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Urgente «Cuando llegué abajo y vi las llamas, se me vino el mundo encima»
Stefano V., en el comedor de la vivienda con restos aún de la fiesta multitudinaria./ J. Martínez
La Policía desaloja una fiesta de 135 jóvenes en un piso
VALENCIA

La Policía desaloja una fiesta de 135 jóvenes en un piso

El inquilino, de 24 años y universitario, se enfrenta a una multa por contaminación acústica aunque colaboró con los agentes

JAVIER MARTÍNEZ

Lunes, 4 de febrero 2013, 16:09

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Uno, dos, tres, cuatro... Hasta 135 jóvenes contó la Policía, uno por uno, conforme salían del piso donde celebraron un macrobotellón en la madrugada del viernes en el barrio de San José en Valencia. El alto volumen de la música y el bullicio de los asistentes a la multitudinaria fiesta despertó la ira y la indignación de los vecinos, que llamaron al 092 para protestar.

Dos patrullas de la Policía Local se movilizaron para atender la reclamación de los ciudadanos. Los agentes no tardaron en localizar la concurrida vivienda en el número 8 de la calle Vinalopó. Las risas y gritos de los jóvenes, muchos de ellos universitarios del programa Erasmus, guiaron a los policías hasta la puerta 3. Llamaron al timbre. El reloj marcaba las dos de la madrugada.

Cuando uno de los estudiantes abrió la puerta, los policías se quedaron perplejos. Un grupo de jóvenes hacía botellón en el recibidor. Estaban amontonados en pocos metros. Un agente, sin entrar en la casa, pidió que saliera el inquilino. Segundos después, Stefano V., de 24 años, afrontaba las consecuencias de su fiesta descontrolada. «Me riñeron porque estábamos molestando a los vecinos», reconoce el joven italiano, que colaboró con los policías y les pidió perdón.

Tras apagar la música, Stefano siguió las indicaciones de los agentes para desalojar la vivienda y pidió a sus amigos que salieran de forma ordenada. «Teníamos miedo de que se hundiera el suelo de tanta gente que había dentro», explica Amparo M., una vecina del edificio. «La policía los contó y salieron 135. No me lo podía creer», asegura la mujer todavía con asombro. Muchos de ellos llevaban bolsas con botellas de alcohol y refrescos para hacer el botellón en otra parte.

Mientras los universitarios se despedían en la calle, los agentes rellenaban el boletín de denuncia por contaminación acústica contra Stefano, que estaba muy arrepentido. Los policías locales disolvieron también el grupo de jóvenes que se formó en la calle Vinalopó tras el desalojo. La tranquilidad volvió al edificio media hora después cuando se marcharon todos los alborotadores.

Según el joven italiano, la fiesta se desmadró por su gentileza. «Gino (su compañero de piso) y yo invitamos a 20 amigos para celebrar un cumpleaños, pero luego estos vinieron con más gente y no podíamos dejarlos en la calle», sostiene Stefano con cara de sueño. «El timbre no paraba de sonar. Entraban, salían y volvían a entrar, y yo bastante tenía con servir a los que estaban en el comedor», añade el estudiante.

Respecto a la multa, Stefano confía en que sus amigos le ayuden a pagarla. «Ya lo hemos hablado y todos aportarían algo de dinero, pero espero que no haga falta. Hicimos caso a la policía en todo lo que nos dijo», alega el joven. La mayoría de los asistentes a la fiesta eran universitarios extranjeros, aunque también había estudiantes españoles. Los vecinos del edificio se quejan de los continuos jolgorios que organizan Stefano y Gino en su casa de unos 180 metros cuadrados. «Somos jóvenes y es normal que montemos fiestas. La otra noche nos pasamos, pero no volverá a ocurrir», promete el estudiante.

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