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Folch, Mossa, Forlín, Ibrahima y Christian Fernández, con Richard Boateng a la derecha, se lamentan del gol que propició la última derrota. DANI SÁNCHEZ
El lastre de la irregularidad

El lastre de la irregularidad

El Real Oviedo no ha sido capaz de dar continuidad al juego desplegado en el inicio de la temporada

RAMÓN JULIO GARCÍA

OVIEDO.

Martes, 16 de octubre 2018, 01:44

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El inicio de temporada del conjunto oviedista está marcado por la irregularidad. Las virtudes que el equipo muestra en un partido se pierden al siguiente y no se advierte una evolución clara. El ejemplo más cercano es el del pasado domingo. El Oviedo venía de hacer un buen encuentro ante el Albacete, que no conocía la derrota, pero en el Wanda volvió a las andadas.

Incluso, en el encuentro ante el Rayo Majadahonda, el conjunto azul comenzó bien el partido y tuvo unos primeros minutos en los que mandaba en el campo, pero poco a poco se fue diluyendo y las dudas se apoderaron de los jugadores. Los carbayones, al contrario de lo que pasó en muchas fases del campeonato pasado, no tiene un estilo de juego claramente definido.

Aunque el equipo parece diseñado para realizar una presión alta, en muchas fases del juego parece que le falta el paso definitivo para ir a por el rival. El resultado de eso es que se parte en dos y comienza a producirse mucha distancia entre líneas. Una situación que, por ejemplo, el Rayo Majadahonda aprovechó el pasado domingo para hacer cambios de juego y crear muchos problemas a la espalda de la zaga.

Anquela, que insiste habitualmente en no querer atarse a un sistema, cambió para el encuentro del Albacete a defensa de tres centrales, con buen resultado. Sin embargo, la vuelta al 4-3-3 en el Wanda, a la vista del desarrollo del encuentro, volvió al equipo inconsistente y le hizo estar sometido al rival.

Pese a las ausencias de centrales como Carlos Hernández y Alanís, por lesión, el equipo parece más cómodo con el dibujo en de los tres centrales. Uno de los beneficios de ese dibujo es que permite aprovechar mejor las virtudes de los dos laterales del equipo, Diegui Johannesson y Mossa. Ambos son más 'carrileros' que laterales puros que tienen profundidad y recorren con facilidad la banda, sobre todo cuando saben que tienen guardadas las espaldas por los centrales de sus respectivos perfiles. El juego de ataque del equipo también mejora con las llegadas de ambos por las bandas, ya que permite generar superioridad en el campo contrario y las llegadas por el costado contrario generan problemas al rival.

Otro de las facetas negativas del equipo está en el alto número de ocasiones de gol que les están creando los rivales. El Rayo Majadahonda dispuso de 14 remates en el encuentro del domingo, alguno de los cuales fue resuelto por Alfonso con intervenciones de mérito. El problema, más allá de errores puntuales de la zaga, parece más relacionado con el juego colectivo del equipo y que a la presión en muchas ocasiones le falta la coordinación necesaria, así como leer la zona del campo en la que se debe realizar para ser más efectiva.

Los azules han recibido hasta ahora 12 goles, habiendo dejado la portería a cero solo en dos encuentros, ante el Lugo y Albacete. Apenas hay cuatro equipos que han recibido más goles que los oviedistas, el Córdoba ( 21) Nástic (16) Extremadura (14) y Elche (13).

En los tantos recibidos, el equipo está siendo lastrado por los que llegan a balón parado, ya que hasta siete de los tantos encajados han llegado en acciones de este tipo. El conjunto azul esta temporada no es especialmente espigado, lo que acusa en estas acciones, además de despistes que se están traduciendo en falta de confianza en esta faceta del juego.

Por el contrario, salvo el gol ante el Albacete, que nació de un córner sacado en corto, los azules no están aprovechando estas acciones de estrategia, que en la pasada temporada dio muy buenos resultados, como por ejemplo demuestran las seis dianas que firmó el defensa Carlos Hernández.

El equipo también ha acusado en el inicio de temporada algunas de las bajas, como fueron las de Folch y Tejera, mientras que en el partido del domingo acumuló cinco ausencias, que se antojan demasiadas para una plantilla de 19 jugadores. Además, Anquela mantiene su idea de no realizar los cambios de los partidos hasta los minutos finales y la aportación de los jugadores que entran es casi testimonial.

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