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PABLO A. MARÍN ESTRADA
Lunes, 12 de septiembre 2016, 00:40
Sendas placas se colocarán hoy en las fachadas del Colegio Dolores Medio y del Albergue de Peregrinos de Oviedo como símbolo de la Ruta de los Derechos Humanos en el Camino Primitivo, una iniciativa impulsada desde la Fundación International Solidarity for Human Rights que pretende sensibilizar sobre el conocimiento de la Declaración Universal de los Derechos Humanos a través de la ruta jacobea original. La venezolana Elisabeth Sánchez Vegas es su presidenta.
¿Qué es la Fundación International Solidarity for Human Rights?
Es una iniciativa surgida en 2008 en el estado de Florida e impulsada por una serie de mujeres vinculadas al mundo de las artes y de los medios de comunicación. Queríamos hacer algo en el campo de la defensa de los Derechos Humanos y se nos ocurrió que, en lugar de incidir en la violación de estos, sería interesante ocuparse de fomentar los valores de la Declaración Universal, concienciar a través de la educación y de propuestas culturales.
¿Cómo surge esa necesidad?
Descubrimos que sólo el 5% de la población mundial conocía la Declaración Universal de los Derechos Humanos. La educación, por tanto, es básica para que la propia gente conozca sus derechos y pueda exigirlos. Resulta imprescindible que desde la escuela se difundan los treinta artículos de los que consta y el espíritu con el que fueron proclamados en 1948.
¿Y la idea de vincular esta difusión con el Camino de Santiago?
Desde que comenzamos nuestra tarea nos dedicamos a realizar acciones que tuvieran cierta repercusión. Así, aprovechando el cincuentenario de los Récords Guinness, decidimos organizar una lectura pública de la Declaración Universal durante 240 horas para conseguir este récord. En 2010, mi compañera en la Fundación, Devorah Sasha, y yo emprendimos el Camino Primitivo. Entonces nos pareció que estaría bien aprovechar esta importante vía de comunicación para promover el conocimiento de los Derechos Humanos. Nuestro propósito es difundirlos mediante charlas por colegios de la ruta y recordarlos colocando placas con sus artículos en los distintos tramos del camino. Sobre todo, nos interesa llegar a los más pequeños, ya que los niños son como esponjas. En ellos está el futuro para que se respeten los Derechos Humanos.
Un camino de unión
¿Por qué escogieron el Camino Primitivo, precisamente?
Es el original. Desde allí se inició todo ese movimiento de gentes e ideas que recorrió toda Europa. Es un camino de unión, de cordialidad, al final del cual todos nos damos un abrazo. También es el camino más difícil y duro, algo que se parece a nuestro proyecto.
Su fundación promueve la defensa de los Derechos Humanos desde su conocimiento. ¿Cómo valoran el trabajo de las ONGs que denuncian la violación de estos?
Nos parece fantástico el trabajo que desarrollan organizaciones como Amnistía Internacional y otras. Es muy necesario porque no hay ni un solo país en el que no se violen los Derechos Humanos. En Estados Unidos, donde vivo hace más de veinte años, también. En todas partes... Estas ONGs cumplen su papel. El nuestro es darle la vuelta al asunto desde lo positivo. A veces no se respetan por pura ignorancia. Lo comprobamos dando conferencias a chicos que se preparan para ser policías: la mayoría desconocen el contenido de la Declaración Universal.
Usted es venezolana. ¿Cómo ve la situación de su país?
Me fui porque no me gustaba el cariz que tomaban las cosas con Chávez. Ahora, con Maduro, han empeorado aún más. Allí se violan a diario todos los derechos: el derecho a la alimentación, a un trabajo digno, a la libertad de expresión, etcétera. En ese sentido, veo a mi país con preocupación, como es lógico.
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