El 'asesino de los dulces de Halloween', la estremecedora historia que sembró el terror en Estados Unidos

La noche más terrorífica del año deja cientos de historias tenebrosas y sombrías que se asocian a esta celebración. También las tradiciones importadas como la de pedir dulces en Halloween. Muchos niños recorren las casas en busca de algún caramelo que les endulce la noche, pero cuidado, porque quizá todavía no sepan una de las historias más escabrosas.

Corría el año 1974 cuando un hombre de 30 años llamado Ronald Clark O'Bryan, natural de Texas, envenenó a su propio hijo con dulces contaminados. La noche del 31 de octubre salió con sus dos hijos Timothy y Elizabeth, y algunos vecinos para pedir dulces en su vecindario.

Durante el recorrido, O'Bryan entregó a Timothy una barra de 'Pixy Stix', un dulce en polvo que había sido manipulado y al que había agregado cianuro. Al regresar a casa, Timothy comió el dulce envenenado y, poco después, empezó a presentar convulsiones y malestares graves. Fue trasladado de urgencia al hospital, pero falleció poco tiempo después.

La policía sospechó desde un primer momento del padre de los niños ya que días antes de Halloween había contratado una póliza de seguro de vida para los niños, motivo por el cual planeó el asesinato.

La supuesta distribución de dulces envenados durante Halloween quedó al descubierto y se destapó que solamente O'Bryan había estado involucrado en ese envenenamiento. Fue condenado a pena de muerte y ejecutado el 31 de marzo de 1984. Su caso causó pavor entre los padres ya que todos comenzaron a revisar los dulces que sus hijos cogían ya que en Estados Unidos es una tradición muy arraigada.

De hecho, el caso dio lugar a historias de miedo como agujas escondidas en caramelos o veneno en las golosinas las cuales se hicieron comunes y llevaron a que muchas familias optaran por no participar en esta festividad.

A pesar de la falta de casos documentados adicionales, la historia de 'El asesino de los dulces de Halloween' perduró en parte por su naturaleza profundamente perturbadora y porque rompió la ilusión de seguridad que las familias solían asociar con esta festividad.

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