El Real Oviedo se bunkeriza
El Real Oviedo cancela las ruedas de prensa de jugadores, anula una firma de autógrafos y se agarra a ganar a Osasuna para cerrar la crisis abierta
Dicen los grandes expertos en la comunicación de crisis que la incertidumbre es la peor aliada que una organización puede tener cuando se enfrenta a ... problemas internos y externos. El Real Oviedo vive el momento más delicado de la etapa del Grupo Pachuca al frente de la sociedad, pero la reacción que plantean para superar el momento es una apuesta por bunkerizarse.
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El club decidió que sólo Luis Carrión hablará hasta el partido del lunes frente a Osasuna y ha suprimido los actos previstos con presencia de futbolistas. El silencio impuesto parece que sólo ayudará a incrementar la sensación de que algo grave está sucediendo en el seno de la entidad y esa es la idea que gana cuerpo entre una afición que probablemente esperase una reacción diferente. Todo parece fiarse a que los resultados cambien el sentir de todo el mundo y esa apuesta es muy arriesgada ya que si éstos no llegan no habrá argumentos que defiendan la calma que se pretende vender.
La marcha del equipo en la Liga no es buena. Es evidente que haber sumado siete puntos de los 30 disputados no es un gran bagaje, pero tampoco se detectaba una elevación de la crítica por este motivo. Las turbulencias llegaron con el anuncio del despido de Veljko Paunovic, pero sobre todo con el nombramiento de Luis Carrión. Nadie fue capaz de dar explicaciones convincentes sobre la salida del técnico serbio, ni la apuesta por el regreso del entrenador catalán. Cuando Jesús Martínez lo intentó, las consecuencias fueron más negativas que positivas. Tampoco Carrión ayudó de forma especial en su primera rueda de prensa, que dejó sombras a ojos de un sector amplio de la afición.
La incertidumbre es el peor enemigo de la situación actual del club y los rumores siguen creciendo entre la afición
La derrota ante el Espanyol elevó el tono de la crítica y el empate de Girona empezaba a aplacar el ambiente, pero llegó la Copa del Rey. El bochornoso y ridículo papel del Oviedo ante el Ourense desató la caja de los truenos. Carrión intentó aplacar los ánimos en su rueda de prensa, pero no lo consiguió. La idea del club hubiese sido que ningún hablase, pero las normas del torneo obligan a que haya, al menos, una comparecencia de un futbolista. Dani Calvo ejerció de capitán, dio la cara, pero su mensaje dejó sombras de dudas sobre posibles disputas internas en el vestuario: «Creo que no hay que decir nada porque si dices algo pueden saltar chispas, hay que hablarlo en frio. Es insostenible la línea que llevamos. Hay que decirse todo a la cara en el vestuario y entre todos sacar la situación adelante».
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Ayer toda la plantilla se reencontró en El Requexón. Las caras de los futbolistas eran largas y denostaban el peso del batacazo, pero nadie salió a explicar si hubo encuentro entre los jugadores o si decidieron aplazarlo para más adelante. La decisión del club fue clara: ningún jugador hablará hasta el partido contra Osasuna. El silencio impuesto no ayudará a despejar dudas sobre el estado de las relaciones internas de la caseta.
Otro dato del temor de la entidad a la situación que enfrentan fue la anulación del acto de firma de autógrafos previsto para la tarde de ayer en la sede de DIGI. Josip Brekalo y Fede Viñas eran los elegidos para estar junto a los aficionados, pero el club anunció su aplazamiento. No hubo ningún motivo especial y todo apunta al miedo a las críticas que pudiesen producirse.
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Uno de los mensajes más repetidos desde dentro de la entidad es que todo cambiará si el equipo logra el triunfo ante Osasuna. No le falta razón a los defensores de esa idea, el ánimo del aficionado cambia de forma radical con los buenos resultados, pero fiar la solución de los problemas a ganar un partido es un riesgo muy elevado. Una derrota el lunes, después de cinco días de silencio absoluto por parte de la entidad puede generar el efecto contrario y hacer más compleja la resolución de la crisis.
Carrión está en el ojo del huracán desde antes de llegar al banquillo y ahora todos parecen parapetarse detrás de él, como si sólo él fuese el responsable de estar al frente del Oviedo, lo único cierto es que, como siempre en estas situaciones, él es el eslabón más débil. El técnico es el que mejor sabe que sólo ganar partidos le podrá dar aire y el lunes tiene su primera final.
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