Sonrisas que valen más que las palabras
Cada día 140 personas con parálisis cerebral llegan a el centro Ángel de la Guarda de Gijón, donde reciben apoyo y cuidados de 80 profesionales
Ángela S. Cifuentes
Domingo, 26 de febrero 2017, 12:25
Una de cada quinientas personas sufre parálisis cerebral en España. Un colectivo que necesita cuidados y apoyo constante. En el centro Ángel de la Guarda de Gijón, donde trabajan 80 profesionales, se encargan de cuidar a los 140 usuarios que cada día llegan a este espacio situado en Castiello de Bernueces. El equipamiento forma parte de la Asociación de Ayuda a Personas Afectadas de Parálisis Cerebral (Aspace), que ha sido distinguida en 2016 con la Medalla de Plata de Gijón por la labor realizada en la ciudad mediante el centro de Castiello.
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UNA JORNADA EN EL CENTRO ÁNGEL DE LA GUARDA
1. Llegada de los usuarios
A las nueve y media de la mañana los autobuses llegan al centro y los trabajadores reciben a los usuarios. «Así comienza una jornada en nuestro centro. Recogemos a los alumnos y los llevamos a sus respectivas clases. La mayoría de ellos llegan muy contentos. Lo pasan estupendamente», apunta Rafael Álvarez, director del Centro de Apoyo a la Integración. El espacio se divide en tres grandes núcleos. La Unidad de Estimulación Temprana, destinada a pequeños de 0 a 3 años. El Centro Educativo, donde llegan niños desde los 3 hasta los 21 años y, por último, el Centro de Apoyo a la Integración, en este núcleo se integran los usuarios de mayor edad, a partir de los 21 años. Por otro lado, existe la Residencia Emilio Meneses, ubicada en Cabueñes. En ella residen 12 personas, de forma permanente, aunque existen hasta 25 plazas.
2. Distribución de los usuarios en diferentes talleres
A las puertas del Ángel de la Guarda, nos espera Belén García, una de las usuarias con mayor de edad del centro y que considera el CAI (Centro de Apoyo a la Integración), como se segunda casa. «Hoy me toca ir a clase de capacidades académicas. Estoy muy contenta aquí».
Una vez que todos los alumnos se encuentran en el edificio hay que organizarse. Los alumnos son distribuidos en diferentes talleres. El Centro de Apoyo a la Integración divide a los usuarios en distintos grupos, según las capacidades de cada uno, tanto físicas como cognitivas, y pasan la mañana en un taller distinto cada día. En total el CAI cuenta con siete grupos diferentes. Alfredo Tejedor es fiel seguidor del Sporting y lleva ya varios años en el. centro «Hay que madrugar un poco para venir, pero me lo pasó muy bien. Hacemos muchas cosas. Ahora estamos jugando al dominó. Nos divertimos un montón». Una de las salas que más gusta a los residentes es la de estimulación, ya que se intenta que estén relajados y que tengan estímulos, a través de la luz y el sonido. «En el caso de las personas que están en sillas de ruedas les viene muy bien, ya que cambian de postura y les favorece», explica Rafa Álvarez.
Hacia las once de la mañana pasamos a otra de las partes del Ángel de la Guarda, donde nos espera Inés Lapuerta, jefa de estudios del Centro Educativo. Aquí llegan usuarios de 3 a 21 años. «Los más pequeños están en la Educación Básica Obligatoria, lo que llamamos EBO y a los mayores se les prepara para pasar al Centro de Apoyo a la Integración, en una etapa de Transición a la Vida Adulta, que aquí llamamos TVA», explica Lapuerta, mientras que nos enseña como unos usuarios están con los fisioterapeutas. Hay distintos departamentos por los que pasan los niños. Desde la sala de fisioterapia, logopedia, terapias físicas hasta psicomotricidad. Tenemos el mismo horario que en el resto de los núcleos. «Desde las diez de la mañana hasta las cinco de la tarde».
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3. Comida de los usuarios
A la una de la tarde, los trabajadores del Centro Ángel de la Guarda sirven la comida a los usuarios. Es un momento de mucho movimiento. «Es lo más complicado del día, pues necesitan mucho apoyo, así que todos los trabajadores nos volcamos con la comida. Hay personas que necesitan a un trabajador y en otras ocasiones hasta dos», comenta Rafa. El trabajo en la cocina es muy laborioso. «No todos los usuarios comen lo mismo». Algunos tienen colesterol, diabetes, alergias... Los más pequeños lo hacen en una mesa con dos trabajadores, en la que se fomenta el aprendizaje para que sean lo más autónomos e independientes posible a la hora de comer.
4. Residencia Emilio Meneses
A última hora de la mañana nos trasladamos a la residencia Emilio Meneses, un centro ubicado en Cabueñes, que la Asociación de Ayuda a Personas con Parálisis Cerebral (Aspace) abrió en el año 2012. «En estos momentos tenemos doce plazas ocupadas de forma permanente. Existen otras treces plazas más, de forma temporal, según las necesidades de las familias», explica Abel Sánchez, su director. Esta residencia está adaptada en todos los sentidos, desde los baños, habitaciones y también la zona de comedor, donde los platos, cubiertos y vasos deben de ser adecuados para los residentes. «Lo que pretendemos es que sea lo más parecido a una casa, y que se sientan a gusto», apunta Abel, mientras que nos muestra una de las habitaciones. Cada día los residentes realizan una actividad diferente, desde jardinería hasta excursiones a diferentes espacios de la ciudad.
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5. Un centro con más de cincuenta años
En Aspace Gijón trabajan ochenta 'Ángeles de la guarda' que cuidan y velan por el bienestar de los 134 usuarios del centro, desde hace más de cincuenta años. El espacio está ubicado en la Carretera de Castiello número 583. Usuarios de todas las edades y con problemas muy diferentes, que son atendidos de forma personalizada. A pesar de las dificultades, los usuarios nunca tiran la toalla. Es más, trabajan cada día para ser un poco mejores y eso se nota en sus caras, ya que su sonrisa dice mucho más que cualquier palabra.
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