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Los socialistas vuelven al umbral de los 20 escaños, que no alcanzaban desde el año 2007. Siete grupos se reparten el hemiciclo de la Junta en una legislatura en la que Barbón tiene opciones a izquierda y derecha para gobernar. La del 26 de mayo fue una noche alegre en la sede de la FSA.El PSOE logró ese día una aplastante victoria en las elecciones autonómicas asturianas que llevaron a Adrián Barbón a la Presidencia del Principado aupado por los 20 diputados que consiguió su partido en la Junta. Una mayoría aplastante, aunque no suficiente para evitar tener que echar la vista a otros grupos del hemiciclo y poder sacar adelante la legislatura. Los más de 185.000 votos que lograron los socialistas les devolvían a registros de 2007, cuando Vicente Álvarez-Areces se impuso con 21 escaños en un escenario muy diferente al que se da en la actualidad. Si entonces eran tres los partidos que se repartían los asientos en el parlamento asturiano, ahora son siete los que, tras un acuerdo firmado en julio, contaban con grupo propio. En un momento de alta fragmentación política, con Ciudadanos, Podemos, Foro y Vox en escena, los resultados del 26-M no podían ser interpretados de otra forma que no fuera la de una clara victoria que reforzaba además el papel de su entonces candidato y ahora presidente, Adrián Barbón, que se había hecho con el control del partido poco antes derrotando al sector afín a Javier Fernández, el anterior líder socialista que en los tres comicios que lideró la lista del PSOE nunca consiguió un número de escaños semejante.
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La decisión de Génova de elegir a Teresa Mallada como candidata regional desata una guerra que acaba con la dimisión de Mercedes Fernández. La dirección autonómica del PP asturiano está en el aire desde que el pasado mes de septiembre Mercedes Fernández decidiera dar un paso atrás y abandonase la Presidencia del partido. La ahora senadora pactó entonces con Génova su salida a cambio de liderar la candidatura a la Cámara Alta en las elecciones nacionales del 10-N para tratar de aplacar la crisis interna, surgida a principios de año, cuando fue apartada de las listas a las autonómicas para los comicios del mes de mayo. La solución adoptada por el equipo de Pablo Casado y aceptada por Fernández para poner paz en el PP asturiano llegó después de meses de especulaciones sobre la posibilidad de instaurar una gestora en Asturias o de celebrar un congreso extraordinario. Ninguna de esas opciones llegó a concretarse. Mercedes Fernández dio un paso atrás y, aunque se esperaba que desde Madrid se designara de forma inminente a la persona que se haría con las riendas del partido de forma provisional hasta el próximo congreso, este cargo sigue vacante tres meses después.
3
El exrector renunció a su acta horas después de tomar posesión al ver cercenadas sus expectativas de alcanzar acuerdos con el PSOE.Solo unas horas más tarde de tomar posesión de su escaño en la Junta General, el que fuera candidato de Ciudadanos al Principado en las elecciones autonómicas del pasado mes de mayo renunciaba al acta y abandonaba el partido. Justificaba su marcha por las discrepancias con la política de pactos del partido que entonces dirigía Albert Rivera después de que la Ejecutiva nacional ratificara que no investiría a Pedro Sánchez como presidente y rechazara abrir una negociación con el PSOE. El exrector de la Universidad de Oviedo, que se había presentado como independiente, nunca se sintió cómodo en los círculos orgánicos de Ciudadanos, colisionó con la cúpula nacional del partido, que le dio la vuelta a su propuesta de candidatura, y acabó chocando frontalmente con la estrategia de pactos de la formación naranja: en el conjunto del país, con acuerdos con PP y Vox, y singularmente en Oviedo, donde Ciudadanos dio la Alcaldía a los populares y cercenó así la expectativa del académico allerano de llegar a acuerdos con el PSOE en la Junta General para facilitar la gobernabilidad de Asturias.
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El cisma interno afecta al grupo parlamentario, con el portavoz, Adrián Pumares, adscrito a la línea oficial y Pedro Leal fiel al fundador. Batalla campal en Foro Asturias. La dimisión de Francisco Álvarez-Cascos a mediados de noviembre como vicepresidente del partido –manteniéndose como vocal– con ataques durísimos contra la presidenta de la organización, Carmen Moriyón, hizo estallar la crisis interna que venía gestándose desde el verano. La formación está ahora completamente dividida en dos. Por un lado, los afines a Carmen Moriyón, que se hicieron con el control absoluto de la formación al utilizar la exalcaldesa de Gijón una prerrogativa prevista en los estatutos para el nombramiento de personas de su confianza y cesar a otros dirigentes a través de una serie de comisiones directivas, algunas impugnadas por el sector crítico, liderado por Francisco Álvarez-Cascos. Por el otro, los fieles al fundador de la organización, que acusan al equipo de Moriyón de querer «modificar por la puerta de atrás» las líneas ideológicas establecidas en el tercer Congreso de Foro.
5
El PSOE ganó en abril, pero fue incapaz de formar Gobierno y evitar volver a las urnas en noviembre, cuando se impuso de nuevo. La inestabilidad política ha marcado la actualidad en España durante todo el año. El rechazo al proyecto de presupuestos del PSOE en el mes de febrero desencadenó la convocatoria de nuevas elecciones, sumiendo al país en un estado de interinidad que se prolongó durante todo el ejercicio. No era lo previsto. Con un PSOE al alza en las encuestas, un PP en caída libre perseguido por Ciudadanos y un Vox en claro ascenso, en Ferraz se esperaba que el tablero político que saliera de las elecciones del 28 de abril diese las suficientes opciones como para formar un Gobierno estable. Los número de esos comicios daban. El PSOE logró una clara victoria con 123 diputados, 38 más que en las elecciones de 2016. Su claro ascenso le permitía mirar a ambos lados del tablero para llegar a un acuerdo, pero la misma noche electoral simpatizantes de la formación dejaron claro a su secretario general y presidente del Gobierno en funciones, Pedro Sánchez, que no estaban dispuestos a aceptar un pacto con Ciudadanos. «Con Rivera, no», le gritaron en medio de la celebración.
6
Los restos del dictador fueron trasladados en helicóptero al cementerio de Mingorrubio tras 44 años en la cripta.Fue una de las promesas del presidente del Gobierno en funciones, Pedro Sánchez, y tras los esfuerzos en el Congreso, los recursos judiciales y la resistencia del prior del Valle de los Caídos consiguió llevarla adelante. El 24 de octubre familiares de Francisco Franco; una delegación del Gobierno presidida por la ministra de Justicia, Dolores Delgado, como notaria mayor del Reino, y el secretario general de la Presidencia del Gobierno, Félix Bolaños, y el subsecretario del Ministerio de Presidencia, Antonio Hidalgo, como autoridades del Estado, asistieron a la exhumación de los restos del dictador del Valle de los Caídos, donde llevaba enterrado 44 años.
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La debacle del partido naranja en la repetición electoral de noviembre trajo consigo la dimisión de su fundador. El último cambio de piel del camaleón de la política fue fallido. Albert Rivera llegó a la escena política nacional con Ciudadanos tras el éxito cosechado por esta formación en Cataluña, con el objetivo de convertirse en una alternativa al PSOE y PP, con vocación de gobernar con unos y con otros. Pero el proyecto de partido 'bisagra' de centro que diseñó el político catalán fracasó en su último intento. La debacle de Cs en las elecciones del 10 de noviembre tuvo nombre y apellidos, Albert Rivera, como él mismo reconoció un día después de los comicios al presentar su dimisión como presidente del partido que fundó y a renunciar a recoger el acta de diputado.
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El partido de Abascal supera los 50 diputados y podrá marcar agenda desde el Tribunal Constitucional. Cuando hace apenas cinco años fundó Vox, y cuando en los comicios de los años siguientes cosechó unos resultados muy pobres, difícilmente podía pensar Santiago Abascal que en noviembre de 2019 su partido se iba a convertir en una pieza clave del tablero político español. Con el impulso de la crisis en Cataluña, Vox dio el 10-N la campanada y logró 52 diputados en las elecciones generales. Además, se convirtió en la tercera fuerza del país y quizá más importante incluso para la gobernabilidad futura, superó el listón de los 50 diputados, lo que le permitirá recurrir ante el Tribunal Constitucional todas las leyes y normas con rango de ley que consideren «liberticidas y anticonstitucionales y que el resto de los partidos dejan pasar», tal y como quiso destacar Abascal en su primera comparecencia tras aquellos comicios. Si la legislatura se pone en marcha, Vox promete convertir el Constitucional en una tercera cámara en la que se acabarán dirimiendo las leyes nacionales.
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El histórico fallo del Supremo, que condena hasta a 13 años de prisión a los líderes separatistas, volvió a movilizar a las bases independentistas. Una sentencia histórica. El fallo del Tribunal Supremo en relación a los hechos del 'procés', que culminó en 2017 con el referéndum ilegal del 1 de octubre y con la posterior declaración unilateral de independencia del 27 de octubre, volvió a sacar al secesionismo a la calle. Después de que el Gobierno de Rajoy aplicase el artículo 155 de la Constitución y encarcelase a los principales líderes políticos soberanistas, el proceso judicial se alargó durante dos años en los que la presión política y social antiespañola vivió altibajos. La sentencia, que volvió a unificar bajo una misma consigna a las distintas vertientes del nacionalismo catalán tras diversos momentos de tensiones internas, fue rotunda.
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