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«El clima que se vive es de crispación»

Se muestran preocupados por las consecuencias que ha generado el fallo del Supremo sobre el procés Asturianos residentes en Cataluña narran la tensión que se vive en las calles tras el fallo

SANDRA S. FERRERÍA

OVIEDO.

Miércoles, 16 de octubre 2019

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«Recuerdos muy desagradables y de mucha tensión». Eso es lo que le viene a la mente estos días a quien fuera subdelegado del Gobierno en Cataluña el famoso 1 de octubre de 2017, cuando se celebró el referéndum sobre la independencia, y también cuando, días después, el expresidente Carles Puigdemont declaró de manera unilateral la independencia de esta comunidad. Emilio Ablanedo, natural de Castrillón y ahora residente en Madrid, donde se ha reincorporado a su puesto como letrado de la administración de la Seguridad Social, rememora estos días de tensión política en Cataluña su experiencia en esta comunidad, donde residió 17 años.

La sentencia del Tribunal Supremo sobre el llamado 'procés', dice, le trae recuerdos de «una auténtica vulneración de los derechos de los catalanes no nacionalistas». Refleja, añade, «la gravísima imposición nacionalista de carácter realmente totalitario». En su opinión, las protestas de estos días «constituyen el intento de ocupar la vía pública para excluir a la mitad de la población catalana que no piensa como ellos». Para él, se trata de un auténtico ejercicio «de totalitarismo e intolerancia».

Enol Alonso abandonó su concejo natal de Aller para realizar un máster en Barcelona. Allí encontró trabajo en una agencia literaria. Ayer, precisamente, tenía previsto coger con más compañeros de trabajo un vuelo dirección a Frankfurt para acudir a la feria del libro. Su vuelo no se canceló, pero el lunes la incertidumbre era inmensa. «El clima que hay aquí es de mucha crispación», reconoce. «La gente discute constantemente, es un asunto que está dividiendo a la población. Cuando salió la sentencia mucha gente la entendió como una condena ideológica», comenta. Además, no se muestra optimista con que la situación se solucione pronto. «La sentencia no solucionará nada, es un problema político», opina este asturiano afincado en Cataluña que, asegura, conoce a gente que ha dejado de hablarse con familiares y amigos por este asunto.

«Hacen ruido»

Esa división la sufre Esperanza Baizaneque, natural de Langreo. Antigua militante de Ciudadanos, vive con «preocupación e impotencia» la situación que atraviesa Cataluña. Relata incluso que tiene vecinos, concretamente un matrimonio, que le han dejado de hablar por el asunto. «Veo las imágenes del Prat y pienso que, si los Mossos y la Policía no son capaces de controlar esto, ¿en qué va a parar?», se pregunta. A su juicio, los independentistas que durante estos días cortan carreteras y se manifiestan «son una minoría, hacen mucho ruido, pero son minoría». Con respecto a la sentencia, dice, nadie está de acuerdo. «A ellos les parece mucho, a mí una inocentada si no fuera por lo grave que es. Querer romper España al final sale muy barato», opina.

José Eduardo López vive en un pueblo en Girona, donde se trasladó por motivos laborales. «Al vivir en un pueblo pequeño no nos afecta tanto», explica. La «agresividad» que se ve en las imágenes de los medios de comunicación, dice, no es tan grave en su zona. «Aquí no se ve tanto, aunque sí hay división», asume. También él considera que la sentencia es el germen del inconformismo. «Unos están conformes y otros indignados y cabreados», comenta.

«Ellos quieren libertad. Pero la suya, que comienza coartando la mía», apunta Sonia Carreño, de Gijón. Ella recuerda una Barcelona «dinámica, activa y alegre». Sin embargo, asegura que ahora «se respira tristeza, calma tensa, y no puedes hablar de ciertos temas por no buscarte problemas o enfrentamientos». Para esta gijonesa, el fallo de la sentencia es «insuficiente». «Cataluña no merece la situación en la que la han dejado», lamenta.

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