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Pedro Sánchez. Fernando Alvarado (Efe)
El Gobierno se parapeta frente a una repetición electoral con muchos peros

El Gobierno se parapeta frente a una repetición electoral con muchos peros

Sánchez trabaja ya en su discurso de investidura con el ánimo de 'vender' a los ciudadanos el proyecto sobre el que Iglesias rechaza hablar

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Martes, 16 de julio 2019, 19:32

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En el palacio de la Moncloa todo los esfuerzos están ya concentrados en la elaboración del discurso de investidura que Pedro Sánchez pronunciará el próximo lunes. No hay apenas esperanzas en que pueda servir para romper el bloqueo institucional, después la consulta planteada por Pablo Iglesias a las bases de su partido. Pero los socialistas creen que el debate que celebrará el Congreso entre los días 22 y 25 les ofrece, en el peor de los casos, la oportunidad de hacer visible su proyecto, el del Gobierno que no podrá ser, a su electorado y al conjunto de los ciudadanos de cara a los eventuales comicios del 10 de noviembre. La misma máxima que se siguió con los Presupuestos no natos de 2019.

En el entorno de Sánchez aseguran que, en contra de lo que en no pocas ocasiones ha sugerido el líder de Podemos, jamás han abrazado con entusiasmo la idea de una repetición electoral, pero también argumentan que Iglesias -al que la ministra portavoz, Isabel Celaá, instó este martes a retirar la consulta y seguir negociando- debería haber aprendido ya hace tiempo que el actual secretario general del PSOE es un hombre capaz de aguantar el más fiero de los pulsos y que no cederá a su presiones para conseguir un sitio en el Consejo de Ministros.

El último argumento para negar al dirigente izquierdista o cualquier miembro de la cúpula de su partido una cartera es el de que hacerlo sólo serviría para retrasar unos meses un adelanto electoral que de todos modos acabaría siendo insoslayable. Es lo que dijo Sánchez la semana pasada en TVE, que las contradicciones de una Gobierno de coalición como el que pide Podemos provocarían una parálisis.

En el PSOE y en la Moncloa -en realidad, más en el partido- admiten, en todo caso, que volver a las urnas tiene sus contras. En términos partidistas dan por sentado que saldrían reforzados. «Hay una mayoría de ciudadanos no muy politizados que lo que quieren es que la situación se resuelva y que entienen que para eso lo mejor es votar a la primera fuerza; lo vimos con Rajoy en 2016», dicen en círculos próximos al presidente del Gobierno.

Según ese cálculo, creen que Sánchez podría plantarse en 140 escaños, pero lo haría a costa de Podemos, de modo que la suma podría seguir siendo similar. «Apenas hay trasvase de bloques», dicen.

El 'factor Errejón'

La diferencia podría estar, aun así, en la aparición de un tercer actor en el ámbito de la izquierda, el partido de Iñigo Errejón. En el Ejecutivo creen que su entrada no tiene por qué perjudicarles y que sería a Podemos a quien podría arañarle diputados. Su tesis es que juntos sumarían entre 25 y 30 escaños, solo que en términos cualitativos hay razones para pensar que el equilibrio de poder sería más favorable a un Gobierno en solitario del PSOE. El exnúmero dos de Podemos ya se mostró partiario de permitir gobernar a Sánchez en 2016.

Algunos en Ferraz advierten, sin embargo, de que quizá los cálculos de los 'monclovitas' sean demasiado halagüeños. Creen que es probable que la participación se resienta y lo haga en detrimento de la izquierda y que si el PP, Ciudadanos y Vox llegan a algún tipo de acuerdo para concurrir unidos en circunscripciones pequeñas, pueden rentabilizar mucho sus resultados.

En términos institucionales, en todo caso, en el Ejecutivo también encuentran inconvenientes al adelanto. Admiten que Bruselas no lo vería con buenos ojos después de un año sin Presupuestos ni techo de gasto actualizados; que existe el riesgo de toparse con un 'brexit' duro que puede ser más grave en un escenario de inestabilidad y que la sentencia del 'procés' puede disparar de nuevo la conflictividad en Cataluña. Son factores, dicen, que haría conveniente que como tarde en septiembre haya ya nuevo Gobierno. Y un elemento para apelar a la «responsabilidad» del PP.

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