Asturias hace un año y ahora
Las imágenes de los puntos más concurridos de la región no pueden ser más opuestas a las acostumbradas
PABLO ANTÓN MARÍN ESTRADA
Sábado, 11 de abril 2020, 00:01
La gente es el corazón de la tierra, cantaba el portugués José Afonso en el abril alegre de los claveles. Con palabras más adustas lo había dicho antes don Miguel de Unamuno: un paisaje sin gente es un cuerpo sin alma. Así imaginamos ahora, en unas fechas habitualmente propicias a la presencia de visitantes de aquí y de allá, algunos de los rincones más frecuentados de Asturias.
Huérfanas del bullicio acostumbrado, en unas jornadas que son también lugar de encuentro profano con el ocio o el viaje, se muestran las plazas y paseos en villas o ciudades de todo el Principado en las que es obligada la visita para el que viene de fuera o para el de casa que le apetece disfrutar del descanso sin irse demasiado lejos. Recogidas, hasta que todo escampe, están las terrazas de los chigres de Tazones, Cudillero o Candás; exentos de trasiego el gijonés Muro de San Lorenzo y las rúas de Cimavilla, el puertu chicu de Llanes y su mirador de San Pedro, las aceras de Cangas de Onís y el pretil de su fotografiado puente medieval. En la cercana Covadonga, las campanas siguen sonando y en la gruta de la Santina no faltan las oraciones de los religiosos del santuario, pero el resto, como en Hamlet, es silencio clamorosamente desusado.
La naturaleza tiene su particular banda sonora y como fuente principal de la vida nunca deja de cantar, hablar, dejarse oír, al menos en esta tierra donde se muestra especialmente expansiva y en ocasiones arrolladora. Si algo le falta ahora en su particular armonía es la contribución del elemento humano: como solista, corista, pero también como espectador y receptor de esa música. ¡Qué desolados y perdidos resoplarán ahora los bufones de Pría y Vidiagu sin su público avezado de la Semana Santa o qué allegro y para quién irán difundiendo las fuentes y cascadas de la Ruta del Alba o las aguas del Cares bajo el puente de Poncebos! Hasta las cabras medio montesas y medio humanizadas que se asoman por los cantiles de la Canal del Texu, camino de Bulnes, extrañarán el rumor vocinglero de los usuarios del funicular, normalmente con su estación como la madrileña de Atocha en hora punta durante estos días. Y los senderos de montaña que fueron abriendo miles de pasos de pastores a lo largo del tiempo y que en el nuestro siguen legiones de excursionistas entre los riscos de Picos de Europa o por las laderas de Somiedo, echarán de menos la compañía de unas botas pisando entre sus guijarros y removiéndolos a su paso torpón de inexpertos mochilleros. Se desgañitará en balde el viento por hoces, desfiladeros y las cumbres más altas. Cuando todo pase, aburriremos a nuestros nietos contándoles una vez más aquellas vacaciones de Semana Santa que pasamos confinados en casa. Y que allí también se estaba bien.
Avilés. El Parche
Las cofradías avilesinas tampoco saldrán este año a la calle para celebrar unas procesiones de Interés Turístico Regional. Fotos: María Fuentes / Marieta
Oviedo. Catedral
Los miles de fieles que suelen citarse en las procesiones de Semana Santa permanecen en sus casas. Fotos: Pablo lorenzana / Mario rojas.
Gijón. El Muro
Si hay un lugar que recorran turistas y gijoneses es el paseo de San Lorenzo, hoy, vacío. Fotos: Juan Carlos Tuero / Arnaldo García.
Candás. Braulio Busto
El centro de Candás no fue una excepción. El contraste queda patente. Fotos: Tarek Halabi / Paloma Ucha.
Covadonga
El santuario, ayer completamente desierto, y el año pasado, lleno de fieles y turistas. Fotos: Xuan Cueto / Nel Acebal.
Llanes
La plaza de Parres Sobrino, uno de los puntos más concurridos de la localidad, se muestra desierta estos días. Fotos: Nel Acebal.
Ruta del Alba
La popular caminata que une los concejos de Sobrescobio y Aller suele ser un lugar muy transitado en estas fechas. Fotos: Juan Carlos Román.