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El jardín de las sensaciones

Con la actividad 'Enchufa tu planta' grandes y pequeños ven las reacciones que experimentan los vegetales cuando se interactúa con ellos

SANDRA S. FERRERÍA

Domingo, 13 de octubre 2019, 04:35

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Concienciar de que las plantas son seres vivos, «y no cosas, como la gente piensa». Ese es el principal objetivo del Jardín Sensorial instalado en el almacén de la Fábrica de Armas de La Vega, ideado por Alberto Valverde y María Castellanos. Ayer grandes y pequeños pudieron conocer las reacciones que sienten los vegetales dependiendo de los estímulos externos a los que las sometan. La actividad 'Enchufa tu planta' encandiló especialmente a los más pequeños de la casa, con la curiosidad propia de los niños.

Mediante sensores, Alberto Valverde y María Castellanos miden las oscilaciones eléctricas de los seres vivos que conectan. Esas «reacciones» dependen de todo lo que suceda en el entorno de la planta: cambios de temperatura, sonidos, luces o proximidad. Así, cada vez que una persona pasaba por el jardín, ya se percibían distintas oscilaciones.

Para Valverde y Castellanos supuso un reto adaptar su jardín particular al almacén de la Fábrica de Armas, debido a la gran extensión que ocupa. En la parte final del jardín los visitantes pudieron conectar ayer sus propias plantas a los sensores. En los monitores, mediante curvas, iban viendo las oscilaciones eléctricas.

«Cada una es un mundo, las hay muy activas y otras más tranquilas», advertía Valverde.

Una de las más nerviosas fue la de Pablo Ardura, de 10 años. «Es una planta muy rara, y muy sensible a todos los estímulos», indicó Valverde.

Los pequeños Eneko Jiménez y Guillermo Labella fueron de los primeros en probar el sistema. Guillermo, de cinco años, acarició a su amiga junto a su madre, Almudena Gómez, quien destacó que con estas actividades se conciencia a los niños de que las plantas hay que cuidarlas «y no arrancarles las hojas y las flores».

Marta y Nora Sánchez, hermanas, llevaron tres ejemplares de su casa. «Al acariciarla se puso contenta», interpretaron al ver la curva dispararse hacia arriba. «No sabemos si en realidad es dolor o placer», advirtió Valverde.

Olaya Morán, de 11 años, se quedó tranquila al saber que las plantas reaccionaban a los estímulos. Ella, en el colegio, se lo había dicho a un profesor que se lo negó. Con su madre Raquel Villa, investigaron. Ahí nació el germen de acudir a la visita. «Con que soples ligeramente ya reaccionan. Son como las personas, aunque no se valoran tanto», apuntó Olaya.

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