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María Rivaya y Pablo Ochoa junto a su perra 'Xela'. Alba Llano
María Rivaya y Pablo Ochoa, una pareja con la montaña como «telón de fondo»

María Rivaya y Pablo Ochoa, una pareja con la montaña como «telón de fondo»

Estos dos deportistas asturianos afincados en Huesca viven por y para la que ha sido su pasión desde niños: la escalada

Alba Llano

Jueves, 10 de octubre 2019, 18:06

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María Rivaya y Pablo Ochoa son una de esas parejas de lo más normal. Los que más les conocen, saben que no son muy dados a lo mediático, ni tampoco a hablar sobre sus éxitos en el deporte. Afincados en Huesca, ambos son asturianos, buena gente, están alejados de las redes sociales y siempre le restan importancia a sus logros. Como ese en el que María consiguió ser la primera asturiana en hacer un 8B de dificultad ('La Buena Onda') en 2015. O ese primer 9A ('Supernowa') con el que se hizo Pablo en 2010, convirtiéndose en el primer asturiano en conseguirlo. Un hito al que sumar aquella escalada libre a una de las vías más duras del Urriellu (El pilar del Cantábrico).

Para aquellos que no estén metidos en este deporte, seguro que cuesta imaginar que un ser humano pueda subir como un gato, con ayuda de sus manos y sus pies, una pared de cualquier dificultad, desafiando a la gravedad y con un único objetivo en la cabeza: conseguir 'encadenarla'. Es como denominan la llegada a la parte más alta de la vía de escalada sin caídas y con tus propios medios.

Pero para entenderlos, solo hay que pararse a pensar en la cantidad de paisaje montañoso que ofrece Asturias y conocerlos un poco más: «Siendo de Asturias y viviendo entre montañas, creo que no había 'escapatoria'. Mi padre me llevó al monte desde pequeño. Como muchos críos jugué al fútbol hasta los quince años, hasta que un día subimos al Retriñón y en la cumbre me dije: 'Yo necesito seguir haciendo esto'. A partir de ahí, la bola empezó a crecer y poco después apareció la figura de Evaristo (pionero de la escalada en el concejo de Aller), que me lleva a Quirós a probar este deporte. Fue cuando se acabó de liar la madeja, y puedo decir que, 22 años más tarde, sigo subiéndome a las piedras», confiesa Ochoa cuando le preguntamos sobre sus inicios.

En cuanto a esa progresión hasta el 9A, puntualiza que en la actualidad estos grados se ven como algo «normal», ya que «desde entonces ha subido mucho el nivel en la escalada», asegura el montañero.

Imagen principal - María Rivaya y Pablo Ochoa, una pareja con la montaña como «telón de fondo»
Imagen secundaria 1 - María Rivaya y Pablo Ochoa, una pareja con la montaña como «telón de fondo»
Imagen secundaria 2 - María Rivaya y Pablo Ochoa, una pareja con la montaña como «telón de fondo»

En el caso de Rivaya, sus inicios se remontan a cuando tan solo tenía trece años, en el mismo lugar: «Para mí, todo empezó cuando mis padres decidieron arreglar una casa que tenían en Quirós. Estaba pegada a la zona de escalada y un vecino escalador decidió llevarnos a una amiga y a mí a probar este deporte. Después, comencé a escalar algún domingo que otro con mi hermano y amigos, pero poco tiempo después tuve que hacer un parón para dedicarme exclusivamente a la gimnasia rítmica que llevaba practicando desde niña». Una parada que, años más tarde, para María supuso ser subcampeona de España de gimnasia rítmica y que dejó aparcada finalmente por una lesión de espalda tiempo después.

Eso sí, prefiere recalcar que todo esto lo consiguió con mucho esfuerzo y sacrificio, algo que prefiere no olvidar y que fue vital para despuntar en un mundo deportivo en el que apenas había mujeres escaladoras, entre ellas Charo Maroto. «Por suerte son cada vez más las mujeres deportistas que continúan abriendo este camino en todos los deportes», celebra.

Rivaya asegura que «ahora la mujer y el deporte están en auge» y que «es un buen momento para la escalada deportiva femenina y para cualquier deporte en esta modalidad. Concretamente en la escalada asturiana, cada vez hay más mujeres y creo que esto lo favorece precisamente el entorno, todas las instalaciones y escuelas que hay a día de hoy dedicadas a la escalada, junto con las movilizaciones de escalada femenina convertidas en encuentros de mujeres escaladoras, que cada vez están más presentes en Asturias y en toda España».

Y es que el sacrificio, junto con ese continuo juego físico y psíquico que requiere cualquier deporte, es una de las asignaturas más importantes para cualquier deportista: «Cada persona es un mundo, pero si tú tienes un objetivo, tienes que ir a buscarlo. Tiene que haber cierto sacrificio y dedicar tu tiempo a ello, en cualquier deporte. Puedes estar muy fuerte, pero si la cabeza no acompaña, no vas a dar tu cien por cien al final. Y viceversa. Así que, esa dualidad cuerpo-mente, es súper importante», expone Rivaya.

«Por muchos años»

Además de la escalada, esta pareja de escaladores comparte su vida. Ochoa explica que tras esas primeras experiencias y después de coincidir en la carrera (cursaron INEF en León), el azar y «un par de fiestas» los volvió a unir. «Yo era un 'yonki' de este deporte y María lo hacía de forma esporádica. En mi caso, los inicios fueron muy intensos, como todo lo que se empieza y te atrapa. Vivía por y para escalar, todo giraba en torno a ello, así que como se suele decir, los comienzos nunca fueron fáciles», confiesa él.

¿Y cómo se ven en el futuro? No hay dudas: «Nos vemos por muchos años disfrutando de la montaña. Bien sea corriendo, andando, escalando, esquiando, en la 'furgo' o en una terraza tomando algo, pero siempre la montaña estará de telón de fondo». Y si les preguntamos sobre el lugar que les vio nacer, lo tienen claro: «Asturias siempre será ese lugar al que volver para recargar pilas y reencontrarse, sin lugar a dudas. Familia, amigos, monte, comida… tienen buena culpa de ello. Siempre hay que volver».

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