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El pequeño Bruno hace una foto a su familia junto a la placa conmemorativa del Pueblo Ejemplar. Paloma Ucha
Premio al Pueblo Ejemplar 2025

La resaca más feliz de Valdesoto

Las calles se llenan de visitantes atraídos por el tirón de la Familia Real y recuperan la calma: «Fue como si hubiera habido un tormentón»

Inés Barea

Gijón

Domingo, 26 de octubre 2025

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Amanecía Valdesoto con el cielo cubierto y cierta sensación de resaca emocional. Las calles estaban prácticamente vacías y nada tenía que ver el ambiente del domingo con el que se podía sentir el sábado, cuando los Reyes, la Princesa y la infanta recorrían las calles de este flamante Pueblo Ejemplar y sus vecinos salían a celebrar el premio con ellos. «Hoy se ve como una paz... como si hubiera habido un tormentón», comentaba Mar Hornillos, una de las vecinas que vivió más de cerca la llegada de la Familia Real.

«Me emocioné como una tonta», recordaba. Tanto, que uno de los miembros de seguridad de la Casa Real tuvo un gesto cariñoso con ella al ver sus lágrimas mientras los Reyes y sus hijas paraban justo a las puertas de su casa, que de un momento a otro se vio abarrotada de periodistas. Tuvo que pelear por acercarse a darles la mano, pero, al final, no solo lo consiguió, sino que el Rey incluso «hizo carantoñas al neno» que ahora descansaba en sus brazos. «Fue todo tan diferente... era una sensación extraña, pero para bien».

Su hogar fue uno de los elegidos para guardar «una cesta con productos como infusiones o café» por si, en un momento dado, la Reina o sus hijas «necesitaran algo», contaba. Por suerte, el recorrido transcurrió sin incidentes y no hizo falta tirar de provisiones, aunque Horrillo estaba más que preparada si la ocasión lo requería. A la Reina la vio pasear por su tierra «con orgullo» y a las niñas, «casi más que la mano, me apetecía darles un achuchón».

Avanzaba la mañana y por las calles de Valdesoto comenzaban a amontonarse algunos coches y curiosos. Muchos querían dar un paseo por el pueblo el día después, acercarse a la placa conmemorativa que ahora luce frente a la iglesia y visitar los lugares por los que antes de ayer pasó la comitiva real. Es el caso de José, Rosa, Pili y el pequeño Bruno, que son de Gijón y tienen la costumbre, desde hace más de veinte años, de acudir a visitar la localidad laureada el domingo después de los Premios. «El día que vienen los Reyes hay mucho barullo», expresaban con acierto, y con la voz de una experiencia de la que ya pueden presumir, su veredicto era que este pueblo es más grande que los premiados anteriormente.

De Siero y Castrillón es la familia de María José Cuervo, que se refugiaba en uno de los edificios cercanos a la iglesia cuando empezaba a caer una lluvia que, por cierto, respetó casi por completo la visita del día anterior. Había seguido con atención el recorrido de los Reyes y sus hijas por la televisión y confesaba que le «encantó». Por eso decidió seguir sus pasos. «Me prestó muchísimo. Creo que estuvo muy animado todo». Visitó, igual que ellos, la Casona de Leceñes, pero ya no estaba abierta al público y los decorados, incluso el que había acogido una representación teatral, habían desaparecido. «Ya quitaron todo. ¡Qué rápidos andan!», exclamó.

Ramón, Carmen, Marga y Fernando son de Avilés y su domingo consistió en salir conocer un pueblo asturiano del que poco sabían hasta ahora. No llevaban mucho tiempo recorriendo Valdesoto, pero contaban, algo sorprendidos, que no era lo que esperaban encontrar allí: aunque tiene «unas vistas maravillosas», «es un pueblo muy grande, muy esparcido y con las casas modernas». Acostumbrados a ver premiarse aldeas «más recogidas», reconocían que «está muy cuidado» y aprecian que se ponga en valor su trabajo recuperando y cuidando tradiciones y costumbres.

Alrededor de la placa conmemorativa, que preside un gran jardín sobre una rueda de molino, estaban José María Cárdenas y su mujer, originarios de Madrid pero vecinos de Avilés. «Estamos enamorados del norte en general y de Asturias en particular», así que no son objetivos al hablar de sus rincones. No podían perder la oportunidad de seguir los pasos de los Reyes y sus hijas y alabar su compromiso con el medio rural: «Si desde ciertos estamentos no se apuesta por esto, se perderá. Y hay que potenciarlo, porque es nuestro futuro. Fue nuestro inicio y será nuestro final. No queda otra que velar por ello». Aunque es aficionado a la bicicleta y conoce varias rutas de la zona, era su primera vez en Valdesoto, «pero la verdad es que está muy guapín». Coincidía con él Cristina Martínez: «Parece un pueblo bastante bonito». Paseaba esta ribadense con sus padres por los alrededores de la iglesia mientras compartía que no pudieron acudir en el día grande, pero que «hubiese estado muy bien poder ver a los Reyes y la Princesa». Piensa esta joven, además, que esta visita «incentiva el turismo rural y anima a seguir manteniendo las tradiciones asturianas». Y de eso precisamente saben mucho los valdesotinos: su compromiso les ha valido, nada menos, que alzarse con el Pueblo Ejemplar.

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