualidad; una amiga la invitó a un mitin de Albert Rivera en 2010. «Yo esperaba un acto político rollo y no me lo pareció. Me pareció súper sensato», recuerda ella. Aquella misma noche le presentaron a miembros de las Juventudes. Y acabó por afiliarse. Su paso por tertulias y debates animada por sus compañeros, que le decían que «hablaba muy bien», llamó la atención de Rivera, que le ofreció participar en la ejecutiva, convirtiéndose en pupila aventajada. En los comicios de 2012, Ciutadans pasó de tres a nueve diputados y ella, que iba cuarta por Barcelona, entró en el Parlament. Pidió la excedencia en la empresa donde trabajaba: «Decidí ser valiente en lugar de una cagada». Tres años después, y con ella al frente, en su partido no pueden quitar la sonrisa después de los 25 escaños conseguidos.

Sus padres proceden de Salmoral, una localidad de 150 habitantes a 50 kilómetros de Salamanca, donde la han invitado a ser la pregonera de honor de las fiestas de 2016: «Por parte de padre es de la familia de los Olivas, y por la madre, de los Rebojos», explica el alcalde, Carlos Hernández. El pueblo anda revolucionado con la popularidad de su nieta predilecta. Como Enriqueta García, emparentada con ella por la rama materna, que habla así desde la puerta de su casa: «Todo el mundo anda diciendo por aquí: Ha salido la hija del Rufino en la tele, y que es muy guapa y habla muy bien, que tiene dos carreras...». Ella no se siente especialmente agraciada, y pese a lo que se ve en los debates, donde reparte a diestra y siniestra, asegura ser «bastante tímida»: «Esta gente que va a una fiesta y empieza a hablar con todo el mundo... Yo no. Hablo cuando hay un escenario cómodo, como una clase. Al principio no me abro mucho, soy callada, luego ya soy dicharachera», contaba en una entrevista.

Rufino, su padre, abogado, emigró de Salamanca a Jerez de la Frontera, donde llegó a ser concejal por UCD en el primer ayuntamiento de la democracia, en 1979. Quizá por eso Inés cita siempre a Adolfo Suárez como su político de referencia: «Me gustaría que en los próximos años recuperemos algo de su espíritu conciliador y de consenso», dice ella. Después, los Arrimadas García se mudaron a Barcelona por un tiempo, donde nació su primer hijo, y finalmente regresaron a Cádiz; él volvió a trabajar de procurador y acabó por completarse la familia: otros dos chicos, su hermana Marina y ella misma. Allí creció sin coger mucho acento por la procedencia castellana de sus padres. No fue niña de muñecas, más bien de juegos de chicos con sus hermanos, incluidas las patadas al balón, y de escuchar a José María García y a José Ramón de la Morena.

Hoy, entre sus tuits políticos se encuentran otros de un asunto bien distinto, como «Alucinantes los vasos romanos del siglo III hallados en una tumba danesa. Qué maravilla» o «Hallan restos de cráneo de homínidos de más de 400.000 años». Porque le hubiera gustado ser arqueóloga, aunque al final, recuerda, se impuso su «vena racional» y cursó Derecho, y Dirección y Administración de Empresas en la Universidad Pablo Olavide de Sevilla. «Pensé que sería difícil ganarme la vida siendo arqueóloga, y a lo mejor me equivoqué», revela con cierta frustración. Con sus dos licenciaturas se plantó en Niza (Francia) durante un año para cursar un posgrado en el Instituto de Preparación para la Administración y la Gestión. Así aprendió francés y pudo unirlo al inglés que ya dominaba.

Aún le faltaba el catalán: «Soy una friki de los idiomas», se define ella. En 2006 empezó a trabajar con una consultora especializada en temas públicos, DAleph, que tenía una sede en Barcelona, adonde pidió mudarse. La empresa aceptó y la joven se instaló en la Ciudad Condal en 2008. Su catalán se limitaba por entonces a cantar con sentimiento el himno del Barça, así que pidió a su empresa que le pagara las clases del idioma que hoy domina. Y se convirtió en charnega, en parte de la Cataluña mestiza que este domingo volvió a dejar constancia de su complejidad.

Algo que ella ha experimentado en propia carne, porque quiso el azar que sus ojos fueran a cruzarse en las comisiones del Parlament con los de otro diputado, pero bastante alejado de la filosofía que ella defiende y de los gritos de Soy español que pudieron oírse anteanoche en la sede de Ciutadans. Se trata de un independentista integrado en las filas de Convergència, Xavier Cima, con el que mantiene una relación estable. Cima, que no repite como diputado, nació en Vic, tiene 37 años y es ingeniero geológico, consultor de obra civil y presidente de la Sociedad Municipal de Aguas y Servicios de Ripoll. Qué paradoja irse a enamorar de la política que levantó ampollas con aquella frase de: «Las multas lingüísticas a los comercios por no rotular en catalán son una persecución».

A Arrimadas no le gusta hablar del tema, solo reconoce que le gustaría tener hijos y que en esto tiene que ponerse las pilas. De momento, tendrá ue posponer esa visita a la India con mochila con la que lleva tanto tiempo soñando. «Prefiero mil veces un viaje a ropa o cualquier otra cosa». Por lo demás, esta «catalana, andaluza, española y europea» lee novela histórica y biografías, la poesía de Neruda y Benedetti, y escucha música rock. «Y soy runner, me encanta correr, la desconexión y la libertad, ese algo que genera y te deja una sensación brutal. Y ya está, soy una persona muy normal».

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