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Miguel Ángel Revilla, en la sala del Consejo de Gobierno de Cantabria. FOTOS: JAVIER COTERA
«Defendemos una financiación solidaria, la que haría una persona con dos dedos de frente»

«Defendemos una financiación solidaria, la que haría una persona con dos dedos de frente»

Miguel Ángel Revilla, presidente de Cantabria ·

«Hay que financiar en función del coste real del servicio; el modelo del número de habitantes es una teoría egoísta»

JOSÉ L. GONZÁLEZ

GIJÓN.

Domingo, 25 de agosto 2019, 03:13

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Durante las últimas semanas la reforma de la financiación autonómica ha estado muy presente en la agenda política. El presidente de Cantabria, Miguel Ángel Revilla, tiene clara cuál debe ser la postura de su comunidad y la de otras, como Asturias y Galicia, que comparten sus características. Sin pelos en la lengua, al otro lado del teléfono, el presidente de la región vecina deja claro cómo debe abordarse una negociación que definirá el futuro de muchos territorios.

-¿Qué modelo de financiación autonómica plantea Cantabria?

-El modelo lógico, el modelo solidario, el que haría cualquier persona con dos dedos de frente si admite que todo ciudadano, viva donde viva, ha de tener los mismos servicios: una carretera que le lleve al pueblo, a la casa donde viva, un médico cerca por si se pone enfermo, un maestro por si tiene hijos... El coste de eso no es igual en toda España.

-Un modelo opuesto al de financiar por habitante.

-Hay quien lo ha preconizado. El coste unitario en Madrid es, por ejemplo, dos y en Galicia, en Asturias y en Cantabria es 22. Lo que defendemos es la justicia, que se financie en función de las necesidades de los ciudadanos, no por el número de habitantes. Si es así, adiós a la solidaridad, a lo que mantenemos ahora con problemas en las zonas rurales, no hay más que eso. Hay una teoría egoísta, economicista pura y dura, y otra que es la de la sensatez, la solidaridad. Hay que financiar en función del coste del servicio que se presta al ciudadano.

-Plantean un modelo similar al de Asturias donde prime la orografía, la dispersión de la población, el envejecimiento.

-Ahí es donde viene la segunda pregunta. ¿Por qué el coste es mayor en Cantabria y en Asturias? Hacer una carretera que suba a Tresviso no es lo mismo que hacerla en Andalucía; tener maestros en Valderredible para quince niños, que vive uno a treinta kilómetros de otro, que hay que ir a buscarles en coche, darles de comer, darles la clase y devolverlos a casa, cuesta, salvo que digas que no estudien. Los consultorios rurales hay que seguir manteniéndolos. La orografía, la dispersión, el envejecimiento... si eso no se hace así, si sale la ley de financiación que pretenden las autonomías de Madrid, Valencia, Andalucía, Cataluña, adiós a los pueblos, se acabó la película. Eso va en contra de cualquier norma lógica que preconice Europa, del sentido común, de la solidaridad.

-¿Ve posible que suceda?

-Como los políticos actúan en función de votos, pues, ¿dónde están los votos? No están en las poblaciones, ni en Valderredible, ni en la cuenca minera. Están en Madrid, en Sevilla, en Valencia. Y ahí es donde tienen la tendencia a actuar en función de los votos, cosa que es un gravísimo error desde un punto de vista moral, porque no hay que actuar en función de los votos, sino de las necesidades.

-¿Por qué no sirve el sistema actual?

-A nosotros no nos parece un mal sistema tal como está. Lo que nos preocupa es que haya otro que no nos sirva. De momento, tenemos un sistema que ha reconocido esas cosas, porque parte de un coste de los servicios. Cuando aparece que Cantabria tiene un coste sanitario que dobla la media nacional decimos 'ya', pero es que no saben que nosotros, a la hora de las competencias, asumimos un hospital nacional, uno de los grandes del país, que es Valdecilla. Están operando aquí a toda España; gente de Asturias, de Navarra, de Cataluña... Eso tiene un coste. Pregúntele a los otros. Lo que quieren es que les den mucho más dinero. A Madrid, por ejemplo, que no saben qué hacer con él. No quieren ni cobrar impuestos.

-¿Calculan las pérdidas para Cantabria si se aplica ese otro modelo?

-No, no, no. No quiero ni hacer el cálculo porque no puedo ni admitir que eso se pueda plantear por alguien que tenga dos dedos de frente, y más si viene de un partido que se llame progresista. No quiero ni saberlo, porque cuando hablo en privado con todos de este tema, me dicen 'tienes razón, Revilla'. Eso es lo terrible del tema, que la política está por encima del razonamiento lógico. Este tema es una dicotomía que solo puede ir por dos caminos, por aquí o por allí. El de Cantabria, supongo que el de Asturias es el mismo, es este. Y los otros están haciendo mucha fuerza para ir por otro. Y no hay más. Cantabria está en la lógica. No creo que este tema vaya a salir ahora, pero el temor tiene que estar ahí, claro.

-Hay varias comunidades en la misma situación. ¿Han mantenido contactos? ¿Debe haber una reunión para mostrar su fuerza?

-Todo lo que sea que los que compartimos el mismo problema, que además tenemos las de perder, porque somos cuatro gatos comparados con los otros, nos unamos, es bueno. Pero aquí el debate hay que centrarlo en el sentido común. Es tan sencillo como convencer a un Gobierno que se considere justo y solidario de que tiene que tratar a los españoles, a todos, por igual. Es terrible lo que se oye de esto.

-Las comunidades que bajan impuestos de forma agresiva, ¿deberían ser penalizadas en la reforma de la financiación?

-Eso no debiera existir. Si yo pacto que todos los ciudadanos somos iguales, vivamos donde vivamos, también lo deberíamos ser a la hora de la tributación. Debe ser homogénea y única. Si hay un IRPF, tiene que ser para todos igual; si hay Sucesiones, tiene que ser para todos. Esto es un gallinero donde se hace 'dumping fiscal' para llevarse a las empresas.

-¿Es el caso de Madrid?

-Madrid ya tiene el 80% de las empresas de España pagando allí, aunque producen en otro lado. Pues eso es lo que hay. Y la presidenta de Madrid dice que va a hacer una rebaja de impuestos, ya solo le falta decir que no va a cobrar nada. Pero si es una región pulpo, que chupa todo, pero si todos tenemos que ir cada semana allí. 20.000 taxistas, hoteles, actos, embajadas... Nosotros aquí, con cuatro vaques, cuatro turistas, cuatro fábricas, un poco de pesca... Pues hay que cobrar impuestos porque si no, no podemos mantener lo que tenemos para que la gente pueda vivir dignamente.

-Ellos defienden que bajar los impuestos mejora la economía.

-Eso lo puede hacer Madrid porque es una mina y no tiene una plaza hotelera libre en todo el año. Y nosotros tenemos que esperar a julio, agosto y Semana Santa. Vas a Madrid y cada día hay una historia, es la capitalidad, que es un plus. Un día le dije a Esperanza Aguirre: 'A mí me dejas ser capital de España medio año y ya no cobro impuestos a nadie'. Lo que tenía que hacer un Gobierno sensato es no dejar que Hacienda, que debería ser para todos igual, unitaria, permita hacer ese 'dumping'. Pueden ser casi paraísos fiscales. Nosotros no podemos bajar los impuestos, porque no nos entra toda esa riada de millones que le entran a Madrid por ser capital.

-¿Tiene miedo de que se negocie la reforma de la financiación de forma unilateral con diferentes comunidades?

-De este tema he hablado muchísimo con Pedro (Sánchez), cada vez que estoy con él. 'No te preocupes, esto se va a hacer bien, eso que dices es muy razonable'. En la política que veo ahora puede pasar cualquier cosa. Pero luego vendrán los andaluces, los madrileños, los valencianos... y ahí, ¿qué habrá?

-¿Teme prerrogativas entre las comunidades, que alguna parta con ventaja?

-Ya sabemos que esto de los votos es un chalaneo, pero yo tengo que confiar en que se hagan las cosas bien. Lo único que tengo son conversaciones de café con él, o llamadas. Yo le digo: '¿Tienes metido en el coco que esto es el tema más gordo de la España que queremos?'. Si queremos una España en la que vayamos todos a vivir a Oviedo, Gijón, Torrelavega, Santander, Bilbao y Madrid, pues esa es la fórmula. Estoy en esa fase de persuasión didáctica como viejo político que actúa no en función de votos sino en decir lo que tiene que decir.

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