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«Prefiero pasar hambre que  ser un esclavo»

«Prefiero pasar hambre que ser un esclavo»

Rafael Fernández convierte su «no» a un trabajo de mileurista en fenómeno viral

M. F. Antuña

Jueves, 14 de junio 2018, 13:51

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El 31 de mayo se fue a Madrid en tren, al día siguiente acudió a una entrevista de trabajo, le hicieron una propuesta que entendió inaceptable -mil euros al mes con exclusividad-, escribió un post en su blog -Ezcritor- y se ha convertido en un fenómeno viral. «Estoy alucinado. Me siento como Miley Cyrus, todo el mundo me quiere entrevistar», afirma Rafael Fernández, grancanario de 1974 afincado en el valle valdesano de Paredes, desde donde ha forjado su carrera literaria compuesta por siete novelas en cinco años. «Llevo años trabajando en mis libros sin que nadie me hiciera caso y hoy toda España me hace caso», dice el sorprendido escritor.

Su «no» a un trabajo por mil euros se ha convertido en todo un fenómeno en internet que ni él mismo se explica. «Ojalá pudiera desentrañar el misterio de la fórmula de lo viral, me haría multimillonario», afirma desde la casa de Paredes que comparte con su mujer, Svieta Popivnyak. Sí cree que el universo es energía y que la suya después de mucho esfuerzo ha explotado ahora, no sin cierta polémica. Porque su negativa a trabajar por mil euros ha tenido también muchas críticas de los que consideran que ellos no podrían hacer lo mismo. «Me apena la gente que asegura que tiene hijos y que no podría decir que no. Dicen 'lo has hecho porque puedes, y no hay más'. No saben lo mal que lo he pasado. Que soy huérfano, que no tengo familia, que he pasado hambre hasta que aprendimos a cultivar un huerto aquí en Asturias», detalla.

Entiende la postura de otros y subraya que su post no fue contra nadie. «Esta es mi vida y no voy a aceptar un trabajo para que otra persona se sienta mejor. Que tomen ellos ese trabajo si quieren. Yo prefiero pasar hambre que ser un esclavo», asegura. Y va aún más allá: «Si tuviera hijos tampoco lo hubiera aceptado». No solo rechazó la oferta sino que lanzó a quienes se la hicieron un órdago a la grande. Pidió cinco mil euros y el rictus de sus interlocutores fue un poema. «Se les quedó cara de haberse hecho las necesidades encima. Me dijeron que quién me creía que era. Ahora tendrán miedo de que diga sus nombres, porque sería una publicidad terrible para ellos. Pero no lo voy a hacer porque soy un caballero y porque ese trabajo que no me sirvió a mí, servirá a otra persona que piense diferente que yo».

Tras su decisión y su comentario, llegaron las opiniones, las entrevistas, la radio, la tele y nuevas propuestas laborales. «Tengo tres ofertas de editoriales, pero, sinceramente, no creo que diga 'sí' a ninguna. Le he cogido el gustillo a eso de escribir aquí por libre y tranquilo en Asturias. Ninguna me quería publicar y aprendí a autopublicar yo mismo en papel. Hago yo solo la maquetación, la elección de portada, los envíos... Trabajo muy a gusto con la oficina de Correos de Luarca, que son unos grandes profesionales. Con mis lectores tengo suficiente, aunque si vienen mil más, tampoco me voy a poner a llorar».

Feliz y contento en el valle de Paredes, donde sus caseros le regalan un conejo al mes y donde sostiene le gustaría morirse -«¡Pero dentro de muchos años, claro!»-, sus expectativas de futuro no son ambiciosos. O puede que sí lo sean. Pasan por vivir, que ya es mucho decir: «Escribir, soñar, pasar una mala racha, pasar una buena racha, escribir, soñar, pasar una mala racha...». Ese es el plan.

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