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'Velázquez' reposa a 2.000 metros de profundidad
aviación

'Velázquez' reposa a 2.000 metros de profundidad

El primer reactor de pasajeros de la historia española acabó precipitándose al mar con diez tripulantes

ALBERTO FERRERAS

Sábado, 16 de julio 2011, 18:41

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A comienzos de la década de los 60, la compañía aérea Iberia daba un paso más en su historia, incorporando los primeros reactores comerciales a su flota de aeronaves. El salto de los motores de pistón a la propulsión 'a chorro' (como anunciaba la publicidad de la época) significó el lento pero inevitable declive de los grandes y complejos multimotores de pistón, y en especial del representativo y Lockheed L-1049 Superconstellation, considerado por muchos como el avión más bello del mundo.

Iberia fue pionera en el uso del reactor, más rápido, silencioso y cómodo que los aviones tradicionales impulsados por hélices, cuyas características de vuelo les obligaba a volar en altitudes relativamente bajas, lo que les hacía especialmente incómodos en vuelos de larga duración, ya fueran intercontinentales o transoceánicos. El DC-8 fue el modelo elegido y adquirido por Iberia con el apoyo económico del Instituto Nacional de Industria, descartando a otro mítico de la aviación: el Boeing 707. El 29 de mayo de 1961 el fabricante Douglas (en un acto realizado en su factoría californiana de Long Beach), entregaba a la compañía aérea española los tres primeros ejemplares del DC-8 Serie 50, bautizados como 'Velázquez' (EC-ARA), 'El Greco' (EC-ARB) y 'Goya' (EC-ARC), por los que se desembolsó un total de 24 millones y medio de dólares.

Tras esa entrega, el 'Velázquez' se acababa de convertir en el primer reactor de pasajeros de la historia de la aviación española, prestando servicio durante 11 años (junto a sus dos 'hermanos') para Iberia. En verano de 1972, los tres aviones fueron alquilados a la compañía charter Aviaco para cubrir la campaña de verano. Un mes después de su incorporación a la flota de la nueva empresa, concretamente el 6 de julio de 1972, el DC-8 volaba hacia el aeropuerto de Gando, en Las Palmas, en un vuelo posicional, es decir, un traslado del avión sin pasajeros para comenzar las rutas desde el destino.

Con 10 tripulantes a bordo, el 'Velázquez' inició la aproximación al aeropuerto insular cuando, a unos 22 kilómetros al noroeste de la bahía de Gando, el avión inesperadamente entró en barrena, precipitándose al mar. La búsqueda de supervivientes resultó en vano, apareciendo tan sólo un chaleco salvavidas en la costa de Las Palmas días después. Sobre las causas que desencadenaron el accidente, todo fueron especulaciones. El DC-8 se hundió en una de las zonas más profundas de la bahía, a unos 2.000 metros de profundidad, por lo que la recuperación de la caja negra no se llegó a realizar.

Por lo inesperado del accidente, el lugar del mismo (el área de aproximación final al aeropuerto), y el no haber notificado la tripulación ninguna emergencia, se trabajó con la idea de que pudo tratarse de un error de pilotaje. Los pilotos de Aviaco estaban familiarizados con los procesos de configuración para el aterrizaje de los Convair 990 Coronado que utilizaba la compañía. Pese a que eran tripulaciones con gran experiencia de vuelo, y tenían la habilitación para pilotar el DC-8, la confusión en los procesos de reducción de velocidad en vuelo del Coronado (aerofrenos) con respecto a los del DC-8 (inversión de los dos motores centrales), pudo haber sido la causante de una entrada en pérdida y posterior barrena del avión.

Posiblemente no se conocerán nunca las causas reales de un accidente que provocó la lamentable pérdida de una tripulación, y la desaparición del 'Velázquez'. Un triste final para uno de los pioneros de la aviación, y que dieron paso a que el transporte aéreo se beneficiara en las décadas posteriores con las sucesivas mejoras en confort, fiabilidad, rapidez y reducción de consumos.

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