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Barbón interviene en el congreso de la Federación Socialista Asturiana, hace ahora justo un año. Á. PIÑA

Un año de sutura en el nuevo PSOE asturiano

El proyecto de Barbón cumple su primer aniversario habiendo rebajado el voltaje interno y mirando a 2019 | La tensión aún se visibiliza en las primarias de Gijón y en el abismo público que separa a Javier Fernández y Pedro Sánchez, pero una mayoría del partido cierra filas para las elecciones

A. SUÁREZ

OVIEDO.

Lunes, 1 de octubre 2018, 05:26

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Venía el PSOE de unos meses, tanto en Asturias como en España, de altísimo voltaje interno, con el partido fracturado en dos. En el ámbito federal el debate se finiquitó con el retorno de Pedro Sánchez al liderazgo. En el autonómico, con la victoria de Adrián Barbón en las primarias y el posterior congreso que alumbró una nueva dirección. De eso hace hoy justo un año, un tiempo que ha servido para que la temperatura del termómetro socialista se haya enfriado. Con excepciones, como sucede con el proceso de elección del candidato municipal en Gijón o con el abismo público que separa al presidente del Principado, Javier Fernández, y al jefe del Ejecutivo central, Pedro Sánchez, las aguas socialistas bajan más calmadas y una mayoría cierra filas con la mirada fija en el objetivo más inmediato, las elecciones autonómicas y locales de 2019. La victoria suele ser el mejor pegamento.

Es verdad que el trabajo no es fácil porque las heridas que se habían abierto eran profundas. Y sigue habiendo discrepancias, desde luego. Pero el clima interno dista mucho de aquel guerracivilismo que situó al partido al borde del precipicio, de la quiebra interna. Fuentes próximas a la nueva mayoría socialista y también a lo que podría identificarse como 'sector crítico' admiten que las cosas se han dulcificado y que la relación del partido tanto con el grupo parlamentario como con el Gobierno se desarrolla en un clima de normalidad. O, al menos, sin conflicto.

Había interés por saber cómo manejarían los protagonistas la bicefalia que representa un secretario general 'sanchista', Adrián Barbón, y un presidente del Principado, Javier Fernández, que jugó un papel activo en el proceso que liquidó el primer mandato de Pedro Sánchez al frente del PSOE. No ha habido guerra porque cada uno ha optado por centrarse en su terreno y no pisar el del contrario. Barbón ha mostrado en público su respaldo a la acción del Ejecutivo y Fernández ha eludido cuestionar la línea política de la FSA. Hay frío y distancia, eso sí, y mucha. Algunos escarceos en los momentos iniciales de la nueva dirección socialista, que hicieron saltar alguna chispa entre Barbón y el titular de Infraestructuras, Fernando Lastra, no han vuelto a repetirse. La relación con los consejeros, dicen desde el partido, es de colaboración activa y trabajo.

Quizá las principales divergencias tengan que ver con el impacto sobre Asturias de algunas de las políticas del Gobierno de Pedro Sánchez, especialmente en lo relativo a la descarbonización. Javier Fernández, con contundencia pero sin aspavientos, ha hecho ver su disconformidad. Otro asunto diferente es que el trasfondo político y personal sea bien conocido. Sánchez hizo balance de sus cien días de mandato en un acto en Oviedo y Fernández, en un sonoro gesto, no acudió. Hay brechas que son demasiado profundas.

Con el partido amarrado, habiendo ganado los suyos en una mayoría del mapa municipal, Barbón ya ejerce de candidato para 2019. En el seno socialista las perspectivas son buenas, con una derecha fragmentada y el rival por la izquierda, Podemos, sumido en una escabechina interna. Tanto es así que incluso parte de quienes en el pasado ejercieron como 'críticos' han dejado atrás recelos y cierran filas -o al menos colaboran sin resistencias- con el nuevo proyecto. Es seguro que hay 'duros' que aguardan un batacazo para pedir cuentas, pero, de momento, guardan una prudente espera.

El aterrizaje de Sánchez en la Moncloa ha contribuido además a visibilizar en mayor medida la 'marca PSOE'. Pero esa es un arma de doble filo. De cómo se resuelva en Madrid la transición energética y el avance de las grandes obras públicas depende en buena medida la suerte del partido en Asturias.

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