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El PSOE y la Corona, 42 años de sociedad de auxilios mutuos

El PSOE y la Corona, 42 años de sociedad de auxilios mutuos

Una monarquía 'juancarlista' y un socialismo 'felipista' forjaron en los ochenta una firme relación que perdura hasta hoy

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Domingo, 9 de agosto 2020, 00:15

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Pedro Sánchez se ha erigido en el adalid de la monarquía parlamentaria con la defensa más cerrada del pacto constitucional que se recuerda en los últimos años a un líder socialista. Es el mismo Sánchez que se ha mostrado orgulloso de la genética republicana de su partido y que en 2014 saludó el aniversario de la proclamación de la república con un mensaje en Twitter que rezaba «Salud y República» y una foto de una calle 14 de abril.

Un rasgo reconocido del presidente del Gobierno es el pragmatismo. Lo demostró al respaldar la decisión de la Casa del Rey de dar luz verde para que Juan Carlos de Borbón abandonara España. «España -afirmó- necesita estabilidad e instituciones robustas». Su Gobierno, desde luego, requiere estabilidad para afrontar las crisis sanitaria, económica y social resultantes de la pandemia, y lo peor que podría suceder en estos momentos es una crisis institucional.

Aunque no son solo las urgencias del momento. El PSOE es un partido sistémico, y como tal defiende el modelo constitucional de la monarquía parlamentaria. Así ha sido en los últimos 42 años.

Pero también es cierto que media España monárquica contra otra media republicana, o en las proporciones que sean, sería un lastre insoportable para afrontar la trinidad de las crisis. Sánchez se enfrenta a urgencias más perentorias que embarcarse en un debate sobre la forma política del Estado. Resucitaría, además, viejos demonios que pocos quieren ver fuera de la sepultura.

Este espíritu monárquico del PSOE arranca de la Transición y se acentuó con la llegada de Felipe González al Gobierno. En aquellos años ochenta confluyeron, según el historiador Juan Francisco Fuentes, una monarquía 'juancarlista' y un socialismo 'felipista'. La interacción funcionó, y eso que no había caldo de cultivo favorable. Conviene recordar que en 1977 esos mismos socialistas se negaron a aplaudir al Rey en la apertura de la legislatura y se abstuvieron en la votación del apartado de la Constitución que establece que «la forma política del Estado español es la monarquía parlamentaria». No se podía hipotecar a generaciones futuras, argumentaron.

González trabó enseguida una sólida relación con el Rey. Un dato anecdótico, pero revelador de su proximidad, es que «el rubio», como llamaban los socialistas en por entonces al jefe del Estado, suministraba al presidente del Gobierno los puros que le enviaba Fidel Castro. Pasaron del trato institucional a una amistad que perdura. Baste recordar la cerrada defensa que hizo González de don Juan Carlos en plena tormenta informativa sobre sus negocios privados.

Otro líder socialista que alcanzó alta sintonía con el rey emérito fue Alfredo Pérez Rubalcaba. Estaba de salida tras la derrota en las elecciones europeas de 2014, cuando Mariano Rajoy requirió su ayuda para gestionar la abdicación y la sucesión. Un encargo sugerido desde la Zarzuela.

Las lágrimas del monarca

Juan Carlos de Borbón sabía que nadie mejor que Rubalcaba para embridar a unos socialistas acogotados a su izquierda por Podemos en aquella inédita operación. Así se hizo. Todavía están frescas en las retinas de muchos las lágrimas del rey emérito ante el féretro del líder socialista fallecido hace dos años en la capilla ardiente del Congreso.

El rey Juan Carlos era consciente desde la Transición que el PSOE era la clave de bóveda para preservar la Corona. Las lecciones de la historia están para ser aprendidas, y la Segunda República era una página reciente. «Si mi abuelo hubiera podido hacer esto con Pablo Iglesias no habríamos tenido Guerra Civil». Juan Carlos de Borbón lo decía tras la toma de posesión de González como presidente en 1982. Menos serio pero igual de descriptivo fue un comentario suya en una Pascua Militar de los noventa: «Sin estos (apuntando a González) tendríamos que hacer las maletas cualquier día».

La monarquía es una institución por naturaleza conservadora y jaleada por la derecha. Pero en la España posfranquista el sostén de la izquierda era capital para la perdurabilidad de la institución. Se produjo una comunión de intereses, un matrimonio de conveniencia entre el PSOE (también el PCE de Santiago Carrillo), empeñado en el asentamiento del sistema democrático, y Juan Carlos I, que ponía por encima de todo la viabilidad de la monarquía. De aquella confluencia surgieron décadas de estabilidad.

Referéndum por la tercera república

En el último congreso del PSOE en 2017, tres pesos pesados del partido, Carmen Calvo, José Luis Ábalos y Adriana Lastra, se emplearon a fondo para que las Juventudes Socialistas retiraran una enmienda que pedía un referéndum sobre la tercera república. La enmienda había pasado el filtro de la comisión (98 votos a favor y 69 en contra) e iba a votarse en el plenario. La dirección del partido estaba segura de que si se votaba, saldría adelante.

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