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A. MORIYÓN
OVIEDO.
Domingo, 26 de agosto 2018, 01:24
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Con la misma firmeza que Aquilino Baragaño se alistó en septiembre de 1936 en el Batallón de Higinio Carrocera para luchar contra los sublevados, su nieta, Maribel Luna, lleva ya más de diez años luchando para que se le permita retirar los restos de su abuelo del Valle de los Caídos y traerlos a su Asturias natal. No está siendo una tarea fácil y durante todo este tiempo ha tocado ya todas las puertas -incluso la del Tribunal de Derechos Humanos de Estrasburgo-, pero tras años de desplantes y esperas por fin cuenta con la autorización de Patrimonio para proceder a su exhumación.
No tiene fecha aún para tan esperado acontecimiento y sabe que debe tener paciencia. «Estas cosas van pasín a pasín, pero ya estamos más cerca de tener a mi abuelo con nosotros», celebra. Esto y saber además que el Consejo de Ministros ha aprobado el real decreto para agilizar la exhumación de Francisco Franco es, para ella y su familia, una doble alegría. «Estamos muy contentos, pero nos gustaría que lo hicieran lo más rápido posible. Los familiares de las víctimas no entendemos cómo todavía hoy el dictador disfruta de un mausoleo», se queja.
Aquilino Baragaño, minero de la CNT y conocido como el 'ruiseñor de Lada', se alistó en el Batallón Higinio Carrocera en 1936. Un año más tarde, en abril de 1937, recibió un disparo en la cabeza en un combate en Salas. Fue hecho prisionero, trasladándole al hospital militar de aquel concejo, donde falleció al poco tiempo. Como el cementerio municipal estaba repleto, su cuerpo recibió sepultura en una finca de La Barrosa de Godán. Pasarían veintidós años hasta que se inauguró el Valle de los Caídos, en 1959, y sin pedir permiso a las familias se procedió a exhumar los restos que permanecían en aquella fosa, como otras muchas repartidas por toda España, para ser trasladados al que se convertiría en un lugar de culto para el franquismo.
Fue así como el cadáver de Aquilino Baragaño, un anarquista revolucionario y anti-católico, acabaría colocado en el nicho número 2.135, cripta derecha, piso tercero, del monasterio madrileño. A pocos metros, la tumba del dictador. Su familia no tuvo conocimiento de dónde se encontraban el cadáver hasta tiempo después y ahora su nieta lucha por traerle de nuevo a casa.
En el Valle de los Caídos están enterradas 33.833 personas, de las cuales 12.410 están sin identificar, lo que lo convierte en la mayor fosa común de España. Los cadáveres llegaron desde fosas comunes y cementerios de todo el país y se sabe que hay 2.234 asturianos, aunque de ellos solo la familia de Aquilino Baragaño reclama su exhumación.
Pero no es la única. De hecho, existen ya sentencias judiciales para retirar los restos de los hermanos Lapeña (dos anarquistas aragoneses asesinados por la Falange), cuya exhumación podría ser inminente y cuya caja está muy cerca de la del abuelo de Maribel Luna, lo que facilitaría el trabajo futuro para acceder a su nicho . «Ya han entrado con microcámaras para ver el estado del osario y todo está listo para proceder a la exhumación de los hermanos Lapeña, incluso los forenses que van a entrar ya se han vacunado», comenta esta gijonesa afincada en Oles. «Es un primer paso porque facilita el acceso para la exhumación de mi abuelo, aunque no se hará todo a la vez porque Patrimonio no lo permite. No entiendo el porqué. Parece que quieren vernos sufrir más», se lamenta.
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