Borrar
Urgente Se desata un incendio en un bloque de viviendas de La Corredoria, en Oviedo

El Proceso de Burgos: medio siglo que marcó un antes y un después

50 AÑOS DEL PROCESO DE BURGOS: EL JUICIO QUE DIO ALAS A ETA ·

Documental con las voces de los que vivieron el juicio burgalés

Antonio Corbillón

Jueves, 3 de diciembre 2020, 10:10

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

Cuando se estudie la época de la dictadura de Franco y los fascistas estará dividida, al menos, en dos partes, desde 1939 hasta el Proceso de Burgos, desde el Proceso de Burgos...».

Así se veían los 16 miembros de ETA (14 hombres, dos de ellos curas y dos mujeres) procesados en el juicio sumarísimo 31/69 cuando se sentaron en el banquillo de la sala de vistas del Gobierno Militar de Burgos el 3 de diciembre de 1970. Medio siglo después, imputados, letrados e historiadores, valoran aquel mes de diciembre que marcó un antes y un después no solo para la banda sino para el Régimen y la apertura política en España.

De los protagonistas que aún viven los hay que ya dan por contado y amortizado el episodio. «Déjalo estar, déjalo estar», insiste desde su casa en Algorta (Vizcaya), el exactivista de ETA Xabier Izko de la Iglesia, condenado a muerte como supuesto autor material del primer asesinato premeditado, el del inspector Melitón Manzanas en 1968.

Otros, como su compañero Teo Uriarte, que también sufrió una doble condena capital, continúa siendo a sus 75 años un libro abierto de recuerdos de aquellos trepidantes días. También de amargas contricciones. «Al meternos en ETA pensamos que ETA sería lo que nosotros quisiéramos que fuera. Luego te metes y la corriente te lleva. ¡Pobre y sacrificado fui! ¡Pobre y sacrificado soy!».

«ETA se convirtió en el flautista de Hamelin... gentes y gentes que decían 'yo quiero ir con vosotros'»

Izko de la Iglesia, Uriarte y los otros 14 se enfrentaban al juicio con el que Franco pretendía dar un golpe de autoridad. Llevaban más de año y medio en la cárcel, donde habían soportado los interrogatorios y las torturas.

Hay una coincidencia general en que el Franquismo equivocó su estrategia al instruir una causa general contra los activistas de la primera ETA en su intento de mostrar firmeza y dureza. «Ya había familias enfrentadas en el Régimen, pero Burgos las acelera –explica el investigador del Centro Memorial Víctimas del Terrorismo y autor de 'El Franquismo en el Proceso de Burgos', Gaizka Fernández–. Por un lado estaban los tecnócratas que pretendían liberalizar, que no democratizar, España. Y por otro, la vieja guardia, lo que luego se llamará el búnker».

Hasta la propia Iglesia, en cuyos seminarios y órdenes habían madurado gran parte de los que ahora eran juzgados, y que tuvo a dos 'sotanas' en el banquillo, utilizó todos sus resortes y contactos para que el caso tuviera la máxima audiencia posible. «Con el Concordato de 1953 se podía haber celebrado a puerta cerrada. Jamás habríamos sabido lo que pasó. Pero la Iglesia puso su infraestructura al servicio de aquella pequeña revolución», resume Pedro Ontoso, que acaba de publicar 'ETA, yo te absuelvo'.

Hay una coincidencia general en que el franquismo equivocó su estrategia con aquel juicio

Hasta la Iglesia utilizó todos sus resortes y contactos para que lo que pasara en Burgos tuviera la máxima audiencia posible

Conscientes de la total falta de garantías de un juicio justo y menos por el Código Militar, acusados y abogados supieron reconvertir la causa para que el 'bumerán' diera la vuelta y impactara en el búnker franquista. Los tres letrados que asoman sus recuerdos en el documental elaborado entre El Correo y El Norte de Castilla recuerdan que la vista oral fue 'puro teatro'. «Nos entregan a esos 16 acusados y cinco mil y pico folios. Cuando esto llega a nuestras manos aquello apesta, huele a cadaverina. Los abogados pensamos que nuestra obligación era no dejar que se usaran nuestras togas para todo aquello», rememora todavía en activo a sus 89 años Miguel Castells, defensor del líder del colectivo, Mario Onaindia.

Tragedia y espectáculo

Gurutze Galparsoro, única letrada en la sala, evoca que, en el fondo, «nos lo pasábamos muy bien. Te olvidabas de la tragedia y era un espectáculo y te planteabas ¡ay, si pudiera durar más días! Pero no se podía ensayar las cosas, salían y ya está». Como atestigua otro defensor, Pedro Ibarra, «uno de los errores, tal vez el peor, del juez militar instructor fue permitir que los abogados preparásemos el juicio todos a la vez con todos los acusados».

Fue una semana de juicio, entre el 3 y el 9 de diciembre, en la que las protestas en las calles españolas y en las capitales europeas alimentaban el miedo escénico del Régimen. La imagen final de la vista, con cantos colectivos y gritos de libertad dio paso a la tensa espera del veredicto, mientras las presiones de medio mundo preocupaban al Generalísimo.

El Día de los Santos Inocentes, 28 de diciembre, la sala militar confirmó nueve condenas de muerte para seis acusados. Y más de 500 años de cárcel para el resto. «Fue devastador –admite Galparsoro– Yo empecé a meditar qué habíamos hecho mal, si podíamos haber intentando otras cosas y no provocar tanto». «Pensamos que no lo iban a hacer –apunta Pedro Ibarra–. Pero fue todo un proceso montado, con una sentencia predeterminada. Con todo el poder político pendiente de imponer orden... eso nos echó para atrás».

Abrumado por las presiones de todas las cancillerías occidentales y de la propia Santa Sede, el Consejo de Ministros apenas tardó 48 horas en conmutar las condenas capitales. Antes hubo incluso un intento de soborno para que evitara las penas capitales al capital jurídico de la vista, Antonio Troncoso, que ha desvelado Gaizka Fernández hace unos meses tras revisar todo el sumario. «El propio Gobierno plantea por un lado un soborno, mientras por otro intenta un frente unido. Pero nunca sabremos qué fue lo que convenció a Franco de que en ese momento había que indultarlos», explica.

Los protagonistas

«Me vi ante el pelotón de fusilamiento»
Eduardo 'Teo' Uriarte. Doble condena a muerte

«Me vi ante el pelotón de fusilamiento»

«Sí, me vi ante el pelotón. Pero tenía poco más de 20 años y una enajenación impresionante. Pensaba 'voy a ser un héroe, mi sangre va a ser la semilla'»

«Pensamos: aquí van a matar»
Miguel Castells. Defensor de Mario Onaindia

«Pensamos: aquí van a matar»

«Nos entregan a esos 16 acusados. Cinco mil y pico folios. Pensé que aquello apestaba, huele a cadaverina. Pensamos: 'aquí van a matar'»

«Se quiso dar una ejemplarización»
Gurutze Galparsoro. Única letrada de la causa

«Se quiso dar una ejemplarización»

«Se quiso dar una ejemplarización. Eso de salir con pistola, poder matar... Pero lo hicieron mal... Y les salió el tiro por la culata. ¡Y ya está!»

«Había miedo a que algún militar empezase a disparar»
Pedro Ibarra. Defensor y catedrático de Historia

«Había miedo a que algún militar empezase a disparar»

«Había miedo, tensión... El temor a que algún militar se pusiese de pie y empezase a disparar. Todos los colegas pasamos momentos de miedo real»

«Los tecnócratas de Franco lo vieron como algo negativo»
Gaizka Fernández Senovilla. Autor de 'El Franquiso ante el Proceso de Burgos'

«Los tecnócratas de Franco lo vieron como algo negativo»

«Los tecnócratas de Franco lo vieron como una publicidad negativa con sus socios europeos y trataron de detener todo»

Entre los periodistas pendientes del terrible fallo estaba el responsable de Cierre en 'La Voz de Castilla', Vicente Ruiz de Mencía, a quien filtraron las penas pero no pudo publicarlas hasta la orden oficial al día siguiente. «Era una situación informativa bastante frustrante. Pero éramos un periódico de la Cadena de Medios del Movimiento. Una se va apesadumbrado después de muchas horas de trabajo», todavía lamenta hoy el veterano redactor.

El final de la causa abrió una década, la de 1970, en la que ya nada fue igual. Ni para ETA, dividida entre la línea política y la vía armada. Ni para una dictadura que había pilotado las tres décadas anteriores sin demasiadas fisuras. Los condenados de Burgos, como ideólogos de las primeras luchas antifranquistas, continuaron con su labor desde la cárcel, hasta que se beneficiaron de la Amnistía de 1977. Todos menos uno rechazaron la ETA militar que se aprovechó de aquel foco burgalés. Unos como Teo Uriarte y Mario Onaindia, se implicaron en proyectos políticos desde una izquierda siempre contraria a la violencia.

Y a casi todos les pesó la responsabilidad inicial de «alimentar a la serpiente». Lo resume en el documental de El Norte el catedrático de Historia Moderna y director del curso sobre el Proceso de Burgos que realizó la Universidad del País Vasco en noviembre, Luis Castells. «Si no hubiera existido el Juicio de Burgos se hubiera acabado, en aquel momento estaba terriblemente descabezada, con un caos ideológico terrible y es esa escenificación del juicio lo que va a proyectar a la ETA. Va a hacer que aparezca... No sé quien (de ETA) dijo que después en el 71 cuando aparecíamos éramos como el flautista de Hamelin... gentes y gentes que decían 'yo quiero ir con vosotros'».

Publicidad

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios