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Aspecto de la basíilica del Valle de los Caídos ayer al anochecer, tras la intensa jornada con la exhumación de los restos de Franco. EP

El Gobierno no sabe qué hacer ahora con el Valle sin Franco

Se han planteado numerosas propuestas que van desde la creación de un centro de la memoria a la voladura o el abandono

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Viernes, 25 de octubre 2019, 00:16

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¿Y ahora qué? Franco ya no está en el Valle de los Caídos, pero el Gobierno no tiene una idea clara de qué hacer con el monumento a «los héroes y mártires de la Cruzada». Han surgido propuestas de todos los calibres, desde la voladura hasta la creación de un centro de la memoria o la conversión en un cementerio civil. Hay cierto consenso, salvo para los partidarios de la dinamita, en que se debe «resignificar» y «desacralizar» porque no puede seguir siendo centro de peregrinación franquista ni lugar de culto.

El ministro de Cultura comentó este martes que el destino del Valle de los Caídos no será una decisión inmediata. «Ese es un debate de futuro, no de ahora mismo», puntualizó José Guirao. En el Gobierno tienen claro que sería un sinsentido dejarlo como está una vez trasladados los restos del dictador al cementerio de Mingorrubio. Los lugares históricos «vacíos tienen un valor simbólico muy fuerte, y el Valle puede ser simbólicamente más potente sin Franco», alerta el investigador del CSIC Alfredo González Ruibal. «No puede ser un parque temático del franquismo», apunta Mirta Núñez Díaz Balart, directora de la cátedra de Memoria Histórica de la Universidad Complutense.

EN SU CONTEXTO:

  • 18 años, de 1940 a 1958, se invirtieron en construir el Valle de los Caídos, una obra en la que se calcula que trabajaron 20.000 obreros, en su mayoría presos republicanos.

  • 1.337 hectáreas ocupa el conjunto monumental erigido en la finca de Cuelgamuros, de San Lorenzo de El Escorial, a 58 kilómetros de Madrid.

  • 262 metros de largo tiene la basílica excavada en la roca y su cúpula se eleva a 45 metros con un diámetro de 40 metros.

  • 1.086 millones de pesetas fue el coste de la construcción, que actualizado en euros supera los 300 millones.

  • 33.847 osarios están hacinados en los columbarios de la basílica, de los que más de 12.000 están sin identificar.

  • 9 euros cuesta la entrada. Hay tarifas reducidas de 6 y 4 euros para grupos, familias numerosas y jubilados. Es gratuita para menores de cinco años, y algunos días, como el 12 de octubre.

  • 120 habitaciones con 220 camas tiene la hospedería, que cuenta con restaurante, dos auditorios y buena biblioteca. Los precios oscilan entre los 40 y 60 euros.

  • 378.875 visitas se registraron el año pasado, 33% más que en 2017. Un incremento atribuible a la exhumación de Franco anunciada en junio de 2018.

  • 340.000 euros recibe cada año la comunidad benedictina que gestiona y administra el conjunto monumental.

Es, además, un agujero económico que cada año acumula medio millón de euros en pérdidas que alimentan un déficit cercano a los tres millones. Sí recibe visitas, pero sus cifras y sus ingresos están lejos de otras instalaciones históricas. El campo de Auschwitz, por ejemplo, tuvo 2,1 millones de visitantes el año pasado; el Valle de los Caídos se acercó a las 400.000.

Pero el apartado económico es quizás el menor problema. Qué hacer con los casi 34.000 osarios de cadáveres, más de 12.000 sin identificar, la mayoría amontonado sin orden ni concierto en unos columbarios carcomidos por la humedad, es un desafío de primer orden. Los restos de algunos republicanos han sido reclamados por sus familias, pero la mayoría no tiene quién se interese por ellos. El Valle de los Caídos se construyó para enterrar a los muertos en el bando franquista. Pero en vista de que casi todos habían sido recuperados por sus familias y recibido sepultura, el ministro de la Gobernación, Camilo Alonso Vega, escribió el 23 de mayo de 1958 a los gobernadores civiles para que surtieran de cadáveres «sin distinción del bando en que combatieran», es decir republicanos. Este viraje permitió a la dictadura hablar de un monumento para los dos bandos.

Deterioro arquitectónico

Los expertos escogidos en 2011 por el entonces ministro de la Presidencia, Ramón Jáuregui, llaman la atención sobre el pésimo estado de la construcción. El Valle de los Caídos es una basílica horadada en la roca sobre la que se erige una cruz de 150 metros de alto por 46 de ancho, dicen que la mayor del mundo. Está plagado de humedades y goteras, ha sufrido desprendimientos de los grupos escultóricos y se han caído teselas de las cinco millones de piezas que componen la bóveda. «La situación es de deterioro notable dadas sus características constructivas, las duras condiciones climáticas y la falta de inversiones en conservación», recoge el informe.

El comité calculó que habría que destinar 13 millones de euros para «prolongar su vida útil en correctas condiciones». Si se abandona, como proponía el historiador Santos Juliá, fallecido este miércoles, la ruina sería cuestión de poco tiempo. Pero el Valle, argumentaron en su día los expertos, «almacena sufrimiento y sangre. Por eso, y aunque sea solo por eso, debe mantenerse». Tiene que ser un lugar para «explicar y no destruir».

No todos piensan así, el historiador Ian Gibson y dirigentes del PNV y Compromís han abogado por la demolición porque es un lugar irrecuperable para la convivencia y un escarnio para las familias de las víctimas. Pero los defensores de la solución drástica son minoría. El exministro Jáuregui abandera la idea de un museo de la memoria; la exalcaldesa de Madrid Manuel Carmena aboga por rebautizarlo como «Valle de la Paz»; historiadores como Carme Molinero y Ricard Vinyes apuestan por centro de interpretación del propio valle de Cuelgamuros; Josefina Cuesta, catedrática de Historia Contemporánea de la universidad de Salamanca, se inclina por un museo de los horrores de la Guerra Civil; Antonio Cazorla, profesor de la Trent University de Canadá, aboga por un museo y centro de estudios de la contienda; y hasta Pedro Sánchez habló de un cementerio civil.

El destino de los osarios amontonados es una de las incógnitas para el futuro del conjunto monumental

El comité de expertos recomendó la «resignificación integral» para que sea un memorial, con un espacio para el nombre de todas las víctimas, cementerio civil con columbarios nuevos para recolocar los restos y centro de interpretación del conjunto monumental. Y un nuevo convenio con la Iglesia porque el vigente rubricado en los años cincuenta es «anacrónico». A este respecto, el Gobierno estudia que si se mantiene el marchamo religioso la gestión pasaría a manos distintas de los benedictinos, amos y señores del Valle desde su inauguración en 1959. Ideas no faltan, materializarlas es otra cosa.

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