Un molino en la senda dedicada a ellos que parte de Cueves, en Ribadesella. M.LL
Planes de montaña

Cuatro rutas otoñales en Asturias con los molinos como protagonistas

Estas rutas no son sólo un paseo ideal por las espesuras: son también un homenaje a la belleza, la fuerza y la sostenibilidad de los molinos asturianos

Jueves, 23 de octubre 2025, 21:32

Hubo un tiempo en la vieja Asturias en que el sonido del agua no solo era la banda sonora de los pueblos de ribera: era un sonido asociado al pan, a la borona, a la torta... Un tiempo en el que, por cada río, había varios molinos: cosidos a las piedras de la orilla y atravesados por corrientes heladas, estos humildes edificios eran el corazón de una economía humilde, pero muy ingeniosa, donde la fuerza del agua movía el pan de cada día.

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Molín en Villanueva, Cangas de Onís. M.LL

Hoy son muy pocos ya los molinos que quedan en pie: pocos los que han resistido al peso de la hiedra, la maleza, el olvido y el progreso. Sin embargo, la parte buena es que siguen ahí. Cosidos a las mismas piedras, enterrados en espesuras, vigías de la corriente y los cambios de estación…

Otra parte positiva es que en muchos concejos asturianos, conscientes de su importancia, se han molestado en señalizarlos. Y aprovechando además su ubicación alejada de las aldeas y los senderos de ribera que conducen hasta ellos se han diseñado diversas rutas senderistas que permiten visitar lo que queda de la industria molinera.

El otoño, es una época perfecta para hacer rutas que busquen molinos: antaño, esta estación representaba el inicio de las moliendas, la vuelta de la maquila, el regreso del aroma a harina caliente por los senderos, el ajetreo y peregrinaje de cientos de vecinos por senderos serpenteantes….Cuando se visitan, algo de todo esto se siente aun latiendo en ellos. Ecos de tiempos más lentos y sostenibles en los que el paisaje y el trabajo formaban parte de la misma respiración.

Así, recorrer sendas en busca de molinos es también una forma de rendir homenaje. Porque los molinos que aún quedan en pie —o incluso sus ruinas— son más que patrimonio: son memoria tangible. Y si dejamos de mirarlos, de caminar hasta ellos, de ponerlos en contexto, acabarán por borrarse no solo del paisaje, sino del recuerdo.

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Este artículo recomienda cuatro rutas (sencillas, familiares, llenas de encantos) que serpentean alrededor de viejos molinos. Desde la costa oriental riosellana a Villaviciosa, Illas y Quirós, la propuesta pasa por disfrutar de rutas otoñales, de bosque y ribera, al tiempo que se visitan antiguos molinos. Cuatro sendas sencillas para caminar, mirar, recordar y hacer un homenaje sencillo a la grandeza de lo simple.

1.Ruta de los molinos de Corroriu (Quirós)

En Quirós, la ruta de los molinos de Corroriu ofrece un paseo sencillo, circular y lleno de encanto que comienza en el pequeño pueblo de Vega de Arrojo, junto al albergue y el primer panel informativo de la senda. Desde allí, el camino nos conduce a través de bosques de castaños y robles, que en otoño se tiñen de tonos cálidos y dorados, creando un escenario que parece detenido en el tiempo.

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El recorrido permite descubrir los tres molinos que dan nombre a la ruta, todos rehabilitados en los años noventa. El molino situado más abajo, junto al puente, requirió una restauración casi completa debido al estado ruinoso en que se encontraba. Aunque se desconoce su fecha exacta de construcción, se sabe que ya existían en el siglo XVIII y que, entre sus piedras, guardan una memoria antigua tan importante como todos los granos que molieron.

Más allá de los molinos, la ruta también invita a detenerse en fuentes, iglesias viejas, aldeas y altos desde los que se contemplan vistas espectaculares de la montaña. Al final, pasear por los senderos que configuran la ruta de los molinos del Corroriu es un pequeño viaje etnográfico y sensorial en el que se siente la fuerza del agua, el refugio del bosque y la memoria de un oficio que moldeó la vida y el paisaje de estas tierras.

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2.Ruta de los molinos de Illas

En el concejo de Illas, la Ruta de los Molinos invita a sumergirse en la Asturias rural más auténtica. A lo largo del recorrido, se pueden contemplar la práctica totalidad de los molinos que funcionaban en el municipio, así como casonas tradicionales, pequeñas iglesias, caminos solitarios y tramos de bosque que en otoño se tiñen de dorado.

El itinerario es sencillo y apto para toda la familia, sin grandes desniveles. Puede recorrerse a pie o en bicicleta, completándose en unas dos horas en bici. La cota más baja se encuentra en el puente de las Rodadas, a 80 metros, y la más alta en Joyana, a 180 metros. El camino está bien señalizado como PR-AS 155 y coincide parcialmente con la Senda Verde del Agua de Molleda-Pillarno (PR-AS 49), lo que facilita seguir el recorrido con seguridad.

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A lo largo de la senda se visitan molinos restaurados como el de la Vega y el de la Llana, así como el Molino de Velasco, cuya rehabilitación iniciada en 1999 no pudo completarse, aunque todavía conserva la entrada del canal de agua. Cada molino es un testigo silencioso de un oficio antiguo, recordando la importancia de convertir el grano en harina y toda la vida que giraba en torno al agua.

3.Ruta de los molinos del Profundu, Villaviciosa

La ruta de los molinos del río Profundu, en Villaviciosa, es un paseo que combina paisaje, historia y un toque de magia. A lo largo del camino, casi una veintena de molinos —algunos en buen estado, otros en ruinas, todos integrados en la vegetación— recuerdan la importancia de esta zona en la industria molinera asturiana.

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La caminata, además de visitar una extensa muestra de molinos, también pasa por aldeas, horreos, pequeñas ermitas y tramos de bosque profundo, creando un itinerario lleno de detalles y memoria viva. Y por si esto fuera poco, a toda la magia y los encantos que tiene ya de por sí el sendero hay que sumarle que también es un paseo mitológico: el sendero discurre por un bosque de ribera que guarda figuras de seres de la mitología asturiana.

En total, 7 kilómetros de ida y otros 7 km de vuelta en un recorrido apto para toda la familia en el que tanto niños como mayores pueden disfrutar combinando naturaleza, historia, etnografía y mitología.

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4. Ruta de los molinos de Cueves, Ribadesella

Sencilla y sin apenas desniveles, la ruta de los molinos de Cueves invita a un paseo contemplativo entre la luz filtrada por los árboles, el verde intenso del bosque y el murmullo del agua, que ha modelado las piedras y dado vida a los antiguos molinos de la zona.

A lo largo del recorrido, se pueden descubrir restos de la etnografía local, una enorme cueva, un bosque cargado de robles, fresnos, avellanos y castaños, así como un pueblo casi deshabitado que guarda la memoria de la vida rural. Un pequeño alto al final del tramo ofrece panorámicas que abarcan desde el cercano mar Cantábrico hasta la imponente sierra del Sueve y la verde hermosura del concejo de Ribadesella.

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El camino transcurre junto al arroyo Ginestral, cuya presencia discreta pero constante acompaña gran parte del recorrido. Los molinos, aunque en ruinas, permiten imaginar el pulso de un oficio antiguo, el aprovechamiento sostenible de los recursos autóctonos y la vida que giraba alrededor del agua.

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