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Azahara Villacorta
Miércoles, 11 de mayo 2016, 20:13
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Juan Ignacio Ruiz de la Peña, el gran medievalista de la Universidad asturiana fallecido ayer dejando tras de sí un inmenso legado, fue despedido esta tarde en la iglesia de San Tirso El Real con una ceremonia como «la que a él le hubiese gustado tener», resumió una de sus tres hijas, Isabel, Chabe, que pudo sobreponerse al dolor con entereza para tomar la palabra al término del funeral y agradecer a tantas personas que abarrotaban el templo en nombre de la familia «todas las muestras de cariño y el calor» de colegas, discípulos y amigos de los que el catedrático de Historia Medieval tuvo tiempo de despedirse durante los últimos días, consciente de que se aproximaba el final.
«No podía imaginarme que a mi padre lo quisiese tanta gente», contó su hija. Pero es que, como recordó durante la homilía el sacerdote y amigo Benjamín Morán, también haciendo un esfuerzo por no emocionarse, no era difícil: «A Nacho lo querían todos aquellos que lo conocían».
«Amigo de sus amigos, leal generoso, amable, entrañable». Los adjetivos se quedaban cortos, pero no se trataba allí «de hacer un panegírico», dijo Morán, que le dejó esa tarea «a esa Asturias que le debe mucho y a ese Oviedo que le debe más» o a instituciones como la Universidad de Oviedo, su casa durante casi medio siglo y que ayer estuvo representada por tres rectores:Juan Sebastián López Arranz, Vicente Gotor y Santiago García Granda.
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