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A. VILLACORTA
Martes, 28 de marzo 2017, 00:06
Miguel Ángel de Blas Cortina (San Martín del Rey Aurelio, 1949), catedrático de Prehistoria de la Universidad de Oviedo, presenta hoy el último libro que ha coordinado: 'De cuevas y castros: cuatro líneas actuales de trabajo sobre fases paleolíticas, protohistóricas y antiguas en Asturias'. Un volumen editado por el Real Instituto de Estudios Asturianos (Ridea) que recoge una parte importante de la investigación arqueológica desarrollada los últimos años en el Principado. Cuatro capítulos cuya autoría corresponde a cinco firmas: David Santamaría, Mario Menéndez, Fernando Rodríguez del Cueto, Rubén Montes y Susana Hevia.
El primer capítulo se centra en el cambio demográfico en el tránsito del Paleolítico medio al superior.
Tanto ese como el segundo atienden a una cuestión muy interesante y, por otra parte, muy actual, que es cómo se extingue el hombre de neandertal y aparece, imponiéndose, el sapiens, el hombre moderno. Se analiza qué relaciones hay entre ellos.
Y, para ello, se toman como punto de partida las investigaciones en dos yacimientos.
Así es. La cueva de La Viña, en el municipio de Oviedo, encima del pueblo de La Manzaneda, y la cueva de La Güelga, en el concejo de Cangas de Onís. En ambos lugares se produce esa sucesión de los horizontes arqueológicos y hay una sustitución de las poblaciones evolutiva, racial.
Repasan, por tanto, las teorías sobre la extinción del neandertal.
Sí. Qué razones se argumentan de tipo bioclimático, endogámico... Eran poblaciones muy adaptadas a unas condiciones que, finalmente, se modifican. Y estaban en minoría, con lo que una masa de población se impone a la otra. Hay una visión violenta que algunos defienden, de una población más dinámica frente a otra residual. Hay aislamiento y, por tanto, consanguinidad, lo que implica entrar en la vía de extinción biológica.
El siguiente capítulo estudia el castro de Pendia, en Boal.
Es la mutación cultural definitiva entre la extinción de las sociedades de cazadores-recolectores que vivían en cuevas y la irrevocable implantación de la vida aldeana, el acontecimiento histórico de la aparición de los poblados. Poblados en los que aparece la necesidad de construir recintos fortificados protegidos por murallas y fosos. Eso marca la Edad del Hierro, el último episodio de la vida prehistórica, antes de que aparezca la fase histórica, documentada por los textos escritos. El último episodio sin protagonistas conocidos. Porque, hasta entonces, tenemos sus gestas, sus obras, pero no sus nombres. Y, a partir de ahí aparecen los nombres, sociedades individualizadas. En Pendia, el poblado está vivo en el siglo IV antes de Cristo y dura hasta dos siglos después. Es decir: es un poblado en el que se pasa de la Edad del Hierro a la época romana, de las sociedades ágrafas a las que empiezan a escribir. Aparecen los primeros nombres de paisanos y de divinidades.
Y concluyen con el análisis de las comunidades castreñas del Occidente a través de sus ajuares cerámicos.
Se habla de la importancia que tiene la producción de una tipología variadísima de artículos cerámicos a lo largo de la biografía del Chao Samartín, que es excepcional por la serie de hallazgos que se produjeron en él y que nos explica cosas muy sutiles como la personalidad inicial de la cerámica hecha por los nativos durante siglos y cómo, después, el mundo romano empieza a influir y empiezan a fabricarse modelos cerámicos inspirados por técnicas, formas y decoraciones que proceden del mundo latino. Con todo el mestizaje entre lo propio y lo que importan de los romanos se crea una especie de renovación cerámica que luego se exporta. Por tanto, la cerámica se manifiesta como un mecanismo de construcción de itinerarios de relaciones económicas. Dibuja muy sutilmente la influencia que puede tener una comunidad activa como la del Chao Samartín en otras vecinas, gaélicas.
Al margen de estos trabajos, ¿cuál es el estado general de la investigación arqueológica en Asturias?
La arqueología de investigación está casi paralizada, muy ralentizada, fruto de los años en los que desaparecieron las subvenciones. No para algunos, pero sí para la mayoría.
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