Borrar

Todos al banquillo

Juan Neira

Sábado, 4 de junio 2016, 04:23

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

Me sorprendió mucho la actitud de David González Medina solicitando tres años de cárcel para Íñigo Noriega y Marcos Moro. Yo no lo haría. Si en algún momento de mi vida hubiera traficado con droga, recibiendo la pesada carga de una sentencia condenatoria, y más tarde la hubiera consumido, siendo sancionado por la Administración, no se me ocurriría encararme con el juez ni hacer reproches a la Policía. Del mismo modo no diría nada a los periodistas que lo hubieran contado, porque soy consciente de que los jueces sentencian, los policías sancionan y los periodistas informan. Lo anómalo, extraordinario y extravagante es que los jueces se inhiban ante el tráfico de droga, los policías miren para otro lado y los periodistas enmudezcan. Solo despojados de su profesión, jueces, policías y periodistas podrían actuar de otra manera. Íñigo y Marcos no tenían otra alternativa. Ambos se inscriben en una larga cultura periodística que lleva 137 años citándose con los lectores en los quioscos, poniendo tinta y foto a reyes, deportistas, gastrónomos, millonarios, desempleados, presidentes, taxistas, actores, concejales, poetas, mineros, funcionarios y drogadictos. Se tira de un cabo suelto y tras tomar cuerpo la noticia, se ofrece al público. Es imposible abortar una noticia. Para verlo más claro, vamos a poner lente de aumento, extrapolando los datos. Como hipótesis de trabajo, imaginemos por un momento que la candidatura autonómica del PP estuviera formada por cuarenta y cinco personas condenadas por narcotráfico. ¿Qué diríamos de un periodista que tuviera acceso a ese dato y no informara a los lectores? Opinaríamos que era un canalla, porque una información de ese tipo es más relevante que el programa electoral del partido.

Todo eso lo sabe David González Medina, como lo sabe cualquier persona que va ahora por la calle. Pero la diferencia entre Medina y un peatón es que tiene tras de sí a un partido muy poderoso. Un joven diputado autonómico, que debuta en el Parlamento, no pediría tres años de cárcel para dos periodistas sin el aval político de la presidenta del partido. A su pesar, Medina es una anécdota, el PP es la categoría. Sin la aquiescencia de Mercedes Fernández, Íñigo y Marcos no tendrían que defenderse de haber ejercido de periodistas. Los periódicos tienen mucho de orquesta: el director con la batuta, y cada uno con su instrumento crea el sonido colectivo. Quiero decir que al preparar la sala para el juicio tengan a bien alargar el banquillo para que nos podamos sentar todos.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios