Ver 31 fotos
Calor y emoción en una ciudad blindada
Un público tan variopinto como numeroso siguió la comitiva de invitados y premiados y la llegada de la Familia Real al Teatro Campoamor
La capital del Principado volvió un año más a volcarse en torno a la entrega de los Premios Princesa de Asturias en el Teatro Campoamor con las calles por donde discurriría la comitiva real atestadas de un público de todas la edades y un imponente dispositivo de seguridad desplegado para que todo pudiese desarrollarse con total seguridad.
Desde las 16 horas en que fue cortado el tráfico en el centro de Oviedo, el dispositivo de blindaje del perímetro entre el Hotel de la Reconquista hasta el Campoamor y sus inmediaciones era perceptible a la vista de cualquier paseante, con decenas de agentes cubriendo cada punto del recorrido. En el operativo especial puesto en marcha por la Policía Nacional han participado efectivos de sus unidades más especializadas: Seguridad Ciudadana, Policía Judicial, Guías Caninos, Unidad del Subsuelo, así como las Unidades de Intervención Policial (UIP) y Unidades de Prevención y Reacción (UPR). Sobre el edificio del Teatro y otros del entorno como el de Caja de Asturias eran visibles los tiradores de élite y en el cielo sobrevolaba un helicóptero, además de la Unidad de Drones. El dispositivo era supervisado en tiempo real por un Centro de Coordinación Operativa en el que participaban, además de Policía Nacional, Guardia Civil, Policía Local de Oviedo, Casa Real, Delegación del Gobierno y los distintos servicios de emergencias y Protección Civil.
Uno de los puntos sensibles del perímetro de seguridad era la plaza de la Escandalera, donde los agentes controlaban el acceso de las personas que se desplazaban en busca de un hueco desde el que seguir la comitiva tras las vallas.
Allí, a lo largo del tramo de la calle Uría y la de Argüelles, centenares de ovetenses y gente llegada desde los más diversos lugares se arracimaban tras el vallado para tener la mejor perspectiva desde la que seguir el desfile de invitados, premiados y la llegada de la Familia Real. La Banda de Gaitas Ciudad de Oviedo apareció pasadas las 17 horas abriéndose paso hacia el Teatro Campoamor y con su música pareció elevar los ánimos del público. Tras ella irían avanzando el resto de las bandas y con ellas los grupos dispersos de los primeros invitados que habían emprendido el recorrido a pie desde el Hotel Reconquista.
En el variopinto público congregado en la zona de la Escandalera, familias enteras, como la formada por Orlando Ojeda, Ornella Salas, María Ojeda, Víctor Pinto y las hijas de ambos matrimonios, Emiliana y Marcela, se hacían un selfie de grupo con el Campoamor de fondo. «Es muy bonito que se respete la tradición, se rinda tributo a quien lo merece y se premie a los mejores», declaraba el primero de ellos, mientras las más jóvenes manifestaban su especial devoción, en la nómina de galardonados, por Serena Williams: «Es una gran deportista y además nos encanta su estilo y su simpatía», afirmaban.
Cerca de ellos, tres amigas, portuguesas de Amarante, de viaje en grupo por Asturias: María Pinheiro, María Alexandrino y María Pereira, aguardaban sentadas en el pie de una farola el paso de la comitiva: «Nos gustaría mucho ver a los Reyes de España y a sus hijas. Es difícil porque hay mucha gente, pero vamos a intentarlo. Es un acontecimiento que merece la pena», expresaban. Ubicándose en un buen lugar de observación las ovetenses Mercedes Álvarez y su hija Marina Sierra seguían el avance de invitados entre las agrupaciones de gaitas con curiosidad: «Hemos visto algún político relevante, personas famosas y unos cuantos rostros conocidos. Es un evento que no estamos acostumbradas a vivir todos los días y es interesante. También poder ver a la Familia Real si es posible», desvelaban con una sonrisa. Nélida Prieto, Mari Paz Mier y Marisol Álvarez, de Las Caldas, buscaban también un rincón donde contemplar la llegada de los Reyes, la Princesa y la Infanta: «Se ven mejor en la tele, pero bueno, nos gusta este ambiente», aseguraban.
La fiesta ciudadana se caldeó cuando se vislumbraron los destellos de la escolta motorizada que abría la comitiva en la que viajaba la Familia Real y sobre la música de las bandas de gaitas que se desplegaban tras las vallas sonaron los aplausos que acompañaban la esperada llegada a las puertas del Campoamor.