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Valdesoto saca pecho y tradición
La Familia Real hizo un recorrido por el Pueblo Ejemplar donde no faltaron Sidros, Comedies ni carroces
Su llegada estaba prevista temprano y desde que alumbraba la mañana las calles de Valdesoto funcionaban sin descanso. Arriba, en la Casona de Leceñes, no faltaba nadie: estaben les pites, los bueyes y los burros; las vecinas encargadas de la esfoyaza del maíz y otras que picaban calabaza y cebolla para el embutido; se aparejaba a los mansos -«poneivos guapos que os están haciendo fotos», les decía Jacinto González mientras sonaban los flashes de los periodistas- y una de las mujeres ataviadas con el traje tradicional anunciaba a sus vecinos, que se amontonaban ya en aceras, carreteras y balcones, que traía 'agua de la fuente' -que no era agua precisamente- para combatir un inesperado frío otoñal que comenzaba a calar en los huesos.
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Enfrascados en esta algarabía de costumbre y tradición, como si fuera este un día corriente del pasado valdesotino, les alcanzó la llegada de los Reyes, la Princesa y la infanta, que nada más poner un pie en la parroquia fueron sorprendidos por el Grupo de Teatro San Félix de Valdesoto. Discutían sobre el precio de unas patatas y rió la Reina cuando apareció un simpático cura a poner orden en aquel enjambre. Compartió la Princesa confidencias con su padre mientras Sofía, que toda la mañana se mostró sonriente y relajada, agarraba del brazo a su madre, atenta a la representación.
Pasearon junto a los animales y la hierba, conversaron con los vecinos y se lanzó la Princesa a elaborar chorizos a la manera tradicional. Bromeaba doña Leonor que no era aquella una actividad habitual entre las gentes de su generación y, sin embargo, se dispuso a ello con gracia antes de pasar a la bolera, donde ni ella ni su hermana quisieron probar suerte para evitar percances: «¡Imagínate si le das a una cámara o a una persona!», exclamaba doña Sofía. Sí que lanzó la bola su padre, que consiguió derribar dos bolos ante la mirada de curiosos y expertos en la materia que lo calificaron de buen golpe. Los vecinos les mostraron el arte de la cestería, algunas labores de agroganadería o cómo se cabruña una gaudaña para segar. Pudieron ver cómo se lavaba la ropa antaño -lo hacía Carmina, la mujer de Celso, con quien se detuvieron largo y tendido- y doña Leonor y doña Letizia se animaron a mayar las manzanas con las que se elabora una sidra que don Felipe recibió de buena gana.
Finalizaron su recorrido por la Casona saludando a sus propietarios y pusieron rumbo al siguiente punto de la visita, donde había curiosos «desde hace dos horas», contaron algunas vecinas. En las inmediaciones de la iglesia de San Félix, aguardaban su llegada pacientemente seis sidros para recibir a la comitiva real.
Les esperaba instalada la placa conmemorativa que recordará para siempre este día y disfrutarían al llegar de la danza asturiana del grupo de baile San Félix. Sofía eligió esta vez el brazo de su padre para mirarles atenta y procedieron a una visita -más larga de lo esperado- al interior del templo valdesotino. Fuera, impacientes, estaban el público, los sidros y les comedies, una de las tradiciones más destacadas de la localidad. Los primeros anuncian la llegada de las segundas y su recital de carácter burlón, que repartió ayer para todos: para 'Cepi', el alcalde; para un acostumbrado Barbón y para la Familia Real, por supuesto. Reclamaron la oficialidad del asturiano despertando un gran aplauso y propusieron candidatos como pareja para Leonor: varios mozos del pueblo y, si no, Barbón, «que está solteru...».
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Visitaron una muestra de vehículos clásicos a los que montaron las dos hermanas -doña Leonor al volante- y contemplaron los trabajos de artesanía asociativa, pintura y otros talleres en los que las gentes de Valdesoto trabajan colectivamente. Les esperaba con ganas un grupo de niños del pueblo mientras saludaban a representantes del sector empresarial, asociativo y vecinal cuando comenzaba a nublarse el cielo y amenazar la lluvia. «El día es el que tiene que ser, porque así es Asturias», expresó la Reina, que confesó estar pasándolo «de maravilla».
Se acercaban a la recta final de su visita y al paso les salieron les carroces, con más teatro y más humor, pues en lo alto del balcón de la ganadora de este año se escenificaba una parodia titulada 'La Traviesa'. El prao rebosaba de gente y pasaban ya las dos de la tarde cuando sobre el escenario daba comienzo el acto institucional: habló el alcalde de Siero, Ángel García; leyó el acta del jurado el presidente del mismo, Francisco Rodríguez; entregó la Princesa el galardón a Manuel Hevia, primer presidente de la asociación 'Todos juntos podemos', que daba brincos entusiasmado; dedicó unas palabras al pueblo Pepín García, presidente del Grupo de Teatro San Félix, y allí proclamó la Princesa que Valdesoto «es un pueblo afayadizu» antes de que la Familia Real y una representación de los vecinos se dirigiese al polideportivo para disfrutar de quesos, bollos de mantequilla, cecina, tortos o pote para finalizar con una tarta de almendras y despedirse de Valdesoto con el mejor sabor de boca.
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